Diario Co Latino 133 años informándote con credibilidad
Artículos relacionados
Santiago / AFP
Ana Fernández
Que la explotación de los recursos naturales está directamente relacionada con el deterioro del medio ambiente es un hecho, pero un grupo de investigadores suecos denuncia que el capital escondido en paraísos fiscales financia a las empresas que operan en la Amazonía brasileña y a las pesqueras.
«El capital financiero está moldeando los ecosistemas en todo el mundo», asegura Víctor Galaz, subdirector del Centro de Resiliencia de Estocolmo, en la presentación, este viernes en Santiago, de un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Estocolmo.
Entre octubre del 2000 y agosto de 2011, el 68% del capital externo que llegó a nueve compañías del sector de la soja y de la carne de vacuno que operan en la Amazonía brasileña fue transferido a través de alguno o varios paraísos fiscales, sobre todo, de las Bahamas, las Islas Caimán, las Antillas holandesas y Panamá, señala el estudio. En total, 18.000 millones de 27.000 millones que recibieron en este periodo.
«Esto representa hasta el 90-100% del capital extranjero para algunas compañías investigadas», asegura el estudio en el que han participado además de Galaz, Beatrice Crona, Alice Dauriach, Jean-Baptiste Jouffray, Henrik Österblom y Jan Fichtner.
Aunque no todo el capital procede de fuera. El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) inyectó cerca de 3.000 millones de dólares solo en 2010.
Muchas multinacionales reciben el 100% de capital extranjero a través de sus propias subsidiarias ubicadas en paraísos fiscales, asegura el investigador.
Lo que ocurrió con estas nueve empresas se pudo establecer porque Brasil era el único país que transparentaba desde el 2000 este tipo de operaciones a través del Banco Central, pero la normativa fue abolida en agosto de 2011.
Los datos incluían préstamos de entidades extranjeras, transacciones de leasing/alquiler y transacciones relacionadas con el comercio financiero, como el adelanto del pago de las exportaciones y las transacciones financieras para la importación.
En el caso de las empresas pesqueras, aunque solo el 4% de los buques de pesca registrados tienen bandera de algún país paraíso fiscal, el 70% de los buques que están o han estado implicados en pesca ilegal tienen bandera de algún paraíso fiscal, sostiene el estudio titulado «Paraísos fiscales y degradación medioambiental global».
El riesgo es que si se explota un sistema más allá de cierto punto, es todo el ecosistema mundial el que se resiente, alertan los expertos. «Hay un límite a la deforestación y el calentamiento porque existe el riesgo de que si se supera ese límite, parte de la Amazonía se convertirá en una sabana», alerta Galaz.
– Riesgo sistémico –
Por eso, «cuando alertamos sobre la presencia del sector financiero (en la explotación forestal), no sólo es para proteger la biodiversidad, el valor ecológico de ese bosque, sino que es para proteger la integridad del sistema climático, y si no se tiene en cuenta, estamos ignorando un riesgo sistémico en la forma en que estamos invirtiendo», aduce.
«El acceso al capital importa» y la mayor cantidad de capital en el mundo «no es verde, es gris o negro», asegura Galaz en el país de sus ancestros.
Aunque las implicaciones políticas, económicas y sociales relacionadas con estas jurisdicciones financieras secretas son conocidas, su papel en de apoyo a actividades con consecuencias potencialmente negativas para el medioambiente han sido hasta ahora ampliamente ignoradas, recuerda el estudio.
Buena parte del papel que juegan estos paraísos fiscales en la economía mundial se reveló en los llamados ‘Papeles del paraíso’ y los ‘Papeles de Panamá’ que mostraron el modus operandi de estas jurisdicciones financieras secretivas para escapar a la transparencia y de paso eludir el pago de impuestos, que podría alcanzar los 200.000 millones de dólares anuales.
Por eso concluye Galaz que si los gobiernos combatieran los paraísos fiscales, el medioambiente también se beneficiaría, así como una mayor transparencia sobre los flujos de capital.
«El nivel de secretismo financiero es impresionante. Es una batalla constante tener información financiera sobre inversiones», lamenta.
