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Posglobalización, proteccionismo y relocalización empresarial

German Rosa, s.j.

En el contexto de la guerra comercial entre los Estados Unidos y la República Popular China, están ocurriendo cambios subterráneos en las dinámicas de las inversiones empresariales a nivel internacional (Cfr. https://www.diariocolatino.com/la-globalizacion-en-proceso-hacia-la-posglobalizacion-parte-ii/).

El 11 de diciembre del 2001 China, entró a formar parte de la Organización Mundial del Comercio. El gigante asiático ha demostrado un impresionante crecimiento económico, ha logrado una expansión de sus inversiones y también de la marca “made in China” en el comercio mundial. El proteccionismo económico de la actual administración del Presidente Trump, responde a la búsqueda de la reducción del déficit comercial, retomar el control del mercado interno y recuperar la hegemonía económica y financiera de los Estados Unidos, en esta etapa de la posglobalización. Obviamente que esto ha conducido a confrontaciones bilaterales entre las dos principales potencias mundiales.

Durante el año 2017 China vendió en los Estados Unidos, productos comerciales por 505,470 billones de dólares, mientras que Estados Unidos ha vendido un total de 129,893 billones de dólares en mercancías a China. Al déficit comercial se suma el tema de la piratería, las transferencias tecnológicas y de seguridad a causa del espionaje a las empresas norteamericanas (Cfr. Fernando de la Iglesia Viguiristi. 16 feb/2 mar 2019. USA y China en guerra comercial. La Civiltà Cattolica, p. 365). Obviamente que estas prácticas pueden ser atribuidas a ambas partes.

La guerra comercial ha ido en una escalada de aranceles a productos de importación provenientes de ambos países, y no sabemos hasta dónde puede llegar dicha confrontación. Una cosa importante a tener en cuenta es que en las guerras comerciales no existen vencedores, porque todos pierden. Se reducen los intercambios comerciales, disminuye el crecimiento y la innovación, se encarece el costo de la vida y como siempre ocurre, los primeros que pierden son los pobres. En esta guerra comercial se prevé que quien comenzará a sentir el impacto es el consumidor final, porque pagará el costo inmediato, ya sea vía la transferencia de impuestos a los consumidores o con el incremento de costos en la producción de las mercancías, en consecuencia de los productos en el mercado.

En este contexto de cambios y confrontación de la globalización hacia la posglobalización, la ingeniería empresarial ha ido teniendo una doble dinámica en las últimas décadas. En la globalización las empresas practicaron la deslocalización y en la posglobalización, se observa la dinámica de la relocalización de las mismas, ya sea a su lugar de origen o a terceros países más rentables. Obviamente que este es un tema amplio y complejo. Comenzaremos a pensar sobre sus implicaciones, sabiendo que no se pueden tratar todas en un pequeño artículo.

a) La globalización apostó por la deslocalización empresarial y la inversión directa en el extranjero. La globalización apostó por el traslado de las empresas de los países más industrializados, hacia los países que le brindaban mayor rentabilidad. Este proceso se conoce con el nombre de deslocalización industrial. ¿Qué buscaban las empresas con estas inversiones en terceros países en vías de desarrollo? Invertir en donde hubiera menor costo de la mano de obra; encontrar lugares con menos restricciones de protección medioambiental y sin mayor resistencia a la contaminación producto de los procesos industriales; además, condiciones de trabajo más flexibles, que permitieran menor seguridad laboral y una mayor jornada laboral, etc. Todo esto tuvo sus consecuencias negativas en los países destinos de dicha inversión industrial, por ejemplo: el deterioro del medio ambiente y la explotación, sin negar que también creó empleo, mejoró la calidad de vida de una parte de la población y se convirtió en un motor de la economía y el consumo interno de dichos países. Tuvo sus grandes ventajas y también sus inconvenientes.

Actualmente, las empresas que se habían extendido fuera de sus países de origen, ya no tienen altos índices de rentabilidad como hace un par de décadas. En los años 80s ocurrió un amplio desplazamiento de la manufactura y de servicios de países desarrollados, a países con menores costes de mano de obra, inicialmente en actividad de baja calificación y después en otras más cualificadas. Con ello, desde los años ochenta se produjo un notable aumento de la inversión extranjera directa de empresas multinacionales en dichos países. Aunque los países avanzados han retenido las actividades productivas más intensivas en conocimiento, se produjo un rápido proceso de difusión de tecnología hacia los países emergentes. Hoy la tendencia es hacia el retorno de las empresas a sus lugares de origen y el proteccionismo de las economías nacionales. Se habla incluso de un proceso de recesión y desaceleración del crecimiento económico. El capital se invierte donde es más rentable, no siempre se beneficia a la población ni a los sectores sociales más vulnerables.

Pero este proceso de deslocalización empresarial tuvo sus consecuencias e impactó en las economías de los países que la practicaron. Se puede recordar cómo incrementó la desocupación en el país de origen de las empresas, provocó movimientos críticos ante dichos cambios (Cfr. https://economiatic.com/que-es-la-deslocalizacion/). Todo este proceso de deslocalización tuvo como fundamento la ley del mercado de disminuir los costos e incrementar la producción para obtener mayores beneficios económicos.

b) El retorno de las empresas a sus lugares de origen, proteccionismo y el recomienzo de una nueva etapa. Hoy se percibe la tendencia inversa a la apertura de las fronteras para la inversión extranjera, por la que apostó la globalización. En la posglobalización se está apostando por la relocalización o el retorno de las empresas a los países de origen o el desplazamiento a terceros países. Por ejemplo, una empresa española dedicada a la comercialización de ropa deportiva en la década de 1990, decidió deslocalizar su producción, enviándola a China. Veinte años después, el nuevo contexto económico llevó a esta compañía a decidir la relocalización de la producción, trasladándola ahora a Brasil, porque ofrecía costos de producción más bajos (Cfr. https://definicion.de/relocalizacion/).

