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El sábado, antes del mediodía, se confirmó el triunfo de Joe Biden como el 46 presidente de los Estados Unidos de América, en una reñida elección, tanto por la complejidad que tuvo esta elección por el incremento del voto por correo, por la pandemia, como por la polarización que creó e incitó el presidente y aspirante perdedor Donald Trump. Como ya hemos escrito antes, la política exterior Estados Unidos no la modifica, gane quien gane, sin embargo, hay que decir que los matices que le coloca uno y otro son distintos, en este sentido, no hay que dudar en que esos matices que Biden implementará podrán llevar algún alivio para el mundo y, por ende, para la región Latinoamericana.
Biden, por ejemplo, ha anunciado que Estados Unidos volverá al acuerdo de París, sobre el tratado climático, y es que el presidente electo cree que el cambio climático es una realidad por culpa del hombre, de la gran industria, de las grandes potencias y hay que hacer algo para revertirla. En cambio, los republicanos, como Donald Trump, afirmaron que el cambio climático no existía y sacó a los Estados Unidos del Acuerdo de París.
El Acuerdo de París “se basa en la Convención y, por primera vez, hace que todos los países tengan una causa común para emprender esfuerzos ambiciosos para combatir el cambio climático y adaptarse a sus efectos, con un mayor apoyo para ayudar a los países en desarrollo a hacerlo”. Esos matices de uno y otro partido son fundamentales, de ahí que el triunfo de Biden y el partido Demócrata es una buena noticia para el mundo y el ambiente. Esperemos, por supuesto, que haya matices positivos a favor de América Latina, a favor de Cuba, de Venezuela, de Nicaragua. Un cambio hacia estos países por parte de Estados Unidos, estando al frente de Biden podría modificar, incluso, la posición del presidente Nayib Bukele contra Venezuela y Nicaragua.
En el caso de Venezuela, el presidente Bukele ordenó la salida del personal diplomático, atendiendo una exigencia de la Embajada de los Estados Unidos, como parte de la política agresiva de Trump contra Venezuela. Trump, antes, congeló los bienes y las cuentas de Venezuela en Estados Unidos (relacionadas con el petróleo) y otras acciones relacionadas con un injusto embargo, que ha llevado a Venezuela a una terrible crisis económica y financiera. Todo con el afán de derrocar a Nicolás Maduro.
Biden, siendo vicepresidente de Barack Obama, fue parte de la flexibilización del embargo a Cuba y, ojalá, retome esa política hacia Cuba, en bien del pueblo cubano.
El presidente Bukele tendrá mucho por reflexionar sobre cómo manejará las relaciones con Estados Unidos, el principal aliado no solo comercial, sino porque en el país del norte hay unos tres millones de salvadoreños.
Recordemos que hace más de un mes, el presidente Bukele se refirió de una forma despectiva hacia un grupo de congresistas y senadores demócratas, cuando estos le reclamaron por su agresividad contra la prensa, contra los magistrados y contra la procuraduría de los Derechos Humanos. El presidente Bukele ya no podrá menospreciar las cartas de los demócratas de los Estados Unidos, por lo que debe, además, cambiar de actitud, pues no tendrá a Trump para que le de un espaldarazo, sino que tendrá a Biden, que seguramente respaldará a sus excompañeros congresistas y senadores.
Por lo anterior, el presidente Bukele debe analizar si tras el cambio de presidente en Estados unidos, la embajadora que le conviene es la señora Milena Mayorga, que sí sabe aplaudir lo que el presidente Bukele dice, y lo que decía y hacía Trump, pero con Biden no se tratará de aplaudir, sino de dialogar, proponer y explicar.
No sabemos si la señora Mayorga tenga la capacidad de dar un vuelco a la política de El Salvador con un nuevo presidente, por lo que le aconsejamos al presidente Bukele analizar la conveniencia o no de la señora Mayorga.
