Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso
Un sentimiento de nostalgia embarga mi ser, al contemplar a Santa Tecla 171 años después de su fundación, en la que notables ciudadanos de la época fijaron sus ojos en ella, con el fin de convertirla en la capital de la república.
Difícilmente puede escribirse en esta crónica la historia de tan importante metrópoli, que resguarda en su interior majestuosos monumentos, templos e inolvidables costumbres que la hacen única de otras. De acuerdo con la historia; Santa Tecla se fundó un 08 de agosto de 1854, la que luego pasó a llamarse Nueva San Salvador por disposición del presidente José María San Martín (+); retomando su nombre original en 2004 a iniciativa de Tecleños de Corazón y el decidido apoyo de las autoridades edilicias de ese tiempo.
En el recuerdo quedarán, las caminatas por sus viejos portales, en la que chiquillos correteaban en su interior, alternando con aquellos personajes como el Primo, Neto el escobero, la Cabra, entre otros, quienes marcaron con sus ocurrencias nuestra niñez y juventud.
Su viejo mercado con sus vetustos poyetones, donde se guisó suculentos platillos, para deleite de propios y extraños; y qué decir de sus estrechos pasillos, sorteando a los mecapaleros que con enormes bultos sobre su espalda se abrían paso entre los compradores; entre ellos Paco Flauta (+) y Refugio (+), de grata recordación.
Sus calles empedradas, por las que transitaron yuntas de bueyes con rumbo al mercado, calles y avenidas inundadas en invierno que, obligó a la construcción de puentes de una acera a otra, mientras los más pequeños jugaban con sus barcos de papel, llevando consigo sueños de superación.
Tardes de pláticas en los antiguos barrios, en la que sus puertas se abrían de par en par convidando al vecino a una taza con café y semita mieluda, en la que nadie en los alrededores era desconocido.
El campo de feria en diciembre, con sus juegos mecánicos iluminados de colores, las que furtivamente abordábamos con el fin de no ser descubiertos por sus operarios, quienes sin mediar palabra aplicaban tremendos azotes a las pantorrillas de los infractores.
Épocas de circo en descorridas carpas con olor a aserrín, palomitas de maíz y manzanas en miel; en la que bellas bailarinas y graciosos payasos, arrancaban enormes suspiros o sonoras carcajadas de los asistentes.
Y qué decir del enorme legado de grandes deportistas, escritores, pintores, músicos, caricaturistas y diversos personajes, que sería difícil mencionarlos a todos.
¡Felicidades Tecleños y Tecleñas!

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