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La ciencia robótica y la divinidad del hombre

Carlos Girón S.

Hasta los niños en la actualidad se dan cuenta del tremendo avance y desarrollo que han tenido en los últimos años la ciencia y la tecnología, al frente de lo cual se halla una pléyade de  científicos investigadores, inventores e innovadores, gracias a cuyos esfuerzos y logros han dotado a la humanidad de innumerables equipos, máquinas y sistemas completos y complejos; por ejemplo, en el campo de la salud –o mejor dicho para preservarla o ayudar a restaurarla, con la ayuda de la biología molecular, cuando se ha perdido-; o en el de la aeronáutica, con el envío al espacio de sondas exploradoras de otros planetas y galaxias, en busca de rastros de formas de vida, tal vez para que la humanidad o parte de ella pudiera trasladarse en algún momento ante la eventualidad de que las condiciones en la Tierra se hubiesen vuelto inhabitables. En este campo no es feliz el hecho del gran desarrollo que igualmente ha alcanzado la técnica para construir cohetes balísticos intercontinentales, dotados con ojivas nucleares, capaces de causar dantescas destrucciones de un continente a otro.

Por el lado bueno se tiene el avance de los sistemas de comunicación, donde ha habido logros pasmosos también, uno de ellos, quizá mínimo, pero avanzado, el poder tener contacto visual con las personas con las que se esté hablando por el celular, o bien por computadoras con Skype; asimismo, la comunicación por las redes sociales, que permite a las personas mantenerse intercomunicadas y transmitiéndose noticias de último momento, antes de oírlas en la radio y la televisión, o en los medios impresos.

La agricultura se ha visto también favorecida con la invención de máquinas para arar la tierra; sembrar semillas mejoradas; plaguicidas para combatir las plagas que dañan los cultivos; los fertilizantes de alto rendimiento, etc.

En el área de la producción industrial se ve la útil aplicación que tienen los sistemas computarizados que permiten plasmar prontamente los proyectos ideados e imaginados por los científicos, los cuales sirven tanto para optimizar la calidad de los productos, como para acelerar su producción. En el área de los electrodomésticos, las familias se ven favorecidas con la cantidad de aparatos que sirven para elaborar los alimentos; lavar y secar la ropa en un tris-tras.

La audacia del hombre le ha llevado a abrir otra puerta tras de la cual aparece la sorpresa del mundo de los robots, que están llegando a ser imitadores en muchos sentidos ya, de sus mismos diseñadores y constructores. Y es interesante cómo los niños en las escuelas y los adolescentes en las universidades han sido capacitados por profesores, o por propia iniciativa para construir robots ingeniosos. Los grandes fabricantes de estos muñecos de hierro y acero han llegado a hacerlos parecer como si tuvieran inteligencia propia, lo que naturalmente no es así, pues ello supondría que tienen alguna clase de alma y de vida. Lógico, no es así. Todos funcionan con minicomputadoras que les han colocado dentro de su armadura.

Aquí interviene el concepto moderno de la Inteligencia Artificial. Se dice que ésta está presente en todas las revoluciones que vienen pronto y que ya se están viendo, como pueden ser los drones, la conducción autónoma, los servicios personalizados digitales, la robótica –de lo que estamos hablando-.

La aplicación de la inteligencia artificial ya ha llegado -hace ratos- al campo de la medicina, donde se habla de la nanomedicina, como también la información analizable que proporciona el genoma humano, descubierto hace más de una década. Por eso se dice que todo ello redundará en una medicina altamente personalizada, con más potencial de un certero diagnóstico anticipativo.

Los científicos afirman que hoy en día se tienen ya los fundamentos para una revolución sin precedentes, que tendrá efectos en nuestra longevidad y nuestro bienestar y calidad de vida. Señalan que la medicina y la biología apoyadas por la computación, la nanotecnología y la biotecnología unen sus posibilidades a las que proporcionan los datos que aporta la secuenciación del genoma y la identificación de las enfermedades hereditarias. La robótica interviene ya hasta en la propia cirugía. Son muchas las pruebas y ensayos clínicos que se desarrollan en el ámbito de la nanomedicina. ¿Y qué es esto? Ya anteriormente hablé algo de este asunto. La nanomedicina es la rama de la medicina que utiliza los conocimientos de la nanotecnología en la mejora de nuestra salud, que aporta soluciones tecnológicas del tamaño de un virus.

La nanotecnología se dedica al control y manipulación de la materia a escala inferior a una micra (¡1.000 veces más pequeño que un milímetro!), para crear materiales, sistemas e incluso mini robots (nanobots) con propiedades únicas, capaces de realizar casi cualquier función. Imaginemos -por ejemplo- tomar una píldora que contenga un ejército de nanobots de tamaño molecular, programados para introducirse en las células de nuestro cuerpo y combatir a los virus, reparar alteraciones genéticas, eliminar moléculas nocivas, etc. inimaginable, sí, pero los científicos nos aseguran que es posible gracias a la nanomedicina –que no es nada del futuro, sino del ahora, del ¡ya!-.

Pero bueno, el corolario es que con todas esas maravillas descritas se comprueba la grandeza del hombre y la mujer –quitándoles lo feo de su inclinación al mal-, dotados de una profunda inteligencia, que no es artificial, sino natural, divina, una extensión de la inteligencia y sabiduría de Dios, por lo que se habla en el título de este escrito de la Divinidad del Hombre… Y por eso ningún robot artificial puede esperarse que llegue un día, aunque sea remoto, a superar o suplantar a esta criatura hecha a imagen y semejanza de Dios…

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