Por David Alfaro
03/03/2025
El acuerdo entre el Gobierno de El Salvador y el Fondo Monetario Internacional (FMI) no es una victoria para el pueblo, sino una señal alarmante de que la economía nacional ha sido llevada al borde del colapso. Mientras el oficialismo y algunos economistas como Julia Evelyn Martínez lo presentan como un paso necesario, la realidad es que este pacto con el FMI traerá consigo medidas de austeridad que impactarán directamente a la población más vulnerable.
Históricamente, los acuerdos con el FMI han significado recortes en el gasto social, privatizaciones y un aumento en el costo de vida. ¿Quién pagará la factura? No serán los grandes empresarios ni la élite gubernamental, sino el pueblo trabajador, que verá reducidos sus derechos y oportunidades. Este pacto pone en riesgo programas esenciales de salud, educación y subsidios, condenando a los sectores populares a una mayor precarización.
El gobierno, que en su discurso dice estar del lado del pueblo, ahora recurre a los organismos internacionales porque ha dilapidado los recursos públicos en proyectos propagandísticos, endeudamiento irresponsable y apuestas fallidas como el Bitcoin. En lugar de buscar soluciones soberanas y sostenibles, ha optado por hipotecar el futuro de los salvadoreños a cambio de oxígeno financiero para mantenerse en el poder.
Este acuerdo con el FMI no es solo un tema técnico o fiscal, es una traición a los intereses del pueblo. ¿Serán los ciudadanos conscientes de las consecuencias o seguirán atrapados en la narrativa oficial? La historia demuestra que los préstamos del FMI no salvan economías, las someten.
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