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Lento crecimiento, estancamiento y recesión: pasado y perspectivas de la economía salvadoreña

Tomado de Carta Económica
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B)Fuertes niveles de evasión y elusión fiscal.

La dimensión del problema de la evasión y elusión se puede dimensionar en el libro ¨Manual de la Corrupción de ARENA 1989-2013¨ se estimó que el problema de la elusión y evasión fiscal para el fisco significó la pérdida de más de 24, thumb 597 mil millones de dólares en 20 años, salve un promedio de 1,230 millones de dólares anuales.

En el Gráfico No.3 se tienen los cálculos de este problema en el período 2009-2015, siendo el 2015 una estimación sobre las proyecciones oficiales de la economía. Para el período 2009 y 2014 los montos de evasión y elusión significaron, según los cálculos nuestros, 15,296 millones de dólares, una evasión y elusión promedio de 2,459 millones anuales. En el mismo cuadro podemos apreciar que si a los ingresos devengados del Estado le sumamos la elusión y evasión los ingresos fiscales de los seis años analizados hubieran pasado de 21,009 millones a 36,355millones, es decir,  un incremento de un 73%, lo cual sin duda hubiera significado que no existiría déficit fiscal o más correctamente pudo significar más educación, salud, ataque frontal a la pobreza, generación de empleo, reactivación de la economía, etc., no estaríamos peleando por 30 ó 40 centésimas de crecimiento.

En el marco neoliberal el déficit fiscal es un objetivo más que un instrumento de la política económica, que tiene en el trasfondo garantizar que los Estados paguen el servicio de la deuda, garantizando el funcionamiento y la especulación del sistema financiero internacional.

Sin embargo, el déficit fiscal debe ser una palanca de política económica para estimular el desarrollo, esto es más cierto en países subdesarrollados como el nuestro, con débiles desarrollos en sus fuerzas productivas, aunque sí debe manejarse en fronteras límites que no supera los dos dígitos paro evitar distorsiones fuertes en los precios relativos.

En el marco de institucionalidad del FMI y de la Banca Multilateral, estos países han aceptado someterse a esa visión errónea e interesada del manejo del déficit fiscal, es así que el país tiene otro condicionante para tener una política recesiva de gasto público, al estar presionado a mantener políticas que lo obligan a tener como meta llegar a déficit fiscales del 1% al 1.5%, que la meta constante que el FMI busca imponerle al país. Los análisis del Ministerio de Hacienda siempre están tratando de definir medidas que hagan cumplir esa meta, ya sea buscando reducir el gasto social, focalizar subsidios, poner nuevos impuestos indirectos o buscando reformar las pensiones para reducir su impactos en el gasto.

La reflexión de este párrafo es para hacer ver que toda esa política equivocada desde el punto de vista social y de la necesidad que el Estado sea un factor impulsor del crecimiento y el desarrollo, no existiera si la elusión y la evasión fiscal no absorbieran tantos recursos del Estado, el cual podría así abandonar la política recesiva y dejar de estar sometido a las presiones del FMI y la Banca Multilateral.

Estas reformas neoliberales se encuentran enmarcadas en un contexto global de transnacionalización del capital, en el que los circuitos nacionales de acumulación articulados en un mercado mundial van transformándose hacia circuitos transnacionales de producción y acumulación, a través de la transnacionalización de mercados, sistemas financieros, procesos de producción y transnacionalización del control del capital nacional.

En esta estrategia se incorpora no sólo el tema de la apertura de las economías en cuanto al comercio, la inversión y el control de los recursos naturales y crear los paraísos  laborales y fiscales para sus transnacionales, sino igual, abrir el sistema monetario hacia una economía financiera mundial manejada por los grandes centros financieros de los Estados Unidos, Inglaterra, Europa y Japón.

Entender esta dinámica de la economía mundial es determinante para poder comprender el comportamiento de la balanza de pagos y la balanza comercial en nuestro país. En el desarrollo del  modelo neoliberal implementado en nuestro país desde los años noventa, el eje central es el  comercio internacional.