Podemos mencionar otros casos. Cuando la multinacional alemana Adidas, decidió a principios de los noventa trasladar a China e Indonesia sus plantas industriales, para fabricar zapatos y artículos deportivos, recibió fuertes críticas de quienes pensaban que la medida amenazaba la estabilidad del empleo. La firma quería aprovechar la mano de obra barata, justificó el traslado por razones de competencia. Veinte años después, el aumento de los costes de fabricación en Asia y la automatización, empiezan a poner en entredicho esa ventaja de las economías emergentes. La misma Adidas se prepara para dar un vuelco a su estrategia, con el regreso de parte de su producción a Alemania en centros automatizados. Obviamente, que el retorno de Adidas generará empleo, pero solo en las actividades consideradas de alto valor añadido, como las de asistencia a las nuevas máquinas.

La posglobalización está orientando la producción hacia la robotización. El nuevo centro de producción de Adidas, denominado Speedfactory, se ubicaría en Ansbach, en el sur de Alemania. Se trata del proyecto de una fábrica de 4.600 metros cuadrados, donde impresoras en 3D y brazos mecánicos producirían zapatos moldeados y personalizados, según las exigencias de los clientes. Una primera serie de 500 zapatos se realizarían en el 2016, y la producción en escala empezaría en 2017. Adidas produjo 301 millones de pares de calzado deportivo en 2015 y necesita producir 30 millones de pares adicionales cada año, para alcanzar sus objetivos de crecimiento para el año 2020. En el futuro, el grupo planea construir fábricas de robots que operen en Gran Bretaña o en Francia, e incluso podría producir las camisetas del equipo nacional de fútbol de Alemania en estos centros. El rival de Adidas, la multinacional estadounidense Nike, también se estaba planteando la puesta en marcha de fábricas con robots (Cfr. https://elpais.com/economia/2016/06/06/actualidad/1465233181_184904.html).

Los casos de relocalizaciones más relevantes están ocurriendo en Estados Unidos. Desde el 2013, el presidente Obama, exhortó a las empresas a aprovechar la impresión en 3D para devolver algunas de sus fábricas a casa. Y firmas como General Motors, Walmart y Caterpillar ya han respondido a esta petición. La web que se encarga de informar sobre cómo repatriar las fábricas, Reshoringinstitute.org, menciona más de 300 casos de relocalizaciones, entre los cuales destacan los de Boeing e Intel. Se trata de proyectos de alta tecnología computarizada en plantas inteligentes en los Estados Unidos. Intel, por su parte, anunció que construirá sus microprocesadores en Arizona (Cfr. https://elpais.com/economia/2016/06/06/actualidad/1465233181_184904.html).

En esta nueva etapa de la economía mundial, la industrialización está orientada al empleo de la alta tecnología, que plantea una vez más no solo el tema de la reducción de los costos de producción, sino que también pretende crear las fuentes de empleo necesarias en los países de dichas empresas.

Entre las razones por las que las empresas se trasladan a los países de dónde salieron originalmente están: reducir el desempleo con la creación de más puestos de trabajo, reducir la desigualdad de los ingresos, y motivar a los trabajadores más cualificados a buscar empleo en sus países de origen (Cfr. https://prezi.com/xwxex9vmj-zb/relocalizacion/). Pero la relocalización supone costos de reinstalación y también se pueden reproducir los mismos problemas, que se crearon en los países a dónde se trasladaron las empresas inicialmente cuando ocurrió la deslocalización.

La dinámica de la relocalización empresarial, al parecer se irá ampliando en el contexto de la posglobalización y más en este período de la gran confrontación y la guerra comercial entre las dos potencias del mundo. Nos parece oportuno concluir un adagio popular: “Entre dos litigantes el tercero goza”. Y en este conflicto podemos retomar las palabras del autor D. Gros que cita Viguiristi: “Mientras que los Estados Unidos impongan impuestos más altos a los productos chinos, los productores europeos gozarán de una ventaja competitiva, sobre los productos chinos en el mercado estadounidense. Del mismo modo, en el mercado chino los productores europeos y asiáticos tendrán una ventaja competitiva sobre los productores estadounidenses. Por lo tanto es probable que una parte importante del comercio entre los Estados Unidos y China sea distribuido entre Europa, el Japón y en otras economías asiáticas cercanas al mercado chino” (Fernando de la Iglesia Viguiristi, 16 feb/2 mar 2019, p. 373). También hay un adagio clásico que conviene recordar, en estos momentos de grandes confrontaciones, “¡aprendamos por cabeza ajena!”, porque hay grandes implicaciones en todas estas transformaciones. Quizá la relocalización afecte al mercado laboral de los países latinoamericanos, en la medida en que las empresas del primer mundo se hayan deslocalizado a esta región del mundo y decidan abandonar a su suerte a algunos de nuestros países. En realidad, el tema de las inversiones éticas y el pleno empleo sigue siendo un gran desafío en nuestro contexto latinoamericano.

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