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Sin alternativa y en campaña electoral en plena pandemia

Gonzalo Montano

Este no es un escrito académico ni nada por el estilo. Simplemente es una opinión (impopular) que me surgió al observar a tantos precandidatos a alcaldes y diputados en el actual contexto, y es que, ciertamente, una de las peores cosas que nos pudo pasar a las y los salvadoreños ha sido enfrentar dos emergencias en un año preelectoral. La primera emergencia es la de salud provocada por el virus SARS-CoV-2 (causante del COVID-19), la cual ha impactado a todo el mundo. La segunda son las tormentas tropicales Amanda y Cristóbal, las cuales golpearon al país por casi dos semanas.

Las personas más afectadas han sido las que se encuentran en una mayor situación de empobrecimiento. Viven en barrios, cantones y colonias a los que presidentes, alcaldes y diputados llegan solo cuando hay campaña electoral pero que, una vez electos, no vuelven a visitar.

Durante estas emergencias, tanto el presidente como sus funcionarios, así como la mayoría de alcaldes y diputados, han mantenido un discurso en el cual aseguran mostrar “la preocupación por el pueblo” y “la preocupación por los más necesitados” que tienen, cuando en realidad solamente es estrategia de campaña electoral de la cual hemos sido una pieza.

Las imágenes de los alcaldes, las de los diputados y las del presidente “ayudando” a las personas más afectadas le han dado la vuelta a todo el país y hasta han llegado fuera de nuestras fronteras. Esto no solo lo han hecho los partidos políticos tradicionales, y en quienes quieren volver a reelegirse, sino que también en aquellos nuevos partidos y “nuevos liderazgos” que tienen (supuestamente) una nueva forma de hacer política.

Aclaro que no está mal que se apoye a las personas en mayor situación de vulnerabilidad (eso se aplaude); sin embargo, mi critica va dirigida a la instrumentalización que algunos han hecho del sufrimiento de las personas para ganar, evidentemente, votos. Las emergencias han caído como anillo al dedo para quienes centran su interés en llegar a ocupar un curul y para quienes buscan seguir manteniendo poder, eso nos queda cada vez más claro.

Desde que asumió su cargo, el presidente de la República, Nayib Bukele, ha estado en campaña electoral. Ha realizado ataques de deslegitimación hacia los otros dos órganos del Estado, principalmente a la Asamblea Legislativa, la cual es el gran objetivo a alcanzar en las elecciones de 2021. Esta campaña constante, así como las notorias motivaciones del presidente y su grupo de tener y ejercer un poder absoluto, han llevado a El Salvador a entrar en una crisis democrática. Crisis que ya se venía gestando desde antes de las emergencias, pero son estas las que lo han dejado mayormente en evidencia, ya que las ha aprovechado para montar sus mítines políticos y atacar a sus adversarios.

Ante la situación de tener un Gobierno con tendencias autoritarias, que rompe el Estado de derecho y el orden constitucional cada vez que puede, ¿cuál es la alternativa?

Considero que, frente al riesgo de perder nuestra frágil democracia, es necesario que todos nos articulemos en torno a fortalecer la democracia, sin dejar de lado también la lucha por mejorar las condiciones de vida de las personas. Busquemos alguna alternativa en lo más inmediato: las próximas elecciones.

Empecemos por el partido Nuevas Ideas, cuyos precandidatos para las elecciones de alcaldes y diputados han proliferado como plaga en plena pandemia. Este partido, que se presenta a sí mismo como diferente a los tradicionales, ha demostrado ser la cloaca de encuentro para lo peor de ARENA, FMLN, CD, PCN y PDC. Ahí están reunidas todas aquellas personas que, por diversos motivos, no lograron conseguir o tener la oportunidad de optar a un cargo de elección con sus anteriores partidos.

Además de estos, se encuentran los oportunistas, quienes buscan conseguir algo y les da igual si el partido es de izquierda o de derecha o de centro, si es autoritario o democrático. Lo único que quieren es obtener una tajada del pastel.

Hemos visto cómo -de manera descarada- este partido hace campaña política con fondos públicos, aprovechando los programas de apoyo que se han generado a raíz de las emergencias. Tal parece que esto ha pasado desapercibida por las instituciones encargadas de regular la situación.

