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Un Discurso que no se dijo ante la tumba del Dr. Moreno Cañas

Introducción

Durante el año 2012 y 2013 disfrutamos junto a los amigos Javier Alas, Jorge Galán y yo, de inolvidables tertulias con el Dr. Alfredo Martínez Moreno (1923-2021) Expresidente de la Academia Salvadoreña de la Lengua, Presidente de la Corte Suprema, Canciller etc., su retórica y memoria eran extraordinarias, sus palabras se recuperan en un libro inédito… en una de ellas mencionó a su tío Dr. Ricardo Moreno Cañas y Un Discurso que no se dijo ante la tumba del Dr. Moreno Cañas de Carmen Lyra -miembro del Partido Comunista de Costa Rica- el cual reproducimos del Periódico Trabajo. 12NOV023 Caralvá.

 

A solicitud de muchas personas de toda la República que no lograron conseguir el N° anterior de TRABAJO, reproducimos el discurso de Carmen Lyra en la muerte del Dr. Ricardo Moreno Cañas

Es un militante comunista el que viene a decir su pensar y su sentir ante la tumba que acaba de cerrarse sobre el cadáver del Doctor Moreno Cañas . Fue él persona que no perteneció a nuestro Partido, que más de una vez nos atacó y a quien algún compañero también atacó. Pero yo creo que es deber del Partido Comunista de Costa Rica honrar su memoria, porque fue uno de los mejores hombres que ha tenido el país, porque es útil destacar su vida, ejemplo de hombría de bien y porque conviene mantener vivo el recuerdo entre la clase trabajadora para que le sirva de guía en el momento de escoger a quienes van a dirigir los destinos de la Nación.

Lo que el doctor Moreno Cañas significó para Costa Rica lo está diciendo el dolor que ha estallado ante su muerte trágica por todas partes, en todos los rincones del país, en todas las clases sociales. Lo están llorando los de arriba y los de abajo, los hombres mejores, los intelectuales más destacados y honrados, el obrero y el pobre peón, la gran dama y la mujer del pueblo, los niños de los ricos y los niños de los trabajadores. Esta mañana vimos a una viejita humilde llorar en su cocina por el doctor Moreno Cañas. Mientras se limpiaba las lágrimas con la punta de su remendado delantal, decía sollozando: “Era el hombre más bueno que tenía Costa Rica. No había un médico como él… Nos curaba a los pobres sin cobrarnos y lo hacía con tanta seriedad como si le pagáramos… ¿Por qué ese desgraciado se cebó en él, que solo sabía hacer el bien y no se fijó en tanto pícaro? Puso su ojo de asesino en lo mejor que teníamos…”

Su entierro ha sido una de las manifestaciones de duelo más grandes e imponentes que hemos visto. En avión, en el tren, en carro y a pie, acudió gente. Vinieron de los cuatro puntos cardinales de Costa Rica y su ataúd fue al cementerio en hombros de los pobres y de los ricos que se disputaban el dolor de conducir sus restos. Al salir de la iglesia su cadáver, el pueblo se apoderó de él para llevarlo llorando al sepulcro. Con aquella solicitud adolorida parecían querer decirle: “Eras el hombre que le convenía al país para la presidencia de la República y he aquí que le estaba llevando al cementerio”. El pueblo encabezaba el desfile: era un hombre suyo el que se enterraba, uno que lo había defendido siempre y con lealtad. El presidente de la República y los dignatarios quedaron relegado a un segundo término. Los sindicatos decretaron el paro y muchos establecimientos de comercio se cerraron en señal de duelo.

Sólo los que le tuvieron envidia y aquellos para quienes la honradez activa del doctor Moreno Cañas era una incomodidad, no han sentido su desaparición; más bien les debe haber sacado un suspiro de alivio que han ocultado en lo más recóndito de su conciencia; se les quita un estorbo del camino.

Recordamos sus campañas de higiene social en contra de pillerías que habían perjudicado al pueblo y en las que habían tomado parte personajes destacados del país. Una vez que se decidía cortar por lo sano, procedía como cuando operaba: si había que sacar un tumor o cortar un miembro podrido, lo hacía sin vacilaciones. En los sectores perjudicados por estas campañas, se despertaba una gran inquina contra él y lo tenían por hombre despiadado. Ignoraban la lucha interna que significaba su actitud. El ejercicio de la verdad necesita individuos de mucha fortaleza para desoír el egoísmo que aconseja que es más cómodo guardar silencio o la debilidad que aconseja perdonar y olvidar.

