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Texto para Revolucionarios y Conquistadores de Sueños

Claudia Sánchez

A cuarenta años del aniversario del FMLN, he seguido de cerca todos los mensajes y celebraciones que ha provocado tan inolvidable acontecimiento histórico. La fundación de nuestro partido marcó un rumbo en la historia del país, en la vida de todas y todos los revolucionarios que participamos con mucha determinación, patriotismo y amor a la revolución, sin esperar nada a cambio, poniendo al servicio de nuestros ideales nuestras vidas, para conquistar ese lugar maravilloso de la libertad y la democracia. 

Rememorando esos años de luz y esperanza, de lucha frente a la dictadura, con sentimientos de nostalgia por el compañerismo que vivimos, con alegría por haber sobrevivido y en medio de renovadas reflexiones, encontré la imagen de la sonrisa de mi padre Salvador Sánchez Cerén, conocido por “Leonel González”. Mi figura central de revolucionario y de padre comprometido con las luchas sociales y políticas.    

Lo pude comprobar vivamente en nuestras pláticas, para su Libro Autobiográfico “Con sueños se Escribe la Vida”, publicado por Océan Sur (en primera edición 2008 y en edición ampliada un año después), a unos meses de las elecciones presidenciales de 2009 en El Salvador, donde fue electo vicepresidente de la República junto a Mauricio Funes como presidente.

En dicha obra, describe sus pasos y hace un recuento de los diferentes periodos de lucha revolucionaria. Me quiero detener en el apartado donde hace un balance de su propia vida y reflexiona sobre “la fidelidad a una ética del compromiso social”. Ciertamente, Salvador o Leonel, como prefieran, ha sido siempre ejemplo vivo de revolucionario. Toda su vida ha estado dedicada al servicio del pueblo y de los cambios sociales y políticos para que nuestros sueños personales y colectivos se hagan realidad.

Tal como lo expresa en su libro, la firmeza en unos principios humanistas, comunitarios, transformadores, y la constancia a pesar de las adversidades “han sido una práctica durante toda mi vida. Es lo que me ha permitido organizarme, resistir, luchar en el seno de un amplio contingente social y político. En mis tareas como parte del pueblo organizado, como actor revolucionario, he tratado siempre que expresen una condición moral, una actitud que parte de la coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos, lo cual es una condición esencial para crecer como seres humanos”.

Precisamente, una de las cualidades del revolucionario que se ha debilitado y en bastantes casos perdidas es la fidelidad a las convicciones, esa esencia del ser revolucionario, esa rebeldía, ese amor, esa entrega incondicional, esa causa colectiva, el ponerme en los zapatos de los demás, comiendo juntos en pobreza y en riqueza, conviviendo solidariamente en las adversidades y alegrías.

Y en este devenir del presente y el futuro, Leonel González destaca que “Nuestros sueños atraviesan por momentos difíciles, nuestras sociedades son cambiantes y por lo tanto nuestros valores y principios nos deben inspirar para luchar y hacerlos realidad en cada nuevo escenario social y político, sin renegar de ellos, saber cuándo hay que resistir a las condiciones adversas y cómo avanzar en momentos favorables, sin caer en una subjetividad triunfalista”.

Esos tiempos cambiantes los estamos viviendo, con el actual gobierno de Nayib Bukele. Olas de odio, desesperanza, persecución política, es lo que experimentamos: la democracia en El Salvador está en peligro en la misma medida en que el autoritarismo avanza. Muchas personas son indiferentes a esta realidad, otras alaban a su rey con ojos de fanatismo y otros cambiaron de cancha sepultando su pasado revolucionario porque deben cuidar su bienestar personal e individualista. Como sea, hay libertad para escoger, dónde y con quién queremos estar.    

Pero, los verdaderos militantes revolucionario no son traidores de nuestros sueños e ideales colectivos; tenemos un compromiso histórico que nos heredaron nuestros mártires y heroínas, nuestros lisiados y veteranos, todas y todos aquéllos que sin vacilar dieron su vida para que continuáramos adelante con ética y compromiso, por una revolución democrática, hasta lograr vivir en paz y dignidad.

Así que los invitamos a reavivar esos sueños revolucionarios, que nos inspiran y nos hacen caminar con la mirada en alto, como dijera Marta Harnecker. Porque “los sueños son ideas a las cuales se debe fidelidad y se deben vincular en todo momento con el sentimiento del pueblo. Las ideas revolucionarias cuando echan raíces en el pueblo, maduran y se convierten en un motor imparable, en una fuerza movilizadora y creadora de entusiasmo revolucionario”, enfatiza Leonel González.

Jamás olvidemos nuestros orígenes, de dónde venimos, si nos sentimos perdidos nuestro pasado nos dará el rumbo en nuestras vidas. Nuestro pasado es como la brújula que necesitamos para conducirnos por la vida. “Todo mi pasado se vuelca hacia el presente y de manera especial hacia el futuro: se que el camino es largo, duro y complejo, pero he aprendido a ser paciente y constante. No dudo de la victoria de nuestro pueblo y se que la garantía de que ello suceda radica en que siempre combatiremos, lucharemos, por alcanzar mayores niveles de bienestar de la población de este pequeñito pero gran país”, enfatiza Leonel González.

Así que sigamos adelante, con mucha pasión y ternura, con agradecimiento a la vida, sin jugar a la politiquería, sin perder la creatividad y la rebeldía, porque “si combinamos bien el entusiasmo y la energía de las nuevas generaciones avanzaremos más lejos”, Leonel González en su autobiografía “Con sueños se escribe la vida”.

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