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El papa es rodeado por miles de fieles católicos al llegar a Acatepec. (Foto Diario Co Latino/Osservatore Romano/AFP

Papa clama por un México sin emigrantes y sin «traficantes de muerte»

Por Jennifer González Covarrubias/Yemeli Ortega/Ecatepec/San Cristóbal de las Casas/AFP

El papa Francisco clamó el domingo por que los mexicanos hagan de su país una tierra de oportunidades donde «no haya necesidad de emigrar para soñar» y donde no hay riesgo de caer en manos de los «traficantes de la muerte».

En una homilía pronunciada ante 300.000 fieles en el violento suburbio capitalino de Ecatepec, buy mind Francisco invitó a «hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad. Donde no haya necesidad de emigrar para soñar, donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar».

Hablando en una ciudad golpeada por la violencia, especialmente contra migrantes y mujeres, el pontífice pidió hacer de México «una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte».

El mensaje papal se produjo al final de su misa masiva en Ecatepec, situada en una zona que es paso de emigrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos.

Poco antes, advirtió sobre las tentaciones del demonio de buscar el dinero, la fama y el poder.

«Hermanas y hermanos, metámoslo en la cabeza, con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar porque nos va ganar siempre. Solamente la fuerza de la palabra de Dios lo puede derrotar», expresó el prelado argentino, al reconocer que «sabemos lo que significa ser seducidos por el dinero, la fama y el poder».

Un día antes, el papa presionó a líderes políticos y obispos a combatir la violencia derivada del narcotráfico.

Muchos feligreses durmieron bajo improvisadas casas de campaña hechas con trozos de plástico y cartón, soportando temperaturas hasta de cero grados, para asegurar un lugar en la misa.

«Nosotros confiamos en Dios y tenemos fe, por algo viene el papa» a Ecatepec, dijo Luz María Osorio Cruz, una vecina de 60 años, que desafío la inseguridad de la zona durmiendo en la calle para poder entrar a la misa.

La ciudad de 1,6 millones de habitantes forma parte del estado de México, una región que se volvió lúgubremente famosa por las alarmantes cifras de desapariciones de mujeres y los hallazgos de muchos de sus cuerpos desmembrados flotando en el Río de los Remedios, a unos 20 km de la sede de la misa de este domingo.

Al menos 600 asesinatos de mujeres entre enero de 2014 y septiembre de 2015 se han registrado en el estado, según registros de la ONG Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.

Los feligreses consideran que la visita del papa a Ecatepec debe ayudar a renovar la fe de sus habitantes y despertar la conciencia de los criminales.

Con Francisco en la ciudad «a ver si contrarrestamos algo (de la violencia), las mujeres merecen el respeto. A ver si el papa nos hace reaccionar para poder ser un país libre y en paz», reflexionaba la noche anterior Francisco Valdez, un septuagenario dueño de una imprenta.

La misma preocupación expresó Janis Alexandri Vargas, un travesti de 31 años que acudió a la misa.

«Sabemos que el papa apoya a la comunidad gay y venimos para que se acabe tanta homofobia, los feminicidios y las violaciones de niños, que sabemos que hay gente que son pederastas y que a ellos no los juzgan como a nosotras», dijo Vargas.

Feminicidios

Pero otros habitantes de Ecatepec piensan diametralmente distinto. Karla Paola Romero, una estudiante de sociología de 21 años, estuvo a punto de engrosar la cifra de desapariciones de mujeres hace tres años, cuando dos hombres intentaron secuestrarla afuera de su casa.

Al pie del Cerro Gordo, donde en diciembre apareció el cuerpo desfigurado de una mujer con huellas de violación sexual, Romero espeta rabiosa que el papa decidió visitar Ecatepec para «formar una fe», pero que se equivocó de lugar porque «esa fe está perdida».

Antes de llegar a México, el pontífice argentino dijo que hablaría claro sobre la corrupción y el alto índice de criminalidad que afecta a varios puntos del país, con más de 100.000 muertos o desaparecidos en una década.

El sábado aprovechó su visita al Palacio Nacional y a la catedral de la capital para exigirle a líderes políticos y religiosos que hagan más gestos para devolverle la paz a los mexicanos.

Con el presidente Enrique Peña Nieto a un lado, el papa dijo a legisladores y funcionarios del gobierno que tienen el deber de darle a los mexicanos una «justicia real» y una «seguridad efectiva».

Más tarde, en la catedral instó a los obispos y arzobispos a enfrentar el narcotráfico «con coraje profético».