Pocas veces la muerte ha hecho más daño a un pueblo como ahora, con este asesinato. No es que nosotros creamos en los predestinados, en los héroes a lo Carlyle. Sabemos que la historia la hace los hombres mismos y que en sus capítulos más trascendentales toman parte muy importante los “grandes hombres”. El doctor Moreno Cañas fue uno de los “grandes hombres” de Costa Rica; fue uno de los órganos que la necesidad de la vida costarricense se había venido creando con dificultades desde hace tiempo para su propio mejoramiento; este órgano ha sido aplastado por la brutalidad de un asesino. Es como si un pedrejón hubiese caído sobre un vaso precioso. La colaboración de este hombre en el ennoblecimiento de nuestro pueblo va hacer mucha falta. Sin él la lucha será más fuerte y más dura. No era un ecléctico, es decir, no esa de los que echan mano del eclecticismo para estar bien con Dios y con el diablo: era simplemente un hombre honrado que sabía tener la voluntad de lucha por lo que creía justo. Por eso lo estimaron todos los que tienen dos dedos de anhelo de justicia dentro del pensamiento. Este asesinato parece haberle hecho el juego a la reacción, que ahora sin el doctor Moreno, podrá reinar mas a su antojo en nuestro pueblo. Era el punto donde parecían juntarse los caminos que van hacia el mejoramiento de Costa Rica. A su sombra se podrían podido poner de acuerdo los elementos de la derecha y los de la izquierda que alentaran empeñosos por una mayor equidad para nuestro pueblo. El doctor Moreno Cañas pudo haber logrado la realización de lo que en Costa Rica habría sido el Frente Popular. Ahora toca a los que combatieron a su lado, no dejar volverse polvo sus anhelos, como se volverán sus restos. Sus esfuerzos no parecen haberse perdido en el vacío: la manifestación imponente que fue su entierro, nos lo está diciendo. El pueblo de Costa Rica había comprendido que en el doctor Moreno Cañas tenía no sólo un posible defensor de la salud de miles de individuos, sino también un decidido defensor de sus derechos. Que su ejemplo sea acicate para los pocos políticos honrados que aun le quedan al régimen liberal en Costa Rica.

Es deber de nuestro Partido Comunista honrar la memoria de aquel que una vez comprendió que no éramos una banda de forajidos ni criminales, como querían hacernos aparecer los interesados en que la sociedad siga moviéndose dentro de la anarquía en que anda, sino una agrupación de gente decidida a luchar por el logro de un equilibrio social más justo, dejó de atacarnos y se puso de nuestro lado en momentos difíciles para nosotros. Allí no más está su actuación en el Congreso, cuando atacó sin vacilaciones el fraude electoral que arrebató la curul al compañero Carlos Luis Sáenz. Supimos que el Gobierno, al tener noticia de su decisión de defender nuestra causa en la Cámara, trató de convencerlo de que desistiera de su empeño y movió poderosos resorte para conseguirlo. Al Gobierno no le convenía que un hombre del prestigio de Ricardo Moreno Cañas, atacara aquel fraude. Pero nada lo detuvo, ni la enfermedad seria que lo hacía guardar cama el día que se inauguraron las sesiones. Esa tarde dejó la cama y se fue a cumplir con su deber de diputado, tal como lo concebía él, con su criterio de liberal auténtico y allí en su puesto se mantuvo hasta la madrugada y dijo lo que tenía que decir a los que habían burlado las leyes y por medio del chanchullo y el soborno había llevado un diputado al Congreso.

¿Qué provecho personal sacaba de ponerse de nuestro lado? Nada. En cambio, si él hubiera alcahueteado aquella picardía, se habría ganado las simpatías del Gobierno, quizá hasta habría conseguido que éste apoyara su posible candidatura. No le importó que los ignorantes y los serviles le llamaran comunista. El sabía ya que todos los que combaten la injusticia, el robo y la explotación de hombres son llamados comunistas y que, por lo general, los que gritan contra los comunistas son unos grandes pícaros. Sabía también que en torno del Partido Comunista se ha tejido una infame trama de calumnias y mentiras y que se le persigue hoy con la misma saña con que lo fue el Liberalismo en otra época. Este hecho no debemos olvidarlo nunca los comunistas de Costa Rica, porque ha ayudado a disipar la leyenda de terrorismo que nos rodeaba y porque fue una lección para todos los pusilánimes. Tampoco podemos olvidar que fue un anti-imperialista decidido y que siempre militó en la vanguardia de los que guerrearon contra el filibustero moderno, encarnado hoy entre nosotros, en la United y en la Compañías Eléctricas. Fue miembro de la Liga Cívica y hace diez años que tomó parte, junto con Omar Dengo, en la primera campaña de peso que se ha llevado a cabo en Costa Rica contra el trust eléctrico.