ARENA, el partido que representa a la extrema derecha en El Salvador, siguiendo su política clientelista, se ha sentado a negociar a puerta cerrada los regímenes de excepción y los endeudamientos con miembros del gabinete de Gobierno. Con esto han demostrado un servilismo ante los caprichos del presidente. Claro, hay un ala más complaciente que otra. Sin embargo, hasta la fecha, como partido, no han presentado ninguna oposición real y no hay motivos para serlo mientras los intereses de los grandes empresarios no se vean afectados. Ciertamente este partido está muy alejado de la defensa de los intereses de la mayoría de la gente y de la democracia.

Está también el FMLN que, si bien es el que más cara le ha plantado a los caprichos del presidente, su oposición sigue siendo tímida y ecléctica. El aparataje mediático del actual Gobierno, los constantes ataques por parte de Bukele, la debacle que ha venido teniendo electoralmente el partido de izquierda y sus 10 años de administración del Gobierno sin mayores cambios en las condiciones de vida de la gente, lo condicionan a ir midiendo sus posturas para no ir perdiendo mayor simpatía en el electorado.

Hasta la fecha se conoce poco sobre sus propuestas para alcaldes y diputados para competir en los próximos comicios. Sin embargo, su militancia debe tener claro que no se debe promover la reelección de la vieja guardia, la cual sigue enquistada dentro de las argollas de poder internas del partido. Si ya de por sí el FMLN se ha ido convirtiendo cada vez menos en una alternativa, seguir por ese camino lo llevaría a su fin. Por el contrario, deben de promoverse liderazgos juveniles, con ideas frescas, fuera de las influencias de la dirigencia, pero firmes en sus ideales. Solo así algunos de sus candidatos serán considerados para ser electos.

Nuestro Tiempo, el partido que se presenta a sí mismo como una alternativa de oposición nueva, nace con una contradicción de propuestas ideológicas diametralmente opuestas, con figuras de la izquierda y la derecha. Parece ser un partido donde todos tienen a alguien a quien votar. Ubicados en el centro y con una perspectiva humanista, como dictan sus estatutos, colocan a la ciudadanía en el foco de toda su actividad. Tienen unos objetivos que se plantean progresistas a pesar de que uno de sus principales fundadores presentó en su momento una ley de privatización del agua.

Si bien la defensa de la democracia es actualmente una prioridad, es necesario también escuchar sus propuestas de carácter estructural para el país. De este partido hemos empezado a conocer a algunos de sus precandidatos y, sin duda, también el contexto de emergencia les ha ayudado con el inicio de su campaña.

En este entramado partidario tenemos a GANA, actual partido de Gobierno al que pertenece Bukele y que se ubica en como centro derecha. Hasta el momento se ha comportado fiel a los dictados del presidente, apoyando a cabalidad su discurso. Acá no se puede esperar una oposición a las tendencias autoritarias de Bukele ni, mucho menos, un interés genuino en apoyar los Derechos Humanos o en mejorar las condiciones de vida de la gente.

Para finalizar, quiero agregar que, a falta de alternativas claras para las siguientes elecciones, es momento de que quienes nos sentimos inconformes y con gran desconcierto por no saber a quién votar empecemos a crear nuestras opciones.

Hago dos sugerencias. La primera es crear una alternativa que aglutine los intereses de la gran mayoría de las personas desposeídas, de mujeres, personas LGBTI, y otros sectores históricamente excluidos por este sistema. Es verdad que los tiempos para presentar propuestas de creación de partidos ya pasaron, pero debemos pensar más allá de la construcción de un instrumento político electoral y empezar por uno que haga resistencia e incidencia desde la calle.

Las elecciones están a la vuelta de la esquina y no participar del juego electoral nos puede terminar perjudicando más, por lo que mi segunda propuesta es que en las próximas elecciones salgamos a votar. Pero no hay que hacerlo por bandera, ya basta de esos votos a ciegas, de esos votos sin criterio. Usemos esta oportunidad valiosa que tenemos de votar por rostros y hasta de cruzar el voto; conozcamos a las y los candidatos, cuestionémoslos y hagamos que se comprometan.

Este ha sido y será un año difícil. Estamos en una pandemia a la que no se le ve fin y a las puertas de iniciar oficialmente la campaña electoral. Vaya haciéndose la idea de que las muertes, las ayudas y las obras serán utilizadas para lograr ganar su voto, lo cual es lamentable en el actual contexto de emergencia.

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