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CASTILLO, PETRO Y BIDEN

Isaac Bigio.
Politólogo economista e historiadr

Castillo no quiere alterar el status quo del Perú y a la centenaria sumisión de Lima a las políticas de Washington, además de que cree que hipotecándose a la Casa Blanca de Joe Biden, él logrará que la megapotencia vete un golpe parlamentario o militar de la ultraderechista.

Sin embargo, Castillo sabe que él llego a palacio cabalgando sobre la ola de descontento social latinoamericano, la misma que luego de su victoria produjo la ascensión de gobiernos izquierdistas en Honduras, Chile y Colombia, todos los cuales pueden ser un anticipo para que en la mayor nación iberoamericana (Brasil) retorne al poder el Partido de los Trabajadores.

Su política exterior ha continuado esencialmente siendo la misma que la cancillería de Torre Tagle ha venido implementando durante todo este milenio, la cual parte de privilegiar las relaciones con EEUU y sus aliados, seguir las pautas del monetarismo del FMI, permitir sus bases militares en el territorio peruano y alinear a la diplomacia en la estrategia de Washington de imponer sistemas demo-liberales y abiertos a sus corporaciones en todo el planeta. Como consecuencia de esa doble presión, Castillo, cuyo lema es siempre el de la “concertación” busca ser el mediador entre Biden y su “patio trasero” que se le viene rebelando.

A diferencia de otros gobiernos nacionalistas de Latinoamérica y el Caribe, Castillo nunca va a criticar a EEUU (ni siquiera a sus exclusiones en la IX Cumbre de las Américas) y va a buscar aparecer junto a los gobernantes de la derecha dura como buscando asumir el rol intermnediador que Luis Almagro, el Secretario General de la OEA, ya no puede hacer.

   

Petro, primer mandatario izquierdista en Bogotá.

La elección de Petro causará olas en Perú. Para la oposición conservadora es un duro revés, pero también presentará problemas para el oficialismo.

En Lima la derecha percibe que ha caído el principal bastión del neoliberalismo continental, el cual va a ser una antesala para que en octubre triunfe el Partido de los Trabajadores del Brasil, con lo cual el 95% de Latinoamérica estaría bajo mandatarios “progresistas”.

Mientras en Colombia (y antes en Chile) los candidatos empresariales derrotados reconocieron inmediatamente la victoria de su rival izquierdista y se han comprometido a estabilizar al Gobierno, en Perú siguen cuestionando los resultados y hacen todo lo posible para vacar al nuevo Presidente y Vicepresidenta.

Si bien es cierto que Castillo siente muchas coincidencias con Petro, el ascenso de este exguerrillero al poder (y eventualmente el de Lula) es algo que va a complicar su diplomacia de tanta sumisión a Biden.

¿Biden con Castillo tiene un nuevo Felipillo?.

La IX Cumbre de las Américas (California, 6-10 junio) fue inaugurada por los discursos de solo 2 presidentes (los del Perú y EEUU). Ambos ignoraron el principal cuestionamiento a dicho cónclave. Por primera vez, Washington había excluido a 3 de las 18 repúblicas hispanoamericanas (Venezuela, Nicaragua y Cuba). En protesta a ello no asistieron los mandatarios de México, El Salvador, Honduras, Guatemala, Bolivia y 3 Antillas. Además, el repudio a esas exclusiones se expresó en numerosos discursos en dicha cumbre, incluyendo los de los gobernantes de Chile, Argentina y Belice. Estos 2 últimos nunca han sido de izquierda y, además, rechazaron esos vetos a nombre de la CELAC y la CARICOM.

Castillo, en vez de hacer cualquier clase de crítica a EEUU, más bien, fue al único país que halagó en sus intervenciones. La principal de ellas acabó coreando “América para los Americanos”, el lema formulado en 1823 por el presidente estadounidense Monroe para intervenir en numerosos pueblos del continente. Con esta doctrina, Washington acabó anexándose la mayor parte de su actual país y organizando invasiones y golpes en todo el resto del continente, al lo que pasó a denominar su “patio trasero”.

La frase de Castillo no fue improvisada (pues él siempre leyó un escrito bien pensado y estructurado). Es una consecuencia de que en su discurso él reivindicó la carta de la cumbre de Quebec 2001, en la cual se proponía un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), desde Alaska a Patagonia, en la cual se buscaba proteger al hemisferio de otras potencias extra-continentales y subordinarlo al neoliberal “Consenso de Washington” y a las corporaciones de EEUU y Canadá.

El primer viaje al exterior que hizo el actual Presidente fue a Norteamérica y al único país que ha visitado 2 veces es EEUU (el cual es, además, el que más tiempo Castillo ha permanecido). Él apareció en numerosas imágenes junto a Biden (posando ante cámaras o dándose las manos) y anunció la llegada a Lima de su esposa Jill (la primera dama de EEUU). Con ello él ha querido demostrar al fujimorismo que es él y no este quien cuenta con el favor de la potencia que domina al país y sin la cual no es fácil poner o quitar presidentes.

