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La Cuna Náhuat inició en 2010 como un programa de inmersión lingüística para niños en edad preescolar, ahora también se imparten clases en horario sabatino a niños de todas las edades. Foto Saúl Méndez 

Inauguran edificio de Kuna Nawat para revitalizar el náhuat pipil en Nahuizalco

Saúl Méndez

Colaborador

Representantes de la Universidad Pública de Navarra, del Colectivo El Salvador Elkartasuna, Alcaldía de Sonsonate Norte y la Asociación de Ayuda Humanitaria PROVIDA inauguraron un nuevo edificio de la Kuna Nawat en el distrito de Nahuizalco, un espacio destinado a revitalizar el idioma náhuat pipil mediante la metodología de “inmersión lingüística” dirigida a niños de 3 a 5 años del municipio de Sonsonate Norte.

La nueva edificación se suma a las otras dos cunas lingüísticas que ya funcionan en Sonsonate: Kuna Nawat Santo Domingo de Guzmán y Kuna Nawat Santa Catarina Masahuat. Este espacio, concebido para mantener viva una de las pocas lenguas ancestrales que aún perviven en El Salvador, fue financiado con fondos del Ayuntamiento de Pamplona, Navarra.

Al acto de develación de la placa asistieron representantes del Colectivo Elkartasuna, de la Universidad Pública de Navarra, de la Asociación de Ayuda Humanitaria PROVIDA, así como el alcalde de Sonsonate Norte.

El idioma náhuat pipil está considerado en severo peligro de extinción, ya que contaba con menos de 100 hablantes, todos adultos mayores que viven en condiciones de extrema pobreza.

Es en este contexto que La Cuna Náhuat inició en 2010 como un programa de inmersión lingüística para niños en edad preescolar en los distritos de Santo Domingo de Guzmán, Santa Catarina Masahuat, y ahora también en Nahuizalco.

La iniciativa se fundó en el municipio de Santo Domingo de Guzmán (Sonsonate Norte), reconocido por concentrar el mayor número de hablantes de náhuat/pipil en el país, lo que favorece el uso de la lengua en contextos sociales más allá del aula.

Actualmente, además de los avances lingüísticos alcanzados con los niños, la iniciativa ha contribuido a revalorizar la identidad indígena de la comunidad, marcada por una historia de vejaciones que llevó a muchos hablantes a ocultar su identidad.

Según El Salvador Elkartasuna, un colectivo que centra sus esfuerzos en la revitalización del idioma, un amplio sector de la población consideraba un error revitalizar el náhuat, pues asociaban la lengua y lo indígena con un pasado que preferían dejar atrás.

«Por ello, se opusieron fuertemente al proyecto. Sin embargo, tras el primer año de funcionamiento, muchos de quienes rechazaban la idea se acercaron para solicitar cupo para sus hijos», aseguraron.

Hoy, la percepción sobre lo indígena ha cambiado: la mayoría de la comunidad expresa abiertamente su pertenencia a este grupo étnico. La identidad y el sentido de pertenencia son elementos esenciales para el éxito de cualquier proceso de revitalización lingüística. Pero los fundadores de la iniciativa también están convencidos de que es fundamental legar el idioma a las nuevas generaciones.

El aula donde los párvulos aprenden el idioma está adaptada a sus necesidades, con espacios multifuncionales, áreas recreativas y condiciones especialmente diseñadas para un entorno de aprendizaje que permite la inmersión lingüística.

El diseño del edificio facilita la metodología de inmersión mediante una ambientación apropiada para los menores y una amplia variedad de materiales didácticos en náhuat que favorecen la interacción cotidiana dentro del aula.
La metodología educativa se organiza en “tiempos”, como los denominan las natzin (madres educadoras). La jornada comienza con el Tiutimawiltiat, de 7:30 a 8:00, donde los niños son recibidos con juegos de mesa diseñados para introducir palabras básicas y promover la socialización en la lengua. Luego continúa el Yek anwalahtiwit, de 8:00 a 8:25, un espacio de bienvenida oficial que incluye saludos y canciones que hacen la mañana más amena mientras fomentan la pronunciación fluida del idioma.

Después sigue el Tay titaketza yalua, de 8:25 a 8:45, donde los niños repasan los contenidos del día anterior. El contenido nuevo se introduce en el Tipewa, de 8:45 a 9:00.

En el Tiapaka tuhtumey (9:00 a 9:15), los niños se lavan las manos para pasar al Tiawit titakwa: el refrigerio, de 9:15 a 9:35.

Tras estas actividades continúa el Tiawit titekitit (9:35 a 10:00), dedicado a tareas que refuerzan el aprendizaje del idioma y conocimientos generales. Luego, en el Tiutimawiltiat de 10:00 a 10:20, los niños participan en juegos dirigidos centrados en la inmersión lingüística.

Después de estas actividades, los preescolares toman un breve descanso en el Tiutimusewia (Descanso, dormir), de 10:20 a 10:30, y al despertar continúan con el Tiawit Titahtaketza Nawat (Vocabulario), de 10:30 a 10:55. La jornada concluye con el Tiawit katutxan (Despedida), de 10:55 a 11:00 a. m.

La Cuna Náhuat inició en 2010 como un programa de inmersión lingüística para niños en edad preescolar, ahora también se imparten clases en horario sabatino a niños de todas las edades. Foto Saúl Méndez

La metodología no se limita al aula. Las natzin también organizan recorridos comunitarios en los que los niños, junto a sus padres, visitan espacios naturales de profundo significado espiritual para los pueblos indígenas. Entre ellos destacan los reservorios de agua de Sonsonate, lugares destinados a la recreación pero que, desde la cosmovisión originaria, son considerados sagrados y honrados en ceremonias ancestrales.
De esta manera, el aprendizaje del idioma se entrelaza con la cultura y con la naturaleza. Las maestras nahuaparlantes explican que el propósito es que la niñez se acerque a su lengua materna desde la experiencia viva, no solo desde la teoría.

La Kuna Nawat del distrito de Nahuizalco atiende actualmente a 17 párvulos que participan en clases de lunes a viernes. Sin embargo, se proyecta que para 2026 la matrícula continúe creciendo, tanto en la jornada semanal como en las clases sabatinas abiertas para todas las edades.

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