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La otra privatización

José Roberto Osorio
Sociólogo

No. En esta ocasión no se trata de la venta de grandes activos del Estado, aquellas empresas  públicas dedicadas a telefonía y similares, cuyo proceso ya terminó. Se trata del aprovechamiento de sitios públicos, que pertenecen a todos, para actividades que por lo general se realizan en el marco del sector informal de la economía. Aunque los mismo se  observa de manera creciente por parte de empresas públicas  y privadas.

Para evitar incorrectas interpretaciones, clara y enfáticamente debe señalarse  que de  ninguna manera se está en contra que las personas se  esfuercen en realizar alguna actividad que les procure ingresos y subsistencia, en particular en una situación en que falta el empleo formal y con derechos. Por el contrario, a falta de políticas públicas y otras intervenciones que de manera efectiva generen empleo  decente o establezcan marcos facilitadores de emprendimientos y acciones similares, es ineludible y necesario que las personas se  auto creen sus propios negocios, normalmente micro o pequeños.

Para tener una idea de la magnitud del asunto, conviene examinar datos de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM), realizada  en 2016,   reflejándose allí que el 28.9 % de los ocupados se clasifica como cuenta propia, de estos el 26.1 % son cuenta propia sin local y el 2.8 % cuenta propia con local.  En el año 2015, la situación fue bastante similar ya que los cuentapropistas fueron el 29.1 % de los ocupados y de ellos,  el 26.0 % no tenía local.

Los cuentapropistas sin local, son justamente los que en su mayoría ocupan espacios públicos para instalar sus negocios. Algunos son ambulantes, pero una buena cantidad, se ubican en las  aceras, vías públicas, parques, etc.

Hay algunos efectos colaterales o no deseados de esas actividades que conviene comentar. Si usted  no conoce la situación, tome un paseo por los edificios grandes  ubicados en los alrededores  de  la plaza “El Salvador del Mundo” y verá como un grupo de  vendedores  se  ha tomado hasta la mitad de la calle. Puede, si lo desea visitar también el Parque Bolívar o el “centro” de  cualquier ciudad grande y después nos cuenta.

La utilización de  aceras para distintos negocios, obliga a los transeúntes a bajarse a la calle lo que representa un grave peligro para las  personas. No son pocos los accidentes reportados. Pero, con objetividad, no solo los cuentapropistas utilizan las  aceras para fines particulares. Otros negocios, también han usurpado las vías públicas y las  usan como estacionamiento permanente, generando los mismos o peores  problemas  para los peatones, que supuestamente tienen el derecho de paso por esa infraestructura.

Las personas que tienen instalados sus negocios en las  aceras o en las calles son muy susceptibles con su espacio y por ello no es recomendable pasar cerca de la “plancha” de pupusas  o de las mesas y sillas para los clientes o intentar estacionarse en vías ya tomadas por instituciones o empresas, lo que como mínimo le puede ganar unos cuantos improperios. La  situación es  compleja y no se ve, ni a lo lejos, que pueda haber  una solución parcial o completa sobre el problema ya que las  personas en afán de sobrevivencia se ven obligadas a tomarse espacios públicos y por la idea de lo “políticamente correcto” o la actitud de “no hagan olas”, el asunto va para largo.

En municipios donde  las  autoridades han decidido realizar acciones responsables y necesarias para despejar las  calles y abrirlas al transporte público y privado, se han producido hechos de violencia que prácticamente anulan cualquier  iniciativa.

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