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La libertad, una breve reflexión

Lic. Mauricio Vallejo Márquez*

La libertad es una condición inherente del ser humano. Sin ella es imposible que la humanidad pueda desarrollarse sanamente. Sin embargo, la libertad es una condición interior que responde a límites definidos por cada individuo.

La libertad y sus límites

Un bebé está en su corral. Limitado no sólo por el lugar, sino por la naturaleza que no le permite tomar su propia decisión de salir de allí o de quedarse. Tiene límites que lo mantienen en ese lugar, pero si llora tiene la posibilidad de que su madre lo saque. Esto mismo vive el ser humano a lo largo de su vida.

Los límites son parte de la existencia. Desde que el ser humano se encuentra en el mundo debe de aprender a vivir con ellos y superarlos. Estas barreras nos detienen de no caer en dificultades, o en la muerte, y además mantiene en cause a la sociedad, a la familia y a la comunidad.

La libertad, en cambio, no sólo es parte de la vida sino fundamental para la existencia humana, pero no puede existir una verdadera libertad sin límites. Estos deben ser estudiados y comprendidos para no romperlos y caer en la prisión del libertinaje que lleva a un descontrol al hombre reduciendo su vida o su propia libertad. Una persona tiene la decisión de violar la ley o no. Si la viola es seguro que en un momento será atrapado y luego deberá pagar un castigo: la cárcel. Y todos sabemos que esta no es un lugar de recreo y libertad. En cambio si no viola la ley no tendrá que pagar un castigo y podrá disfrutar de su libertad. Entonces podemos apreciar que la libertad «es una cuestión de medida, de condiciones y de límites en cualquier campo» como lo expresa Nicola Abbagnano. Es decir que merecemos o disfrutamos la libertad gracias a las limitantes que al mantenerlas o cumplirlas mantiene el orden natural o el social.

Incluso para Jean Paul Sartre «la libertad es la elección que el hombre hace de su ser propio y del mundo». La libertad entonces está condicionada por nuestra forma de escoger como actuaremos ante las diferentes situaciones, y esta elección designa otras elecciones que también tendrá más límites.

Estos límites no permiten que exista la libertad absoluta, pues se ve limitada ante las libertades de su prójimo. La libre elección de cada uno termina en el lugar donde comienza otra libertad. El hombre tiene una libertad limitada.

«Se dirá libre aquella cosa que existe por la sola necesidad de su naturaleza y se determina por sí sola a obrar», afirmó Baruch Spinoza volviendo al hombre un ser con fronteras que no puede cruzar. El ser humano puede querer volar pero se ve limitado por su naturaleza o sus recursos. No puede volar pues no esta diseñado para hacerlo como un ave y tampoco puede montar un avión a menos que disponga de la cantidad que exigen las aerolíneas para hacerlo. Pero en cambio: «Sólo Dios es libre porque sólo él existe por la sola necesidad de su naturaleza divina, el hombre no», continúa Spinoza.

Conociendo esto nos damos cuenta que La libertad es una medida de posibilidades, una elección motivada o condicionada que está limitada tanto por nuestra naturaleza, las leyes dictadas por la sociedad, la moral y nuestros recursos económicos.

La libertad es sumisión

Sócrates demostró al beber aquella copa con cicuta que la libertad está subordinada a una decisión. Sin pensarlo dos veces optó por el suicidio antes de vivir fuera de la polis. A Sócrates se le obligó a escoger entre la muerte y el destierro de la polis. La vida fuera de la ciudad griega era un atropello a su pensamiento libre, así que la muerte era el único recurso para seguir teniendo libertad.

Platón, al contrario de Sócrates, no vio en la libertad un bien invaluable pues consideró que al entregarse a la esclavitud el hombre mejora. Es posible que él no considerara el sometimiento del hombre por el hombre como un hecho necesario para su evolución, sino que el sometimiento de nuestros impulsos naturales para buscar el crecimiento como personas.

Los griegos tenían una cultura esclavista y su aristocracia veía en la esclavitud las claves de la superioridad a la que se refería Aristóteles, además de un símbolo de poder como más adelante los romanos establecieron como un estilo de vida, así como sucedió en las naciones europeas y los Estados Unidos.

Muchos siglos más tarde también sostiene esta idea Jesucristo a lo largo de los Evangelios en los que expresa que el que sirve es mejor. Y es, precisamente, el servicio un sometimiento que se hace de forma voluntaria ya sea por remuneración o por iniciativa. El servicio es uno de los fundamentos del pensamiento cristiano. Más adelante en las cartas del Nuevo Testamento el apóstol Pablo profundiza en esa libertad de servicio llamándolo dominio propio el cual enumera dentro de los frutos de la fe. Éste busca que el hombre domine sus propios impulsos naturales para ser realmente libre. Este pensamiento nos habla de dos formas de libertad: la primera en la cual las pasiones inherentes al ser humano son satisfechas; en la segunda, la libertad de dominar esas pasiones que refuerza el concepto del dominio propio, donde vemos el sometimiento de las propias pasiones.