Es curioso: su tumba queda a la par de don Juanito Mora, el defensor de Costa Rica contra los filibusteros del 56.

Fue la suya una vida con unidad: su conducta como cirujano eminente guardó perfecta armonía con su conducta de político que trataba de cortar por lo sano y su conducta dentro del hogar, en donde sabía ser cortés hasta con el más humilde sirviente. Sus gestos y sus palabras en la intimidad del hogar eran limpios y dignos como los que usaba en la Cámara y en los actos públicos. No perdía altura entre bastidores. Su existencia fue de una sola pieza: no estaba compuesto de retazos como la de la mayor parte de nuestros “grandes personajes”, que recuerdan esos cobertores que hacen las amas de casa industriosas, en los que el trozo de seda auténtica sabe hermanarse con el de seda artificial. Cuando lo oíamos defender al país de la venalidad criolla y del ansia de lucro de la United, recordábamos el cirujano que sabía poner recta una columna vertebral torcida.

Yo conocí mucho al doctor Moreno Cañas a través de mi hermano, que lo quiso entrañablemente. El doctor Moreno le salvó la vida cuando un hijo de Luis Anderson le dio un tiro a traición después un mitin en el cual mi hermano apoyó la defensa de Costa Rica ante las malas artes de las Compañías Eléctricas, de las cuales es abogado Luis Anderson. De esto hace ya diez años.

¡Y cuántos detalle de nobleza a lo largo de su vida!

Cuántos hilos delicados se entrecruzan en la trama con los hilos fuertes de sus hechos de hombre que sabía enfrentarse a la mentira, por poderoso que fuera el que la sustentaba: a la par del tesón, del estudio minucioso y del valor que ponía en sus campañas de defensa para el pueblo de Costa Rica, ésta la minuciosidad con que curaba al enfermo más pobre o el amor con que ponía buenos los huesos enfermos del que poseía dinero y del no lo poseía. Yo sé de una muchachita campesina de unos tres años de edad, de padres pobres, que en una ocasión sufrió terribles quemaduras producidas por alambres de luz eléctrica y que fue llevada al hospital. Cuando la curaba con sus dedos de seda, se esforzaba por volverlos más sutiles para que la criatura no sufriera y él, que era tan serio, se ponía a sonreír con su sonrisa de hombre bueno, cada vez que la chiquilla le acariciaba la frente con sus manitas curadas. Para entretenerla, fue él mismo con unas de sus hijitas a una tienda a buscar una muñeca bonita para su pequeña enferma y para que su niña misma fuera la que llevara el regalo. Cuando ella salió del hospital iba a verla y cuando pasaba por el camino frente a la casa en donde ella vivía, sonaba el claxon de su automóvil para que saliera a decirle adiós con sus manitas que él había logrado poner buenas. ¡Cuánto dolor habría tenido la campesinita al saber que le mataron a su doctor Moreno!

Fue uno de los hombres menos “plateros” que he conocido. ¡A cuantas personas curó, sin cobrarles un cinco y cuántos comodidosos dejaron de pagarle! Si hoy todos los que se quedaron debiéndole, pagaran a su familia, ésta recogería cientos de miles de colones.

Leyendo el “Libro de San Michele”, del doctor Alex Munthe, pensé mucho en el doctor Moreno Cañas. ¡Hay tantas cosas parecidas en la vida del protagonista del libro y en la del doctor Moreno! Sobre todo el amor por los animales y el imán que ejercían ambos, tanto en los seres humanos como en aquellos. ¡Qué tristes estarán con su ausencia sus pájaros y sus perros! Pienso que sus perros vagarán por la casa buscando al amo que tanto los cuidaba y pondrán su hocico tibio en el asiento de la silla vacía…

La noche del 23 de agosto fue trágica para Costa Rica.

Tres hombres buenos fueron muertos por un degenerado. Se vienen a la memoria la tragedia griega y aquellos endemoniados de que habla la Biblia, que salían por las calles espoleados por el demonio que llevaban dentro… Carmen Lyra

 

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