Es en ese marco histórico que, con 30 acuerdos bilaterales de comercio e inversión en la década de los años noventa y  la inauguración del Siglo XXI con la dolarización y los Tratados de Libre Comercio, se profundizó la desventaja competitiva de nuestro aparato productivo y se introdujo en la balanza comercial una dinámica contrapuesta de lento crecimiento de nuestras exportaciones y de un rapidísimo crecimiento de las importaciones, como se muestra en el gráfico 6.

El desbalance comercial del país se incrementó en un 261% entre el año 2000 y el año 2014, como podemos apreciar en el gráfico 6. En el año 2000 el déficit comercial fue de 2,007 millones dólares, que representaron ese año, el 15.3% del PIB; para el año 2008, previo a la crisis, este déficit llegó a representar un 24.2% del  PIB, lo cual demuestra claramente un problema estructural grave de la economía en su marco de apertura. De cada dólar de PIB generado, 24.2 centavos se iban en cubrir el déficit comercial, esto ha significado, en términos de flujos, que las remesas recibidas por el país han venido cubriendo parte de este déficit y el resto se ha cubierto con los flujos provenientes fundamentalmente del endeudamiento externo.

En el año 2009 el déficit comercial disminuyó en un 33% debido a la caída del producto interno bruto lo que significa que por cada punto porcentual de disminución del PIB el déficit se redujo en 11%.

El saldo negativo y el creciente peso en el PIB se debe a la  pérdida de competitividad de la economía que muestra una elasticidad mayor del Producto Interno Bruto con relación a las importaciones, más que con las exportaciones producto de la implementación de las medidas neoliberales. El índice de elasticidad estimado en relación a las exportaciones/importaciones para el periodo 1990-2013,  muestran que existe una mayor elasticidad a la importaciones, de 0.47%, contra un 0.40% de elasticidad a las exportaciones. Pero el escenario es distinto si analizamos el periodo 1965-1989 antes de la implementación del modelo neoliberal, los resultados indican durante esos años una mayor elasticidad hacia las exportaciones de 0.59% mientras que la elasticidad a las importaciones era de 0.55%.

El déficit comercial, en el período analizado, pasó de representar un 15.3% del PIB en el año 2000, al 20.7% del PIB en el año 2014. La tendencia es clara y expresa un problema estructural que si no se enfrenta nos seguirá llevando crecientemente a la lógica del endeudamiento y a mantenernos en el subdesarrollo, dada la estructura productiva de bienes y servicios del país.

Este déficit, en términos monetarios, se incrementó para el período a $5, 565 millones, equivalentes  a más del 25% del PIB del año 2014. Como ya se mencionó la estructura del comercio mundial es adversa a nuestra economía no sólo por el déficit en sí, sino también por la alta dependencia que esto nos genera con el ahorro externo, lo cual nos inhibe el desarrollo del país.

Este problema tiene su contraparte en la cuenta de capitales de la balanza de pagos., como lo muestra el gráfico 7. En el marco de la dolarización y con la entrada de los tratados de libre comercio en la década pasada, los pasivos extranjeros en el país pasaron de 9,744 millones de dólares en 1999 a 22,889 millones de dólares en 2014, es decir que se incrementaron en un 234%. En cuanto a la inversión de El Salvador en el exterior ha crecido en promedio 6.1% anual en el periodo 2002-2014, pasando de 3,879 millones de dólares a 7,666 esto es un aumento del 97.6%.

Los principales componentes del total de activos los constituyen la cuenta de moneda y depósitos, que representan el 33% del total de activos, compuesta por las reservas internacionales del BCR y las reservas de liquidez, que en el marco de una economía dolarizada son fondos de los ahorrantes. Estos ascienden a 2,504 millones de dólares. La inversión directa de los salvadoreños en el exterior representa un 9% del total de activos, con un acumulado de 692 millones de dólares al segundo trimestre del 2014.

