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Cooperación

José M. Tojeira

Ante los problemas graves todos pedimos cooperación. Es la mejor manera de superar problemas y de mostrar nuestra capacidad de solidaridad. La cooperación frente a los problemas, sean catástrofes sociales o problemas individuales, crea siempre una relación positiva que supera cualquier tipo de división, sea esta ideológica, cultural, social o económica. Cuando a través del voluntariado personas de clase media o acomodada se ensucian las manos ayudando a personas sin recursos y en necesidad, el clima de fraternidad crece exponencialmente. El sentido de inseguridad desaparece, incluso en los lugares mencionados como inseguros cuando se establecen mecanismos de cooperación. Muchos de los voluntarios de TECHO o de otras instituciones de voluntariado terminan diciendo que reciben más de lo que dan. Y que los humildes frijoles comidos en medio de la lluvia al lado de personas damnificadas saben mejor que la tan festejada comida rápida de los centros comerciales. Durante nuestra guerra civil la defensa de los derechos humanos rompió  numerosos muros de separación entre quienes se pensaban enemigos en el campo ideológico e incluso económico.

Lo que es una evidencia en el campo de las relaciones interpersonales y de la ayuda humanitaria, nos cuesta con frecuencia entenderlo en el campo de la política. Al centrarse en la dimensión parcial (partido viene de parte, fracción), los diferentes institutos políticos se olvidan con demasiada frecuencia de la necesidad de cooperar. Buscan el poder y el mayor control político del Estado, dejando como secundario el valor de la cooperación. Realidad esta que se advierte con claridad en el propio discurso público de los partidos cuando hablan de la “aritmética legislativa”, como si el logro de la misma convirtiera  automáticamente en justas y éticas las decisiones que allí se tomen. Generalmente confunden la cooperación con la negociación, por turbia que esta pueda ser. Si repartir instituciones del Estado les ofrece los votos necesarios para sus intereses no les es difícil a los partidos convertir en mercado lo que debería ser prioritariamente un centro  de cooperación. Colaborar es una tarea indispensable, incluso desde la crítica honesta. Y exige partir de la verdad de la realidad, sin disimularla, como ha hecho la Digestyc en la recién publicada encuesta de hogares, y tantas otras instituciones estatales cuando les toca hablar de su trabajo.

Cuando a la pandemia de la COVID-19 se le une la actual tormenta tropical, que tanto daño ha creado en nuestro país, la necesidad de colaboración resulta imprescindible. Y más en el caso de las instituciones estatales, que están obligadas por la Constitución a buscar el bien común. Especialmente los poderes Legislativo y Ejecutivo no tienen excusa si se niegan a dialogar, a pactar y a proponer modos de encarar la doble tragedia de la pandemia y la tormenta que solo desempleo, pobreza y enfermedad nos trae. A la sociedad civil, que a pesar de sus diferencias es capaz de lograr una mayor unidad de acción en los momentos de emergencia, le corresponde insistir en que se levante este enfrentamiento entre poderes, que tanto daño está haciendo al país. Y al mismo tiempo, proponer caminos de superación de la crisis que no nos devuelvan a la pobreza o la vulnerabilidad de siempre. Mientras los políticos tratan de obtener ganancias a partir incluso de los conflictos y las emergencias, la sociedad civil debe insistir en la colaboración y participar colaborando en la solución de los problemas con su capacidad crítica y de gestión. La realidad de El Salvador no estaba en el pasado inmediato para dividirnos en banderías, polarizaciones e insultos. En buena parte el triunfo de Nuevas Ideas se basó en el hartazgo ciudadano de formas políticas cada vez más enfrentadas y cada vez menos éticas en sus formas de proceder. Volver ahora a “lo mismo de siempre” no es bueno para el país. Ni siquiera para Nuevas Ideas, aunque de momento conserve popularidad. Frente al desastre solo hay una palabra clave: Colaboración. Y si no se da, perderemos todos. Incluso Nuevas Ideas.

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