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DIOS, UN COMPAÑERO EN LOS ASUNTOS DIARIOS (1)

Dr. H. Spencer Lewis
(Pasado Imperator de la Antigua y Mística Orden Rosae Crucis, seek AMORC)

¿Ha pensado usted alguna vez en el gran número de hombres y mujeres que, secretamente y en silencio, adoran a Dios y lo toman en consideración en sus asuntos diarios?

Muchas personas se han acostumbrado a pensar en Dios como si fuera una parte esencial de alguna religión, un punto fundamental de algún credo o dogma. Pero, por cada persona que busca a Dios en alguna religión determinada o en algún servicio religioso, hay miles que buscan a Dios cuando están solos, sin la asociación de los credos establecidos o de cualquier forma eclesiástica.

Una mejor comprensión de Dios, una percepción más aguda del lugar que ocupa Dios en nuestra vida y del lugar que ocupamos nosotros en la Consciencia de Dios, aumenta de día en día. Podemos mirar con alarma los cambios que se producen en los conceptos ortodoxos y las modificaciones en los credos eclesiásticos. Podemos sentirnos preocupados por el aumento de las sectas y las discrepancias entre ellas. Hasta podemos criticar la amplitud de criterio que la ciencia está introduciendo en la interpretación de la literatura sagrada. Pero, quien se ponga en contacto íntimo con la vida privada y las ideas personales de la generalidad de los hombres y mujeres, encontrará que hay un respeto mayor cada vez a las cosas sagradas de la vida, y un amor más profundo y extenso hacia Dios.

   Hombres y mujeres en todos los órdenes de la vida han sacado a Dios de su alto e imposible trono en los cielos y lo han colocado en su corazón. Han rechazado las ideas infantiles sobre un ser físico o etéreo que existiera en un lugar distante rodeado de un Reino de Ángeles, y han puesto un ser maravilloso, indescriptible, en sus propias almas. Han llegado tan cerca de Dios, se han familiarizado tanto con Dios, que Él ha dejado de ser un gobernante incomprensible, cruel, severo, austero y distante, para convertirse en verdadero amigo, alegre, comprensible y amable compañero.

Esto no implica una falta de verdadera referencia. No significa menos respeto ni menos adoración verdadera; significa, en cambio, la elevación de Dios a aquel lugar en nuestra vida que resulta grato a Dios, como el Maestro Jesús lo enseñaba a Sus discípulos

Hubo un tiempo en que los grandes hombres de negocios y de grandes empresas financieras pensaban que era indicio de debilidad, o de emoción infantil, hablar de Dios como si formara parte de nuestros asuntos diarios o como si mereciera nuestra consideración.  No hace tantos años que las cosas Divinas se dejaban para los sermones dominicales, y Dios, como tema merecedor de nuestra reflexión y reverencia, se dejaba para otro momento y ocasión. Pero hoy ya no es así, y la orientación del pensamiento humano indica que tanto los hombre como las mujeres se están acercando más a Dios, y ahora más que nunca se están familiarizando verdaderamente con Dios y Sus leyes. Digo esto a pesar de los gritos de aquellos que sostienen que la Iglesia, como institución, necesita mayor ayuda, y frente al aumento constante de intranquilidad religiosa.

Hace algunas semanas, mi esposa y yo fuimos invitados a una reunión nocturna, que pensábamos  no iba a ser más que una reunión social. En el transcurso de la noche fueron llegando otros amigos. Durante una hora o más, la conversación versó sobre los tópicos populares del día, hasta que la amplia biblioteca estuvo repleta de personas, algunas de las cuales se conocían entre sí y otras no. Solamente tres de ellas sabían que yo estuviese relacionado con alguna organización de carácter metafísico o místico, y poco a poco, los temas se fueron  acercando a planos de pensamientos más elevados.

Entre los presentes en esa reunión había abogados, científicos, médicos, agentes de seguros, hombres de negocios, con sus esposas,  hijo

s e hijas.  De repente alguien habló del juicio que sobre la evolución se efectuaba en esos días en Tennessee, y eso nos llevó a una discusión sobre la creación del hombre.

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