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¿Sincronía o sincronicidad?

Wilfredo Arriola,

Escritor

Es probable que tu alma ya sabía que ibas a leer este articulo antes que tu cuerpo y toda la motricidad que lo impulsó para que lo hicieras. La sincronicidad tiene que ver en parte con esto, las decisiones misteriosas que, por misteriosas, muchas veces pasan al campo de lo inexplicable. Tampoco considero que tenga que ver con un perfil filosófico, pero sí, es necesario procurar entenderlo, generándose preguntas de acuerdo a la capacidad de observación lo cual considero necesario, como todo humano curioso en busca de sentido de respuesta, a pesar de que no la haya o si la hay, esté sumergida en un océano basto de conocimiento, en consecuencia, lo hace más interesante en el proceso de búsqueda.

Hay diferentes conceptos homogéneos, pero con distintas particularidades, Sincronicidad y Causalidad. La Sincronicidad se podría decir es una relación inconstante por contingencia, con equivalencias o significado (la coincidencia de un estado psíquico con un proceso correspondiente y su resultado es una simultaneidad de hechos) de modo qué, habrá que tener la entereza de percatarse al momento súbito de su ejecución. La causalidad, es la relación constante por efecto de una actividad dando por resultado lo realizado previamente. Y me gustaría agregar una definición también malinterpretada que es la Sincronía: combinación de un suceso o actividad en un mismo periodo temporal, generando así, hechos que se desarrollan de manera concordante, por ejemplo, los engranes de una máquina de un reloj; los movimientos suman una sincronía para que su funcionamiento sea optimo y de por resultado el efecto para lo que fue concebido.

En la concepción taoísta, esta es una de las premisas que se destacan, en voz de Ch´uang Tsé, afirma, “si tienes perspicacia, utiliza tu ojo interno y tu oído interno para penetrar en el corazón de las cosas y no tengas necesidad de conocimiento intelectual. Esto es una clara alusión al conocimiento absoluto del inconsciente”.  Para Leibniz, filósofo alemán afirma que Dios es el creador del orden. El compara el alma y el cuerpo a dos relojes sincronizados, de tal manera según su idea, el reloj de nuestra voluntad está sincronizado con el de nuestro movimiento psíquico, además remata, que en nuestra decisión no se ha hecho influir de nadie, ningún poder causativo o determinativo y ningún efecto de ningún tipo en nuestro movimiento. Si nos detenemos en nuestro pensar con cautela, no encontraríamos un concepto de determinación, dicho esto, Dios es el definitivo y único motor que dispone nuestra voluntad, dando por resultado el fin misterioso del futuro.

Aunque se dice que la sincronicidad guarda relación con el conocimiento humano y que aparentemente existe fuera del hombre. Hipótesis formulada en la filosofía de Platón. Hay muchos argumentos formulados a partir de la premisa de este misterioso tema.

La sincronicidad me resultó un fenómeno curioso, a partir de mi vivencia he tenido muchas manifestaciones del tema. Cito a partir de mi experiencia personal dos casos: Soñar de madrugada con un bolígrafo que se me fue dado en calidad de regalo y que, dicho sea de paso, firmé unos documentos en ese preciso momento. Al despertar, al arreglar unas cosas, encuentro un bolígrafo perdido de hace meses en mi habitación. Salgo a ver a mi madre, y me regala un lapicero que se le fue dado a ella y decidió dármelo a mí, al trascurrir el día, alguien en una agencia bancaria me pide prestado un bolígrafo, sumando eventualidades bajo una misma idea, que no logré comprender del todo ¿Qué nombre le adjudico a ello? Habrá que preguntárselo. Cito otro, con el tiempo suelo encontrarme a un amigo de la infancia en un periodo de dos veces por mes, en el lapso de tres meses me con lo encontré cuatro veces seguidas, y en las cuatro ocasiones yo llevaba la misma camisa, ¿una predisposición de mi subconsciente? Todas las ocasiones en distintas áreas, no era un lugar común para considerar que el hecho se ha repetido a raíz de la causalidad, sino más bien de la sincronicidad.

La teoría de la sincronicidad es un tema sumamente indefinido, hay mucha información para poder sacar diferentes teorías, comentarios y otras formas de interpretación, sin embargo, lo que sí se puede decir con certeza, es que es un contenido abstracto, lo que cual lo convierte en misterioso e interesante. Nos impulsa al hecho de la meditación de agudizar nuestros instintos de observación y reparar en lo que nos acontece. El territorio de la vida es un lienzo en el que se desarrollan un sinfín de acontecimientos, y habrá que estar preparados para ahondar en su desenvolvimiento. Afinar nuestro ojo como un cirujano hinca su aguja milimétrica en el punto exacto para configurar una mejora en lo que toca. Abandonar la idea, según Jung, de considerar que la psique esta relacionado con el cerebro y apelar a un comportamiento significativo, lucido o inteligente que inferirá con la sincronicidad, esto último no tiene nada que ver con la acción cerebral, acota el psicólogo Jung.

Me pregunto ¿Qué más oportunidades de hallazgo hemos dejado pasar a partir de lo desorientados que solemos andar por la vida? ¿Qué nos dirá nuestro subconsciente a la hora de soñar y procurar entender nuestras formas oníricas? ¿Tenemos la capacidad de recordarlo? Sugiero en este basto e infinito conocimiento personal, anotarlo y tratar de entrenar nuestra forma de análisis, a lo mejor son señales que nos negamos a ver y se nos presentan a diario en la vida. Lao- Tsé escribe en su famoso Tao-Te King:

Hay algo sin forma, aunque completo,

que existe antes que el cielo y la tierra.

¡Qué apacible! ¡Qué vacío!

No depende de nada, no cambia,

Lo impregna todo, es infalible.

Uno puede considerarlo como la madre de todas

las cosas que existen bajo el cielo.

No conozco su nombre

pero lo llamo “El Significado”

si tuviera que darle un nombre

le llamaría “El Grande”.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.