Ambos conceptos muestran que el hombre en realidad no es libre porque debe dominar su libertad. Ya sea porque es obligado a no serlo o porque éste por voluntad debe ceder.

Jean Jeacques Rousseau consideró que el hombre es libre por naturaleza y sólo puede ser limitado por las leyes. Es decir que esta libertad está sometida a algo, en este caso a lo que estipula un Estado. Es uno de los límites externos que se encuentran en nuestra vida como la naturaleza, la moral y los recursos económicos.

Friedrich Nietzsche en su tesis sobre la moral nos mostró un punto de vista más individualista o íntimo. La libertad es una condición humana en que el deseo es parte de nuestra vida, siendo una acción esclavizante del ser humano. El ser humano es esclavo de sí mismo por lo cual la libertad es sumisión.

El hombre nace libre, pero en esa libertad ya limitada por factores externos el hombre se vuelve esclavo de sus pasiones, sentimientos y emociones.

El hombre no es responsable de haber nacido libre dentro de sus límites, pero si de vivir con esa libertad. La libertad es una responsabilidad con la que debe habitar el hombre. La responsabilidad es una obligación. Desde el momento en que la ejecutamos estamos esclavizados a ella.

Libertad y decisión

La libertad no es la misma para todos, aunque tengamos ideas en común. Cada individuo forma su propio concepto fundamentado por sus costumbres, educación y por la historia.

De igual forma cada nación o cultura tendrá su propia forma de vivirla o de obtenerla. Todo depende de una decisión que tomó alguno de sus ascendientes hasta que esta se volvió una costumbre y sus descendientes decidieron seguirla.

También es importante la coyuntura en la que viven o por la que han pasado. No tendrán el mismo concepto un ciudadano que sufrió el Apartheid en Sudáfrica y un holandés. Cada uno de ellos considerará su libertad como un bien preciado. Mientras el sudafricano ve como un triunfo pasear por las calles de su país, sin el riesgo de ser golpeado por su color de piel, tras haber sufrido vejaciones a lo largo de los años; el holandés, mira como algo normal caminar por las calles y considera su libertad en la disposición de adquirir bienes o disponer de tiempo libre, para salir por las noches o su capacidad de viajar y conocer otras naciones.

Cada nación tiene su propia forma de ver la vida, ya no se diga la libertad. Los japoneses pueden negociar su libertad para obtener una libertad adquisitiva. Tras dejar la vida en los trabajos obtienen todo lo material que han soñado, perdiendo a voluntad su libertad o teniendo la libertad de decidir, como lo hemos visto a través de los siglos, en el pueblo nipón. Es esa libertad la que defienden y lo que sostiene su estoicismo aún en momentos tan difíciles como las bombas atómicas o los desastres más recientes.

Los africanos, la raza que más ha aportado a la música, consideran la libertad un hecho agregado dentro de su forma limitada de vivir. Y para ellos no es determinante vivir en una dictadura o en una democracia, sino existir. Esta talentosa gente ha soportado la esclavitud, el maltrato y el desprecio por siglos, pero aun así su espíritu es libre a través de los ritmos y de su fuerza.

Durante la Shoa o el holocausto millones de judíos fueron sometidos a la exterminación por los nazis y, sin embargo, su libertad no fue amedrentada, sobrevivieron a los escombros y decidieron ser libres en medio de los maltratos y llegaron a realizar su sueño de libertad física.

Los latinoamericanos con una larga tradición de dictaduras militares ven la libertad como algo amorfo e inentendible, volviéndose vulnerables a perderla. Los motivos pueden variar, en la mayoría de casos tiene que ver con factores externos a su propia naturaleza como la transculturización: muchos anhelan el estilo de vida de los estadounidenses y harán lo que esté en sus manos por tener esas libertades de gastar, tener, disponer, hacer.

Y el otro motivo es la realidad en la que vivimos. Todos los elementos de la cotidianidad salvadoreña en la que nos vemos inmersos: desempleo, delincuencia, inflación. La gente se ve limitada y decide que no tiene libertad, porque no es capaz de observar que la libertad depende de la decisión de cada individuo y no de los factores externos, estos sólo son una prueba para superar.

Libertad y creación

La página está en blanco. El escritor comienza su libre labor de escribir. Antes pudo planificar su obra, gestó una idea, un mapa de lo que realizará. Y puede trabajar sin percatarse que todo lo que crea tiene un referente: la observación. Todo lo que hace está delimitado en algo que ya existe o una combinación de los elementos que existen.

Tras conocer esto surge la primera limitante de la creatividad: ¿es en verdad libre el autor al crear? En apariencia lo es, porque puede hacer mezclas de la realidad sin la coercibilidad que en el mundo existe, y es en su creación donde es posible elaborar una obra de “la nada” y con libertad, pero la respuesta es no. El artista tiene una libertad limitada. Debe sortear varios límites para hacer su trabajo, aunque tenga libertad dentro de esos límites.

