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PALIANDO LA CRISIS

Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador

De cara al alza de precios generalizada, el gobierno dio a conocer la pasada noche del 10, una serie de medidas encaminadas a enfrentar la situación económica en la que está derivando la población.

Entre otras, anunció que el estado se privará durante un corto período de tiempo de dos de los impuestos con los que se carga a la gasolina, lo que debería aliviar a la población.

También anunció como se despachará inspectores para revisar los contenedores recibidos en puerto, con el objeto de corroborar que lo reportado por estos sea precisamente lo que los consumidores recibirán en calidad y cantidad.

Se verificará además que el transporte público deje de abusar en los cobros del pasaje a los usuarios, lo que ha sucedido durante meses sin que reaccione el estado.

Como sea, luego de reconocer tácitamente los límites que el modelo neoliberal ha impuesto a nuestra economía, como las graves debilidades estructurales que situaciones como la presente exponen gravemente, ha querido el ejecutivo presentar estas medidas, como otra serie orientada a estimular la inversión, para tranquilizar a la población en estos particulares momentos.

Lo que no ha referido el ejecutivo es el que no solo las enunciadas medidas dirigidas a proteger a la población no son insuficientes, pues no puede por principio regular al mercado, o lograr de parte de este un equilibrio “ético” especulativo entre el beneficio y el rendimiento, dentro de una superestructura que es por definición cautiva.

Dicho de otra manera, ninguna medida de control de parte del estado será efectiva porque el mercado salvadoreño es cautivo, presa del oligopolio, no produce absolutamente nada, no se incentiva o estimula, castigando para colmo impositivamente cualquier tipo de producción interna, se favorece financiera y estructuralmente la producción y oferta extranjera, se premia el consumo y desarticula el proteccionismo en favor de un mercado voraz y caníbal, que ahora es incapaz de brindarnos un blindaje mínimo ante estas circunstancias.

Para terminar, ninguna medida orientada a promover la inversión extranjera tendrá ningún éxito, en la medida que la gestión pública siga cautiva del nepotismo, por intermedio de un estado cooptado por el oficialismo, que responde al capricho de una particular familia, que niega la realidad de violencia social que padece la población, que usa arbitrariamente los recursos del estado negándose a dar cuenta de ello y persigue y reprime cualquier voz que le sea disidente.

Sencillamente, ningún inversor en su sano juicio expondrá sus recursos a un estado cuyas reglas de juego financieras van en contra del sentido común, son en extremo arriesgadas y no se soportan más que en una audacia malentendida que raya en el suicidio financiero, que ya nos colocó al borde del abismo como nación.

No pueden los genios del entorno presidencial seguir manipulando las condiciones financieras, pues es probada su malicia, y debe la crisis que ya llegó abordarse integralmente, recuperando el agro e impulsando la industria, esfuerzo que, de emprenderse ahora, llega decenios de años tarde, pero es mejor así que nunca.

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