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Justicia y Derecho

Renán Alcides Orellana

Tu deber es luchar por el derecho, doctor troche pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia”, con esta expresión en su Decálogo del Abogado, el jurista Eduardo J. Couture  (1904-1966) plantea a los abogados -jueces, defensores y acusadores- lo que debiera ser norma inevitable que -bien aplicada-  haga de la justicia la virtud primaria, para el logro de una sociedad más justa y más humana.

La sabia sentencia de Couture sugiere a los abogados, en cualquiera de las ramas jurídicas de su ejercicio profesional, ser jurídicamente justos y humanamente coherentes, decidiéndose por la Justicia, antes que por el Derecho, si un día enfrentan la disyuntiva de decidir entre  ambas categorías: Justicia y Derecho. Desde luego -y así debe entenderse- no se trata de violentar leyes si el hecho lo demanda. Nada de eso. Se trata de dar vida a un imperativo más de orden moral que jurídico; es decir, equilibrio entre justicia y humanismo, con apego al derecho. Más bien, el necesario toque de humanismo, que a veces -casi siempre- hace falta, con rigidez jurídica cuando se trata de gente humilde (los sin chequeras ni poder político) y con evidente favoritismo a los otros (los devotos del poder y del dinero). Estos últimos beneficiarios, además, de la impunidad…

Hay que decir que esto de saber decidir entre Justicia y Derecho, debe ser norma no únicamente para el ámbito jurídico. Todo aquel que ostente un cargo, público o privado, debe meditar sobre lo conveniente, según el caso. Pero, bien por lo sugerido en el Decálogo de Couture, porque han sido -son- evidentes los hechos en que factores diversos, especialmente los de política partidista, sirven para presionar hacia fallos positivos o negativos. Así, es harto conocido el  favoritismo para muchos del poder político y económico, con “gruesos” expedientes penales, mientras los desfavorecidos por “no tener nada”, cada día son más que muchos. Un caso, sólo un caso:

Según noticia reciente, en sesión plenaria -25 de junio/15- la Asamblea Legislativa otorgó indulto al humilde campesino Leonel N., quien en 2013 había sido condenado a 5 años de cárcel, por el robo de una vaca, en La Isla, Acajutla, Sonsonate. Condena a 5 años, a pesar de que se sabía que el robo duró apenas 6 horas, pues la res fue rescatada. Por insistencia de la defensa desde hace 1 año, al fin se logró el indulto, después de que Leonel N. purgó 2 de los 5 años a los que había sido condenado. ¿No calificaba Leonel N. para ser sujeto del beneficio humanizado que plantea Couture, Justicia antes que Derecho? Nada de pedir violación a la norma jurídica; pero sí, hizo falta un mínimo siquiera de humanismo justiciero…

Sí, siquiera un mínimo del “humanismo” y la consideración que algunos jueces y fiscales -con evidente sometimiento- otorgan en cantidades industriales a altos jerarcas del poder -político y económico- acusados de graves ilícitos penales contra la sociedad, especialmente de robo o malversación de millones de dólares, destinados a beneficiar a las mayorías más necesitadas. Caso más emblemático y actual: Francisco Flores y el robo millonario de los donativos de Taiwán a El Salvador, para obras sociales.

Los pobres como Leonel N. sufren la celosa y exacta aplicación de justicia, sin un asomo siquiera de considerar la disyuntiva Justicia-Derecho; en cambio, los casos como Flores/Taiwán, tan claramente probados, gozan no sólo de beneficios personales, sino hasta de intríngulis jurídicos que aminoran, y hasta cancelan, la pena. Casos como este hay muchos, casi todos con viñeta de un partido político, con alardes de impunidad: ISSS, MOP, BFA, CREDISA, ANDA, MSPAS… y muchos más,,,

Quizás falte mucho para que el anhelo de la pronta y cumplida justicia, sea realidad. Pero, mucho podría avanzarse en este campo, toda vez que los juzgadores aprendan a fallar con sabiduría, especialmente en casos en que exista la disyuntiva de decidir entre la Justicia y el Derecho; y, sobretodo, la actuación con equidad jurídico-humanística, para satisfacer la demanda popular: “o todos en el suelo o todos en la cama”… (RAO).

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