En cuanto a la composición del total de pasivos del exterior, el 76% (17,439 millones de dólares) del total está compuesto por la IED (39% equivalentes a 8,939 millones de dólares) y por los préstamos (37% que representa 8,500 millones de dólares). La inversión extranjera directa se incrementó en 6,252 millones de dólares en el período 2000 al 2013, pero ésta ha sido  en buena parte, orientada a la compra de activos nacionales por parte del capital transnacional, más que al desarrollo de nuevas fuerzas productivas.

La alta presencia de las transnacionales en la IED se ha caracterizado por estar constituida por empresas rentistas que además tienen muy poca o nula fiscalidad, convirtiéndolas en exportadoras netas de capital. Es así que en los últimos 14 años, estas empresas enviaron a sus matrices 8,327 millones dólares en concepto de utilidades y 3,192 millones de dólares  por repatriación de capitales.  En total sustrajeron del país 11,519 millones de dólares. De esta manera, bajo el esquema de dolarización y tratados de libre comercio, por cada dólar invertido en el país por las transnacionales, han extraído 1.40 dólares.

Este comportamiento de la  IED explica, en buena parte, la bajísima inversión en El Salvador y permite inferir que la política implementada para atraer inversión extranjera limita las capacidades de desarrollo de la estructura productiva, a partir de la promoción de empresas rentitas que no transfieren tecnología, con bajo encadenamiento en la matriz productiva doméstica y que generan muy  bajo valor agregado, al encontrarse en los últimos eslabones del encadenamiento productivo internacional. Además, estos capitales transnacionales mantienen competitividad por reducción de costes laborales, lo que implica condiciones de empleo precario.

Con un esquema de atracción de inversiones por exenciones, tienen una baja fiscalidad lo que hace que el país esté subsidiando la extracción de rentas nacionales y promoviendo la precarización laboral, a favor del capital transnacional. Esto exige una verdadera redefinición de la política sobre inversión extranjera.

El crónico déficit comercial sumado a la extracción sistemática de capitales genera fuertes necesidades de financiamiento para el país que, bajo el entorno dolarizado, se cubre con los flujos de remesas y el creciente endeudamiento. Así, para el año 2014 la deuda del sector público no financiero llegó a los 14,535 millones de dólares y representaba un 57.4% del PIB; además se argumenta que sin la deuda previsional, los Certificados (CIP) A, que ha emitido el Gobierno desde el año 2006, esta relación deuda PIB, se reduce al 45.4%, lo que significa que las finanzas públicas estarían bien si este problema de las pensiones se elimina.

Desde nuestro punto de vista el análisis anterior, es un análisis que no refleja la realidad del problema de la deuda del SPNF, fundamentalmente por dos elementos:

A) incorporamos la Deuda Previsional que realmente tiene el Estado, más allá de las emisiones que ha hecho hasta ahora de los Certificados (CIP-A)

El cálculo actual de la deuda previsional del Estado a valor presente año 2013, totalizaba 24,028 millones de dólares, lo que hace que la dimensión real de la deuda del SPNF sume en el año 2014, $39,725 millones de dólares, lo que hace que la relación PIB con la deuda del SPNF se dispare al 156%.

Esto enciende una alarma real de la gravedad del problema de la deuda, el verdadero problema significa un 99% más de endeudamiento en relación a las cifras oficiales del Ministerio de Hacienda.

B) Introducir el problema de la tendencia del servicio de la deuda.

Entre el año 2000 y el años 2014, el Estado ha pagado un servicio de la deuda acumulado de $23,413, millones de dólares, no obstante su deuda se ha incrementado de $4,816 millones en el año 2000 a $39,725 en el año 2014, esto incluyendo la deuda previsional. Sin deuda previsional se ha incrementado a $15,697 millones. El Estado está en una trampa de la deuda sin solución en los parámetros o políticas con que se está manejando este problema.

