En el pasado mes de mayo se cumplieron 100 años del “Ensayo sobre el destino” escrito por Alberto Masferrer. En su “Dedicatoria a Rosario de Masferrer”, escribe:
«Por efímero que sea este libro, vivirá más que yo. Y hasta puede ser que comience él a vivir, cuando ya mi recuerdo haya desaparecido enteramente de los ojos que vieron mi semblante y de los oídos que oyeron mi voz».
El “Ensayo sobre el Destino” es una obra emblemática de la literatura salvadoreña, explora la naturaleza humana, la búsqueda de sentido y el destino individual en un mundo marcado por la injusticia y el sufrimiento, es una reflexión profunda sobre la vida, la muerte y la búsqueda de la verdad. Explora la idea de que todos estamos destinados a vivir una vida, desde el nacimiento hasta la muerte, y que está marcada por la posibilidad de elegir y la responsabilidad de nuestras acciones. Aborda la problemática social de la época, cuestiona la desigualdad y la injusticia que afectan a la población. Su pensamiento es crítico y defiende la dignidad humana.
En el Capítulo III del libro que nos ocupa, en su página 20, Masferrer escribió:
«Cuando comenzó nuestra original existencia, es decir, cuando Dios nos sacó de la Nada y nos trajo a la vida individual y consciente, no nos formó a unos de lodo y otros de agua límpida; sino que todos fuimos creados esencialmente iguales; como chispas que brotan de una misma llama o como fragancias emergidas de una misma flor. Nos creó, pues, iguales en esencia, pero susceptibles de caída y de ascensión, de avance y de retroceso…».
En la página 35 del Capítulo VII escribió:
«Al considerarlo atentamente, esto que llamamos Destino, no es una maldición caída únicamente sobre la pobre especie humana; no es el desarrollo trágico de una dramática aventura en que el hombre sea el exclusivo y desdichado protagonista». Y en la página 42: «Con sujeción tan íntegra, esencial y perenne, que puedo decir, dentro de la verdad más irrestricta: mi destino soy yo».
Ya en el Capítulo XI, página 60: «Aquella antigua concepción romántica de la suerte, comprendida como una lotería, es cómoda, sin duda, pues le permite a cada uno hacer de mártir, sacrificado a la maldad ambiente, o al capricho del (…) Azar. (…) la mayoría de los hombres se aferra aún a ella, y se obstina en decir, que su estrella, el hado, son los únicos responsables de sus dolores y fracasos, y que ellos no son sino desventurados, a cuyo nacimiento presidió el hada perversa de la Contrariedad ».
«Pocos hombres en Centro América han obtenido un espíritu religioso tan sabio y tan libre, como el de este maestro salvadoreño” (…) jamás confundió Masferrer la libertad con el libertinaje, ni el establecimiento de la justicia con el odio vengativo», escribió Claudia Lars.
Al saltar hasta el Capítulo XIV, página 87:
«¿Acaso no nos han enseñado, desde hace diez mil años, los más grandes fundadores y filósofos, que somos hijos del mismo Padre; que somos emanaciones del mismo Espíritu; que no debemos oprimirnos sino ayudarnos? ¿No vino Krisna, no vino Buda, no vino Jesús, no vino Sócrates, Epicteto, Vicente de Paúl, San Juan de Dios y Francisco de Asís? ¿No hemos tenido a Esquilo y a Platón, a Goethe y a Schiller, a Shakespeare y a Hugo, a Rafael y a Rembrandt, a Bach y a Beethoven, a Tolstoi y a Gorki? »
Recordemos que Arturo Ambrogi expresaba: «Pocas veces he visto un lector tan tremendo como Alberto».
En su artículo “El pensamiento teosófico-espiritualista de Alberto Masferrer y la reacción de la Iglesia católica”, Otto Mejía Burgos describe que la Teosofía se nutría ampliamente de antiguas filosofías europeas, como el neoplatonismo, y de religiones como el hinduismo o el budismo. Algunas de las principales personalidades influidas por la Teosofía fueron Eunice Odio, Leopoldo Lugones; Joaquín Torres García, Rubén Darío; Gabriela Mistral, José Ingenieros; José Martí, Amado Nervo; Alberto Masferrer, Salarrué; Roberto Brenes Mesén, Maximiliano Hernández Martínez; César Dávila Andrade, entre otros.
Ítalo López Vallecillos en 1968 planteó: “este gran salvadoreño se acercaba más al cristianismo primitivo que al socialismo. Llena tenía el alma de reverencia ante el milagro de la vida. Un hondo y puro misticismo embellecía sus pensamientos, palabras y acciones… ».
El 25 abril, 2025, en “Masferrer: Esoterismo y lucha social”. Álvaro Darío Lara indica que la obra y la figura de Don Alberto Masferrer sigue apasionando a lectores y estudiosos del presente, entre los que se destacan, principalmente, la doctora Marta Elena Casáus Arzú, académica guatemalteca especialista en la obra masferreriana, y algunos salvadoreños como los doctores Carlos Gregorio López Bernal y Víctor Manuel Guerra, entre otros.
¿Por qué este actual avivamiento por la producción y la vida de don Alberto? Nuestra ignorancia académica, crítica, sobre su personalidad y obra ha sido monumental. Es buen tiempo de saldar deudas históricas, porque no se ha hecho justicia a su labor: sacralizado por la cultura oficial durante décadas, se pretendió, “dulcificar” y neutralizar, su palabra de valiente denuncia, su examen exhaustivo de la realidad social, política y económica que vivió, y que aún mantiene vigencia, en muchos aspectos.
Cierta intelectualidad de izquierda, sobre todo, a partir de los años 50, satanizó al maestro y a su obra, bajo epítetos insultantes, muy pobres y superficiales argumentos. Tal es el caso del poeta Roque Dalton, cuyo texto contra Masferrer, contribuyó a su descalificación a priori, por parte de muchos jóvenes de las siguientes generaciones.
A 100 años de la publicación de esta importante obra, el pensamiento masferreriano pudiera tal vez aportarnos elementos valiosos no sólo para conocer nuestra historia, sino que, en un primer momento, sus más importantes ideas nos pudiesen ayudar a mejorar nuestro atormentado presente y a dar luz a ese sombrío horizonte del futuro que vemos adelante.
Este 24 de julio, se han cumplido ciento cincuenta y siete años del nacimiento de Alberto Masferrer. Es para celebrar, pero mejor aún, para retomar su pensamiento y tratar de hacerlo real.
Celso Rodríguez Echenique
Miembro de Ateneo de El Salvador
Director del Instituto de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer
Carlos Domínguez
Miembro de Ateneo de El Salvador
Periodista
Diario Co Latino 134 años comprometido con usted