Cada artista deberá superar diferentes bordes para lograr innovar o para elaborar algo hermoso.

El literato se ve limitado al lenguaje en que desarrolla su obra, a sus normas e incluso a las licencias para trasgredir las normas. Así como a su entorno e historia, debe ser un conocedor de las diferentes ciencias humanísticas para tener una base sólida.

El pintor se basa en la realidad, en las formas, en los colores, en las líneas y trazos que existen en su alrededor.

De igual forma las diferentes artes requieren de su entorno para poder desempeñarlas.

Cada uno de ellos perciben su realidad a través de sus sentidos y podrán moverse dentro de esas fronteras.

El otro límite es su imaginación, la cual tendrá sus propios desafíos que no pueden ser superados, porque la naturaleza no le permite llegar más allá o no existe el suficiente tesón para lograrlo.

El artista podrá conocer de métodos y técnicas, pero si tiene ausencia de imaginación su obra no podrá trascender lo que a este le gustaría. Incluso por mucha imaginación que tenga se verá limitada por la misma imaginación, sin lograr traspasarla.

La imaginación está delimitada a la existencia primera, a lo que ya está creado. El artista se ve obligado a crear a partir de lo ya existente, incluso el que escribe de fantasías y de ciencia ficción. Todos parten de una realidad. H.P. Lovecraft ideó sus monstruos a partir de elementos que ya existían, formas tan nimias como la gelatina, el engrudo y el mismo aire.

Isaack Asimov escribió de androides semejantes a humanos, también habló de cybors con partes robóticas, algo que ahora es una realidad, pero en ese tiempo sólo era comparable a las prótesis que usaban los que sufrieron mutilaciones. De igual forma se puede ver en los diversos géneros literarios. Todos se ven limitados en lo verosímil y en lo ya existente, sean abstracto o no.

Dalí nos mostró formas curiosas que también partían de la realidad: una pierna, un brazo, un cuerpo con gavetas. Algo nuevo concebido de algo ya existente.

El arte a pesar de ser libre se ve sujeto a límites al igual que la vida de los seres humanos, con una diferencia: la libertad creadora puede liberarnos de la condición de ser humano y llevarnos a otra realidad en la que también hay límites.

Libertad creadora

La libertad es necesaria en la creación. Existen tres formas de utilizarla. La primera es el uso de métodos: lenguaje y observación. El segundo la experiencia. Y el tercero la combinación de las dos primeras.

Al artista poco le interesa si el conocimiento puede ser moralmente aceptable o no. Pero está consciente que es fundamental para retratar a la sociedad, dentro de la obra artística.

Boudelaire consideraba necesario conocer el lado positivo y negativo del mundo para crear, y defendía esa postura en sus obras, como ejemplo podemos leer los Poemas en Prosa y Las flores del mal. Ambas resultaron una afrenta para los moralistas de la época. El poeta francés no sólo era libre para crear, sino también para vivir. Mucho de lo que se encuentra en estas páginas son experiencias suyas.

Un autor al entrar en la experimentación sin límites, se convierte en transgresor de la libertad. Y por apelar a una libertad moral que se transforma en libertinaje llega a perder la libertad. Como le sucedió a Francois Villon quien fue condenado a muerte e indultado en varias ocasiones.

Por este libertinaje, la gente considera a los artistas personas libertinas, carentes de moral y de orden. Teniendo como resultado la confusión de la libertad con el libertinaje. Sin tomar en cuenta que la libertad existe con límites y en el libertinaje no existen fronteras y tiene como fin la destrucción.

La vida posee siempre un lado positivo y uno negativo. La obra artística refleja ambos lados como un espejo en el que la sociedad se ve reflejada. Algunas personas consideran que el bien y el mal son parte de un todo universal y lo comparan con el día y la noche. Los chinos en la antigüedad le dieron nombre a cada uno de estos: el ying (lo positivo) y en el yang (lo negativo). Hasta la fecha es necesaria la presencia de ambos, para que pueda existir cada uno de ellos.

El mundo tiene dos polos, el artista debe conocer ambos. Sin tener una justa apreciación su obra no tendrá la verdad que busca plasmar o será una aparente. Pero esta libertad de verificar ambos lados no tendrán que ver con su preferencia moral, sino con la habilidad que tenga de observar y copiar para crear.

Tal vez no sea necesaria su experiencia, pero si el conocimiento a través de la observación o de la referencia de terceros.

Es innegable que el literato requiere del conocimiento para que su obra sea verosímil.

En el arte es fundamental la libertad sin límites creativos. Si existen limitantes no se podrán dar las obras innovadoras ni las rupturas tan necesarias. Pero debe distinguirse siempre la diferencia entre libertad y libertinaje en las acciones y la forma de gestar la obra, porque traen como consecuencia la disociación con la sociedad o una vida efímera para la obra o para el individuo.

*Mtro. Mauricio Vallejo Márquez

Licenciado en Ciencias Jurídicas

Maestro en Docencia Universitaria

Escritor y editor

Coordinador Suplemento Cultural 3000

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.