El servicio de la deuda en el año 2000 fue de 813 millones de dólares, ya era un problema representando casi el 6.2% del PIB, ahora representa el 6.7%, esta relación argumentan los organismos financieros internacionales y el Ministerio de Hacienda todavía es manejable, esto debe verse con cuidado dado que el monto del servicio es variable en una tendencia a incrementarse, así podemos ver que en el año 2009 este porcentaje llegó al 11.1%.

El 2009 el servicio de la deuda equivalió al 84% de los ingresos tributarios, en el período hasta el 2014, este porcentaje ha disminuido hasta un 42% en el año 2014 y las proyecciones para el 2015 expresan el mismo porcentaje. Esta relación termina de demostrar la incapacidad de pago y lo insostenible de este problema que exige una acción del Gobierno hacia una renegociación total de la deuda más allá de estar renegociando plazos.

El Gobierno debería entrar en un proceso de renegociación que debería de incluir moratoria, condonación y buscar fuentes alternativas de financiamiento fresco con otros parámetros de negociación diferentes a los de la Banca Multilateral y los Mercados Financieros internacionales, donde se está negociando la mayoría de la deuda nueva a partir de la emisión de los Eurobonos, en unos términos totalmente insostenibles para el país.

Las necesidades de financiamiento del país, generadas por los flujos negativos de la balanza de pagos, son cubiertas también por la deuda privada. Al ser un país dolarizado, toda deuda al final requiere dólares, moneda que no tenemos y cada vez que requerimos de ella tenemos que traerla de afuera, es decir,  en el país toda deuda es externa, que debe pagarse con los flujos de recursos del exterior. De ahí que se vuelva necesario evaluar las condicione de la deuda país, además de dimensionar hasta donde la economía nacional funciona a partir de deuda o de sus propios recursos.

Para nuestro país, si a la deuda pública total le sumamos la deuda externa del sector privado y la deuda de los hogares y las empresas con la banca a nivel local, resulta que la economía salvadoreña ha llegado a un nivel de endeudamiento equivalente a los 54,872 millones de dólares, que equivalieron en el año 2013 al 236% del Ingreso Nacional Bruto.

Esa carga de endeudamiento nos expresa sencillamente que vivimos del crédito, con el agravante que el país no genera recursos externos netos por lo que la trampas de la deuda no es un tema sólo de las finanzas públicas, sino que de toda la economía en su conjunto, quedando claro de nuevo otro elementos que nos explica la razón del lento crecimiento y la imposibilidad hasta ahora de poder tener un crecimiento económico que nos saque de la crisis de pobreza de masivo desempleo y de la falta de desarrollo de nuestra fuerzas productivas.

La Deuda Externa del Estado, equivalió el año 2014 a 384 veces lo generado por las exportaciones, de modo que debemos casi 4 veces las exportaciones futuras del país. Si le sumamos a las exportaciones las remesas, esta relación es de 188%.

Este análisis es insuficiente debido a que la deuda privada externa se pagará igual con las divisas que genera el país, directa e indirectamente, o sea, con las exportaciones y las remesas que envía la fuerza de trabajo que salió del país, reside en el exterior, pero la inmensa mayoría de ella se formó en el país.

Así la relación deuda pública más la externa privada, en el 2014 equivalía al 552% de las exportaciones de ese año, es decir,  el país tiene hipotecas las exportaciones de los próximos 5.5 años. Al agregarle las remesas esta relación es de 269%.

Los problemas analizados con relación a las finanzas públicas, el comercio exterior, la deuda y la IED, dan cuenta de un modelo neoliberal que convirtió nuestra economía en una exportadora neta de capitales, financiados estos capitales, con el  trabajo de los y las salvadoreñas, con las remesas de las familias salvadoreñas radicadas en el exterior, y con un proceso de endeudamiento que tiene al país en una trampa de endeudamiento que cada vez se profundiza más.

Estas condiciones han generado una situación macroeconómica de grandes desbalances, esto lo podemos ver en el cuadro 4. Todos estos desbalances se han incrementado de manera muy agresiva en el período de la dolarización y TLC. Así, podemos ver cómo el déficit fiscal pasa de 399 millones  en el año 2000 a casi los mil millones en el año 2013; el déficit en la Balanza Comercial pasó de 2007 millones en el año 2000, a casi 5300 millones en el año 2013, el déficit en Ahorro e Inversión pasó de un saldo positivo anual en los años 2000 y 2001, a un saldo negativo anual de más de 1100 millones de dólares.

