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El chiste de la transparencia electoral

Por Leonel Herrera*

Es increíble que la presidenta y otros magistrados propietarios del Tribunal Supremo Electoral (TSE) no sientan vergüenza y se atrevan a decir públicamente que los comicios presidenciales y legislativos del pasado 4 de febrero fueron “transparentes” y que el desempeño del ente electoral ha sido impecable.

“Podemos decir ante la nación y la comunidad internacional que está demostrada la transparencia con la que ha actuado el Tribunal…”, expresó en televisión un magistrado que hasta da pena mencionar su nombre.

Dicen que las elecciones fueron transparentes, a pesar de las sospechosas caídas del sistema informático, de la duplicación y triplicación de resultados y de  las papeletas extraviadas, las sin firmas, las sin sellos, las sin doblez, las marcadas con plumón, las que no coincidían con el padrón y todas las demás que fueron incorporadas después de las elecciones para alcanzar la cantidad de diputados anunciados por Nayib Bukele en su declaración victoriosa desde el balcón del Palacio Nacional.

Dicen que los comicios fueron transparentes, a pesar del descarado y burdo manoseo gubernamental del proceso electoral que incluyó la previa designación de un personero de Casa Presidencial como encargado del sistema de transmisión de resultados y la sustitución ilegal de los miembros de las juntas receptoras de votos designados del TSE por militantes del oficialista Nuevas Ideas.

Lo dicen, a pesar de todas las reformas de ley que fueron realizadas para remarcar la cancha electoral a favor del oficialismo, especialmente la reducción de la cantidad de diputaciones y la fórmula para asignar los escaños, la cual redujo significativamente las posibilidades para los partidos de oposición.

Lo dicen, a pesar la candidatura inconstitucional de Bukele y la de todos los diputados que promovieron su reelección, el abuso de los recursos públicos en la campaña oficialista y la vigencia del régimen de excepción que -además- fue utilizado como el mayor chantaje del oficialismo.

Y, peor aún, dicen que las elecciones fueron libres y transparentes después de que la misma magistrada presidenta admitió la posibilidad de que el proceso fuera saboteado por actores ajenos al TSE y no descartó presentar una denuncia ante la Fiscalía. Esta funcionaria también reconoció que el jefe del sistema de transmisión de datos “fue puesto por el gobierno” antes de las elecciones.

Dicen que fueron transparentes y justas después de que un magistrado aceptó que “cometieron errores” y que uno de éstos fue “priorizar el voto en el exterior” sobre la elección en el territorio nacional”, probablemente porque ésa fue la directriz que recibieron de Casa Presidencial para asegurar su resultado favorable.

Así que la transparencia de las elecciones y la independencia del TSE es un chiste de mal gusto y mal contado por los tristemente célebres magistrados. Es sólo un elemento más de esta parodia, esta farsa y esta burla electoral con la que se cierra el proceso democrático iniciado con los Acuerdos de Paz de 1992 y se abre una nueva fase autoritaria, autocrática y abiertamente dictatorial.

*Periodista y activista social.

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