El papa visita Chiapas, el estado indígena menos católico y más pobre de México

En la penumbra de la madrugada, miles de indígenas mexicanos rodeaban junto con una gélida neblina, el centro deportivo donde Francisco dará el lunes una misa en Chiapas, donde impulsará la presencia de la Iglesia católica entre las empobrecidas comunidades autóctonas y se acercará a los migrantes.

Después de haber denunciado el narcotráfico y la corrupción durante los primeros días de su gira, el pontífice llegará a este estado entre las húmedas montañas del sureste mexicano, en la tercera jornada de su visita al país, que se extenderá hasta el miércoles.

Ahí, autorizará formalmente el uso de lenguas indígenas en las ceremonias católicas durante una masiva misa que se celebrará en un centro deportivo del pintoresco San Cristóbal de las Casas ante diversos grupos étnicos.

Las lecturas y los cantos de la misa se harán en lenguas chol, tzotzil y tzeltal por los mismos indígenas, mientras familias tojolabales y zoques entregarán ofrendas de pan y vino.

«Llevamos varias horas caminando desde San Andrés Larráinzar. Traemos alegría de ver al papa, aunque sabemos que no por eso se resolverán las cosas», dijo a la AFP Miguel López, mientras caminaba el polvoriento camino con sus huaraches y su sombrero con cintas multicolor.

Envueltos en cobijas o en los pelajes tradicionales de sus étnias, grupos tzeltales, tzotziles y choles, muchos con niños en brazos, se animaban en su larga peregrinación con cantos, porras y rezos de rosario.

Por su parte, una familia mestiza entregará a Francisco una colecta para construir dos nuevos albergues para migrantes, que se espera estén presentes en la misa y a quienes el papa ha defendido a capa y espada.

Chiapas, fronteriza con Guatemala, es la puerta por donde llega desde Centro y Suramérica un masivo flujo de migrantes que viajan clandestinamente con la esperanza de llegar a Estados Unidos.

Bandas del crimen organizado e incluso autoridades corruptas aprovechan este fenómeno para extorsionar y asaltar a indocumentados en su camino.

Francisco «es el papa migrante, no sólo por su origen sino también porque su prioridad pastoral son los migrantes», dijo a la AFP el padre Alejandro Solalinde, un aguerrido defensor de los indocumentados que, sin embargo, piensa que «la política pública de mano dura no va a cambiar» con el mensaje del papa.

Francisco ya dirigió un primer mensaje a los migrantes el domingo en su misa masiva en Ecatepec (centro), cuando pidió «hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad, donde no haya necesidad de emigrar para soñar».

Catolicismo a pique

Después de la misa en el centro deportivo, el papa comerá con dos obispos locales y ocho indígenas.

«Estoy contenta de ver al papa», dijo en un marcado acento tzeltal Dominga Sántiz, una catequista de esa etnia que formará parte del convivio.

El líder católico también se reunirá con enfermos en la catedral de San Cristóbal.

Se espera que allí visite la tumba de Samuel Ruiz, un legendario obispo que fue mediador entre el gobierno y la guerrilla Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuyo levantamiento en armas para defender los derechos indígenas cimbró al país en 1994.

México es el segundo país más católico del mundo, con más del 82% de su población que se declara católica. Sin embargo, en Chiapas, sólo el 58% de sus habitantes son católicos, según el último censo oficial.

El protestantismo y otras religiones como el islam crecen, sin embargo, en la zona.

Reconocer la labor del obispo Ruiz e integrar las culturas indígenas es «asegurar la supervivencia de la iglesia católica», estimó Solalinde.

Descontento latente

A unas horas de la llegada de Francisco alegres notas de marimba envolvían la plaza principal de San Cristóbal, donde decenas de indígenas aprovechaban la presencia de turistas y fieles para vender sus coloridas artesanías.

Pero, más allá de las apariencias, Chiapas no tiene mucho que celebrar.

«Sabemos que el gobierno quiere ocultar o quiere aparentar que todo está tranquilo, pero nosotros sabemos bien que eso no es verdad. Hay problemas: pobreza, marginación, desplazados», dijo molesto a la AFP Octavio Gómez, un indígena tzeltal de 45 años que habita en la cercana comunidad de La Candelaria. Los ánimos empezaron a fermentarse hace unos días, cuando más de un centenar de indígenas y campesinos reclamaron con plantones al gobierno que en vez de organizar una visita papal, atienda los apremiantes problemas de Chiapas.

Con una pobreza del 76% de la población, esa región tiene el índice más alto del país.

El gobierno negoció la salida de los inconformes y mandó echar una nueva capa de pintura para tapar los grafiti de protesta.

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