Solamente estos tres balances han venido generando una presión por obtener ahorro externo que en el año 2000 era de casi 2400 millones en ese año, a casi 7,400 millones en el año 2013, en este último año, esta presión significó el 30.5% del PIB. No podremos salir de la crisis económica que nos ha heredado el neoliberalismo, si no revertimos estos desequilibrios macroeconómicos.

La suma de estos desequilibrios entre el año 2000 y el 2013 totalizaron 67,327 millones de dólares. Estas cifras nos dicen que en nuestro país han existido masivos recursos financieros que si no tuviéramos un modelo económico que se dedica a exportar recursos financieros, estaríamos en una situación económica y social totalmente diferente a la que enfrentamos.

Esta situación nosotros la consideramos grave en el sentido que el país está en una trampa macroeconómica de deuda, dado que la única fuente significativa de recursos para cubrir este requerimiento de ahorro externo son las remesas que no cubren ni el déficit comercial, lo que significa que la economía año con año profundiza su trampa de endeudamiento, hasta que los organismos financieros internacionales y los mercados internacionales de capital le nieguen más financiamiento, y antes de eso nos sigan financiando cada vez a un mayor costo financiero, que acelera más el círculo del endeudamiento.

Desde nuestro punto de vista, el Gobierno y el movimiento social organizado deben iniciar, más temprano que tarde, a redefinir profundamente la política económica, para comenzar a desmontar el neoliberalismo y buscar revertir los flujos perversos de exportación de capital que el actualmente, le impone  a la economía salvadoreña el neoliberalismo.

No debería esperarse a que el default lo indique el capital financiero internacional, nosotros deberíamos poner la agenda y con toda seriedad,

A) Desmontar la política regresiva fiscal; atacar frontalmente la corrupción fiscal;

B) Montar una estrategia para desmontar la dolarización;

C) Renegociar la deuda externa buscando una moratoria de 10 años y condonación con la deuda bilateral;

D) Buscar fuentes financieras alternativas a la banca multilateral y del mercado internacional de capitales, manejados por los grandes pulpos  financieros del capitalismo;

E) Plantear la renegociación de los TLC para incorporar el tema de las asimetrías;

F) Convertir al BCR en la autoridad monetaria que regule y oriente el sistema financiero nacional hacia el desarrollo de los sectores reales de la economía y le elimine su sesgo rentistas y especulador, además de que organice la banca estatal para que juegue un papel determinante con el financiamiento de estos sectores, actuando como banca de primero y segundo nivel;

G) Negociar con la IED para que financie los sectores estratégicos que se definan en una política de mediano y largo plazo de parte del Estado, no se puede seguir con un marco de políticas económicas centradas únicamente en el corto plazo a las expectativa de crecer centésimas;

H) Atacar frontalmente la fuga de capitales de la burguesía oligárquica y hacerla que tribute también a partir de las utilidades de obtenga en el extranjero, esto lleva a la necesidad de implantar la renta mundial.

Si este proceso no se inicia urgentemente seguiremos flotando en el mar tumultuoso del neoliberalismo hasta que nos hundamos, ese barco no tiene puerto de destino como país. Decimos que es mejor manejar la crisis a que la crisis nos maneje. Todo lo planteado puede ser viable y, sin duda, se puede hacer viable financieramente. El desarrollo de una nueva política económica, que se base en el desarrollo de las fuerzas productivas con todo lo que eso significa y que retomar el carácter social de la economía, dejando atrás el absolutismo de la ganancia, el libre mercado y la perversidad de que un país pobre como el nuestro, sea fuente de grandes acumulaciones de riqueza de capitalistas nacionales, de las transnacionales y del sistema financiero del capitalismo mundial.

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