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Redacción Nacionales
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Con fervor y devoción, laçtradicional procesión del 5 de agosto, previa a la Transfiguración de Jesús, fue celebrada modestamente en los alrededores de Catedral Metropolitana, luego que el Ministerio de Salud prohibiera reuniones colectivas, como medida de prevención por el COVID-19, que limitó la asistencia de los fieles católicos a las actividades religiosas dedicadas al Divino Salvador del Mundo, patrono de la República.
La Transfiguración recuerda el texto bíblico donde narra que Jesús y tres de sus apóstoles, Pedro, Santiago y Juan se dirigen al Monte Tabor a orar, y sus ropas se vuelven blancas y con rayos brillantes de luz; en El Salvador este acto es conocido como “La Bajada”, que representa a Cristo transfigurado, como luz para su pueblo.
En su mensaje, el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, pidió a todos un esfuerzo a colaborar juntos para tener un nuevo El Salvador, transfigurado, donde prevalezcan los valores del Reino que Cristo ha traído: la verdad, la justicia, la caridad y la paz.
“Es este momento oportuno para elevar nuestra mirada hacia el Divino Salvador del Mundo con gratitud y esperanza, con la ayuda del Señor vamos a salir adelante de esta doble pandemia, puesto que vivimos una pandemia a causa del Coronavirus y otra a causa del egoísmo, la injusticia social y los pecados propios del hombre”, manifestó Escobar Alas.
Las actividades religiosas dedicadas al Salvador del Mundo finalizaron con la solemne eucaristía del 6 de agosto, donde el arzobispo instó a los tres órganos fundamentales del Estado a que se conduzcan por el camino correcto, para gobernar a la nación con una verdadera democracia, justicia y legislación.
Pidió al Divino Salvador del Mundo para que ilumine “con su santo espíritu” a los gobernantes, a los legisladores para que puedan crear leyes en beneficio del pueblo, sin dobleces ni palabras que encierran un sentido oscuro en sus articulados. Leyes que protejan el derecho al agua, a la alimentación y a la pensión digna, que velen por los derechos fundamentales del ser humano
También pidió iluminación a los jueces y abogados para que ejerzan justicia sin miramientos a clases sociales, privilegios económicos, nepotismo o compadrazgos, para que luchen contra la impunidad, la cual ha dejado a las víctimas de la guerra civil sin justicia.
Asimismo, recordó el legado de San Óscar Arnulfo Romero, en el que afirmó que no se debe ser pasivos, sino levantarse y salir por las calles a predicar con el testimonio de vida el evangelio de Jesús.
“La palabra de Dios es necesaria para el pueblo salvadoreño, muchos permanecen en sus casas llenos de temor y desesperanza por esta situación de pandemia que vivimos. Como iglesia, levantémonos llevando la palabra de Dios hasta el último rincón de nuestro país, transfigurando nuestras familias, a los círculos de amistad, trabajo y a El Salvador”, recalcó el religioso.
A la solemne eucaristía asistió el presidente de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro, su esposa, Michelle Sol de Castro y el alcalde de San Salvador, Mario Durán.
El país sufre de “doble terremoto”
Mientras tanto, el cardenal Gregorio Rosa Chávez afirmó que el país sufre un doble terremoto, el primero es la pandemia del Coronavirus, teniendo una respuesta admirable del gobierno y la atención de las personas, aunque no todo ha sido positivo. El segundo es un terremoto político, que sigue teniendo réplicas, el cual es interpretado de diversas maneras o desde la simpatía política.
“Es necesario nuestro esfuerzo por seguirnos transfigurando, seguirnos convirtiendo para que la luz de Jesús brille en nuestros rostros y en nuestras vidas; desde esa conversión personal nos invita a cumplir nuestra tarea como ciudadanos, llamados a transformar el país, pero domina en nosotros la cultura de la confrontación y la indiferencia, es importante combatirla con la cultura de la paz”, enfatizó el cardenal Rosa Chávez.
En una entrevista a Vatican News el prelado dijo: “El país que tenemos lo describimos los obispos de El Salvador en nuestro mensaje titulado “Todos somos hermanos”. Allí leemos: “predomina entre nosotros la cultura de la confrontación y la cultura de la indiferencia. Es urgente combatirla con la cultura de la paz”. A renglón seguido nos preguntamos: “¿Qué país queremos? ¿Qué país soñamos? ¿Qué país necesitamos? Y con palabras del Papa Francisco respondemos: “¡Qué importante es soñar juntos!… Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”.
“…Tenemos el terremoto de la pandemia. Qué tantos, dolores está causando en el mundo y también entre nosotros. Y cómo duele ver a la gente cada día verla angustiada, o entubada como decimos acá. Atado a una máquina con montón de cables. Y muchas veces también en un cementerio enterrada siguiendo un protocolo. Y no poder estar nadie cerca del difunto. Y el otro terremoto es uno político, el país está con una gran convulsión política en este momento, una crisis política muy grave porque no tenemos en este momento un Estado de Derecho que funcione, no tenemos independencia de poderes, no tengo una figura política en quien confiar, no tenemos una ley que tengamos que respetar, hay un temor muy grande que no haya ley ni orden, por tanto no hay justicia verdadera”, agregó.
