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César Ramírez
@caralvasalvador
El 31 de enero 2021 la noticia del incidente del ataque armado contra simpatizantes del FMLN, parecía increíble, pero al transcurrir de las horas y días, el evento se confirmó con todos los detalles del sangriento hecho.
En una campaña política disparar contra ancianos, niños y jóvenes del FMLN es un acontecimiento que nos retorna al pasado, a la guerra; son actos de sangre que vivimos durante muchos años en el siglo pasado, pero ahora con estupor observamos el resurgimiento del odio, el canto de la venganza sangrienta, la furia contra los inocentes, escuchamos el llanto de los huérfanos, el desolador lamento de las víctimas del odio promovido desde aparatos oficiales; estas situaciones que no creímos sucederían en la nueva sociedad son ahora una realidad; parece que vuelve el temor a expresar opiniones, retorna la persecución a los opositores, emerge la impunidad como símbolo de las armas y aparecen sicarios con sed de sangre indiscriminada es el fin de la primavera salvadoreña.
El asesinato de miembros del FMLN es un acto terrorista incoado por discursos de odio gubernamentales que incitan a “quemar a los opositores”, con frases de “mil veces malditos”, “ahora saben quién tiene el poder”, “los Acuerdos de Paz son una farsa” insinuaciones de “autoatentado”… esas frases tiene por objetivo “normalizar” el exterminio de todo adversario democrático, eliminar la historia y negar el avance social en materia de derechos humanos.
El uso de medios de comunicación en todas sus variantes, para degradar a los opositores políticos como el spots de la guerra civil del siglo pasado y otros, son similares a las campañas anticomunistas que llegaron a justificar el asesinado de los sacerdotes jesuitas de la UCA, Monseñor Romero, miles de salvadoreños inocentes, cientos de desaparecidos, destruir al ciudadano demócrata y a todo aquél que defienda los derechos humanos… no debemos regresar al pasado.
La descomposición institucional de la PNC y FAES al obedecer a un individuo y no a la Constitución es relevante, se ha sembrado la desconfianza política en los ciudadanos, la cual debe reestablecerse por las vías que nos quedan: la justicia, la libertad de expresión, las elecciones y eliminar la violencia, la corrupción, el autoritarismo etc., se trata de defender la democracia con nuestros votos, para que la primavera salvadoreña triunfe sobre el invierno de la dictadura.
