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Por: Rolando Alvarenga
@bachiboxx55
Hace varios días -unas 72 horas después de la muerte de Fidel Castro falleció en Camaguey, Cuba, el boxeador Adolfo Horta, quien es considerado uno de los pugilistas amateurs, kilo por kilo, más grande de la historia. Definido por los especialistas como “el hombre del boxeo total” y poseedor de un impresionante récord aficionado, murió a los 59 años a causa de un derrame cerebral.
En su destacada trayectoria, que inició en 1971 y finalizó en 1986, Horta se apuntó 329 triunfos, la mayoría por la vía del RSC (Réferi Suspende Combate) o por nocaut, y encajó únicamente 25 reveses, la mayoría por puntos.
Con su magistral boxeo en la corta, media y larga distancia, el pugilista cubano obtuvo tres campeonatos del mundo en los 54, 57 y 60 kilos; además, ganó una medalla de plata olímpica, varios títulos panamericanos y caribeños.
Tras verlo boxear en vivo tres veces en agosto de 1977, en el Gimnasio Nuevo Panamá que después fue bautizado Gimnasio Roberto “Mano de Piedra” Durán, lo ubico entre los mejores de todos los tiempos; no
solo de Cuba, sino del mundo. Y es que, en ataque y en defensa, Horta era una maravilla y lo más parecido a un fantasma con guantes. Su calidad integral siempre estuvo a la cabeza de lo mejor de Cuba y el mundo.
A este pugilista, que rozaba la perfección, lo vi en cobertura periodística del NORCECA de 1977, realizado en Panamá, y obligadamente se me quedó en la retina porque despachó en menos de dos minutos y porla vía del RCS al salvadoreño Juan José Rivas, de 54 kilos. Luego, lo vi dar dos lecciones de estilismo al colombiano Ocampo y al puertorriqueño Trujillo.
A propósito, la cobertura del NORCECA me dejó una anécdota que muchosde mis fieles lectores desconocen: resulta que, como periodísticamente siempre me he caracterizado por sacar “trapitos al sol y denunciar el turismo deportivo”, el militar que por aquel entonces presidía el Comité Olímpico me borró de la nómina oficial que iba para el citado NORCECA.
Pero como siempre hay buenos samaritanos dispuestos a tirarle un lazo a este gato, le expuse mi tragedia a un turco (que no fue Samour) y sin tanta casaca me compró el vuelo y así pude debutar en un jet 767.
¡Tremendo alucín, después de andar en carreta de bueyes! Y fue precisamente en ese NORCECA que pude conocer en carne y hueso a la “aplanadora cubana” que la integraban tipos como Stevenson, Jorge
Hernández, Ángel Herrera, Emilio Correa, Andrés Aldama y por su puesto Horta.
Pero volviendo a hablar de Horta, daba gusto verlo combatir, era algo así como el Mayweather de estos tiempos, con la diferencia que el cubano siempre fue muy macho a la hora del refuego.
Sin duda, con la muerte de Horta, Cuba y el mundo del boxeo pierden a un artista del cuadrilátero que, como la mayoría de glorias cubanas, murió en la miseria. ¡Ni modo chico, te fuiste con Fidel!
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.
