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Un(o) testimonio del otro: 7 de septiembre (IV)

Caralvá

Intimissimun

Pero luego con mucha velocidad cada quién fue a su sitio-destino, así llegamos a Chalatenango, sin nada idealista de transporte, solo nuestras botas Kicquer que eran un distintivo “pequeño burgués”, como nos decían en ese tiempo, pero igual, la muerte no sabía leer marcas francesas. Teníamos reuniones partidarias, núcleos de mando donde hablábamos de la estrategia, logística, órdenes y los corredores habilitados del Plan General.

Así después de muchas semanas, en el Cerro de Guazapa que tiene más de mil metros de altura, con las postas de vigilancia en las madrugadas y con un fusil al lado, ya sabes cómo te trata el frío de “El roblar” en la soledad de la noche… te trata a patadas y no pregunta si tienes grado universitario, solo te sacude en seco.

Después te vas a las veredas a construir la más grandiosa confabulación juvenil de todos los tiempos para transformar el horizonte histórico, puesto que la Ofensiva Final estaba próxima, la cual se denominó: “Operación Chapina”, el intento de asalto al cuartel de Chalatenango por las fuerzas idealistas más valientes en la Historia de El Salvador, porque había visto las formaciones de los compañeros y compañeras, algunos con uniformes otros no, aquello era extremo en ideal y entusiasmo, similar a una película de Martin Scorsese o Quentin Tarantino con esos signos absurdos de juegos de guerra entre idealistas y profesionales, pero con cuadros de valor tan notables como las mejores historias épicas.

Nuestros hombres y mujeres acostumbrados a luchar en las montañas –como en Los Filos-  se perdieron por las calles del pueblo, los guías, encargados de llevar a 50 o 60 hombres, entre ellos logísticos, combatientes y gente de Partido, se concentraron en diversos puntos, haciendo trincheras durante la madrugada, pero, el Ejército en sus posiciones resistía oleada tras oleadas. Todo era un movimiento extremo, entre jóvenes lanzados al combate porque no existía mañana y el ejército atrincherado en los cuarteles, si hubiese fotografiado el momento, las situaciones hubiesen sido divulgadas para la serie M*A*S*H.

Existía un entusiasmo desbordante…

Si algo podría definir aquél camino, era avanzar hacia un final predecible, nosotros lo asumíamos como una decisión contundente, pronto mediríamos fuerzas.

Durante la madrugada de ese día otras columnas caminaron desde diversos campamentos: El Jícaro, La Montaña, los Ranchos, Gallina, Los Filos, Higuera, Upatoro, El Roblar, para llegar a Chalatenango, el sitio donde enfrentaríamos al destino.

Pero como todo plazo termina, llegó el momento del combate, de nuevo sientes la vecindad de la muerte, respiras balas, los ruidos son exagerados por la adrenalina, sabes que no es un juego, ahí solo vos con tu arma y los compañeros en la extrema acción de solidaridad, defender la libertad con la vida; no se piensa en nada y las órdenes resuenan en la formación, recuerdo algunas escenas: Sebastián era hondureño jefe de Columna –internacionalista-, en realidad habían otras nacionalidades que actuaban en forma de voluntariado; su columna penetró en las líneas del Cuartel, estableciendo un punto formidable, su columna era la punta de lanza, mientras la columna de Marisol se había perdido en el laberinto de la ciudad, el guía simplemente los llevó a otra posición y sus hombres entre confundidos y desesperados se apostaban en lugares donde se combatiría contra soldados imaginarios,  la noche fue una enemiga inesperada, las sombras están a tu favor puesto que la oscuridad protege a todos.

Wendy la jefa de sección también se desplazó al interior del combate.

Se respira mucho temor de madrugada, es “paja” que el temor no invada hasta el último poro, es “paja” que después de ver el daño de las armas y sentir el quemón de un rozón en la piel, no se deje de respetar el fuego enemigo, es decir, nos tragábamos a cada rato al país entero, pero era cierto, el cuartel tenía unos vehículos blindados llamados Mazinger y las tanquetas, infundía respeto ese sitio, ahí se entablaría un combate desigual.  Fotografía Christian Poveda (1957-2009)

amazon.com/author/csarcaralv

 

 

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