Como condición para que Washington y la OEA le defiendan contra los golpistas, Castillo ha optado por seguir toda su agenda. Perú sigue siendo el país americano del hemisferio sur con más bases militares de EEUU. Desde el 29 de junio al 4 de agosto la matrina de guerra del Perú participa en Hawái junto con la OTAN en el mayor ejercicio naval del planeta (RIMPAC). Este último tiene como objetivo “asustar” a sus rivales en el Pacífico (Rusia, China y aliados). A diferencia de previos presidentes peruanos, como (Velasco 1968-75) o García (1985-90), Castillo es muy cercano al FMI y promete que no va a efectuar ninguna nacionalización. Ha anunciado el ingreso a la OCDE, un club de países capitalistas liberales fundado por la OTAN en 1961. Para mantenerse allí hay que garantizar un monetarismo abierto a las grandes multinacionales, algo que no quieren aceptar ninguno de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

Estos últimos han tenido su XIII Cumbre en China el 23-24 de junio donde vienen buscando ampliar su membrecía a países con una diplomacia algo autónoma frente a Washington, tales como Argentina, Irán, entre otros. BRICS congrega a más de 2/5 de la población mundial y alrededor de un cuarto del producto bruto interno global y también de la superficie terrestre planetaria.

A pesar del ultraderechismo del Presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, y del nacionalismo del de Argentina, Alberto Fernández, ambos buscan una diplomacia algo autónoma ante Biden. Castillo, en cambio, es todo lo contrario. Su meta es ser aceptado dentro de la OCDE y ser el puntal de una OEA que se cae a pedazos.

Desde que en 1945 EEUU se convirtió en el único país en explotar bombas atómicas contra civiles, Biden se ha convertido en el primer presidente de dicha potencia que realmente pudiese desencadenar una guerra nuclear. Al haber impulsado a Ucrania a entrar en la OTAN y a dotarse de dichas armas, EEUU provocó la invasión rusa. Nunca antes Washington ha librado una guerra “indirecta” tan cercana contra Moscú y en su principal ex-dependencia soviética. También, por primera vez, Biden ha logrado suspender a uno los 5 miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de uno de sus foros. Esta exclusión de Rusia se dio con el voto de muchos de los seguidores de EEUU, incluyendo Perú.

Un nuevo castillo para Biden.

Desde que hace medio siglo los conquistadores bautizaron a nuestro país como Perú, siempre hemos sido dominados por una potencia del hemisferio norte (tres siglos por Madrid, uno por Londres y otro por Washington). Esta es la primera vez en que la hegemonía unipolar en la postguerra fría viene siendo rebasada.  EEUU ha venido sufriendo humillantes derrotas militares en Afganistán, Irak y Siria, el ascenso de China (que ya le ha superado como principal socio comercial en la mayoría del Tercer Mundo, incluyendo Perú, y que le está por sobrepasar como la mayor economía global), el relanzamiento de Rusia y la aparición de diversos gobiernos contestatarios en Latinoamérica y el Sur.

Castillo no quiere aprovechar esas nuevas condiciones para hacer que el Perú adopte una diplomacia independiente. Por el contrario, él quiere proyectarse como uno de los principales castillos que Biden tiene en nuestra región.

En octubre, Lima va a ser la sede de la 52 Asamblea General de la OEA, la cual se encuentra en su peor momento. Cuba, Venezuela o Nicaragua la repudian, Bolivia denuncia que esta impulsó el golpe del 2019, México y Argentina la consideran como un ente desfasado que debe ir dando paso a la CELAC y hasta el centrista Bukele le acusa de ser un “ministerio de colonias” de EEUU. Pese a ello, Castillo quiere convertirse en el gran rescatador de esta. Con sus abrazos a Biden, Iván Duque (Colombia) y Jair Bolsonaro (Brasil), Castillo quiere aparecer como un buen conciliador. Sin embargo, estos sirven a estos para mejorar las deterioradas figuras de dichos presidentes (especialmente en medio de contiendas electorales donde ambos tienen como su principalk rival a la izquierda), mientrass que él viene enajenando a potenciales aliados regionales, muchos de los cuáles no quieren ir tras la OTAN y la OEA.

Evo Morales, que fue la principal estrella internacional durante su inauguración, pide remplazar la consigna castillista “América para los Americanos” por la de “América plurinacional de los pueblos” y confrontar al golpismo no con concesiones sino con marchas como la de 1,500,000 bolivianos que él hizo en diciembre.

La diplomacia actual pro-OEA delineada por Óscar Maúrtua, quien fuera secretario de Belaúnde (1980-85) y canciller de Toledo y de Castillo, se mantiene. Ninguno de los 44 congresistas oficialistas ha cuestionado la intervención de Castillo en EEUU.  Sin embargo, el que el 7 de agosto Colombia tenga su primer presidente “socialista”, algo que va a incentivar a que en octubre Lula gane las presidenciales del Brasil, puede presionar para una crisis en el oficialismo o para que Lima no siga tan incondicional de Washington.

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