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Impuestos al debate

José M. Tojeira
José M. Tojeira

José M. Tojeira

El tema de los impuestos levanta siempre ronchas. Cuando la derecha intenta subir el IVA la izquierda critica el dinamismo regresivo de este impuesto, cialis thumb que daña más al que tiene menos. Cuando la izquierda trata de subir los impuestos a los ricos, éstos, junto con la derecha, suelen decir que dicho impuesto se trasladará a los pobres, subirá los precios y frenará la inversión. Generalmente no aclaran el por qué frenará la inversión, si es cierto que el impuesto se traslada al final a los pobres. Pero sea como sea, la tendencia en el debate es a encontrarse, si se quisiera contentar ambas partes, con una resultante imposible.

Pero hay un problema. El Salvador no se desarrollará nunca ni podrá alcanzar niveles de bienestar si no recolecta más dinero a través de los impuestos para invertir más en su gente. Viendo la tacañería del capital a la hora de fijar los salarios mínimos del trabajo, no se puede esperar que sea el empresariado el que invierta más en la gente. Y el Estado, si quisiera simplemente universalizar el bachillerato, tendría que duplicar el gasto en educación. No digamos si pretendiera ofrecer un sistema de salud digno, o un plan ambicioso de vivienda popular decente, un sistema de pensiones compensatorio universalizado, etc. Necesitamos más impuestos y los necesitamos ya. No porque el Estado esté quebrado, que a veces da la impresión de que cerca anda, sino para invertir en la gente de tal manera que todos y cada uno en nuestro país puedan desarrollar al máximo sus capacidades innatas.

En esto del desarrollo de las capacidades siempre sale gente diciendo que si se tiene voluntad se puede conseguir, independientemente de si es rico o pobre. Pero lo cierto es que sin una adecuada inversión del Estado en la gente, las cosas no funcionan. Y el Estado salvadoreño ha tenido un enorme déficit histórico en esa responsabilidad que incluso está puesta en la Constitución de la República sin que se haga mayor esfuerzo por cumplirla. La palabrería sobre el desarrollo que ha caracterizado a muchos de nuestros gobiernos pasados ha sido las más de las veces vacía, engañosa y falta de contenido real. Nadie niega que ha habido avances. Pasar del candil a la energía eléctrica prácticamente universalizada, o cubrir casi al cien por ciento de la población en los primeros ciclos de la primaria, son avances reales sobre un pasado más triste. Pero son avances insuficientes para lograr la entrada a un desarrollo sostenible. La misma pobreza se ha medido de un modo totalmente hipócrita, sólo a partir de una canasta básica muchas veces manipulada al antojo de los gobiernos. Cuando en tiempo del presidente Flores se decía que se había reducido la pobreza al treinta por ciento de la población se mentía tan descaradamente como se mintió después al hablar de las donaciones de Taiwán.

Para vencer la pobreza necesitamos invertir mucho más en la gente, en las redes de protección social a las que nuestro pueblo tiene derecho, así como en el trabajo dotado de salario decente. Y para invertir en la gente se necesitan impuestos. El Salvador necesita un pacto fiscal. Un acuerdo nacional en el que se especifique con claridad hacia dónde deben ir los dineros que se reciban de impuestos, y en el que se aumente con claridad la cantidad de lo recogido. El Gobierno actual y el anterior se han visto obligados a subir impuestos. Pero más que subidas limitadas, necesitamos contemplar las necesidades, examinar los recursos que tenemos, y poner todos nuestra porción de carne en el asador. Ponerla desde un verdadero pacto de desarrollo, de inversión en la gente, de generosidad personal y social. Quienes reniegan continuamente del tema de impuestos, deberían ser más propositivos. Decir que el país no necesita más impuestos es una locura, pues jamás podremos competir con otros estados que invierten mucho más en su gente. En otras palabras significa quedarse a la cola del desarrollo. Y si se acepta que necesitamos un verdadero pacto fiscal, entonces no vale criticar una subida parcial de impuestos sin presentar un plan alternativo. FUSADES, ANEP y otras instituciones semejantes, deberían tomarse en serio el desarrollo del país, en vez de lloriquear cada vez que hay una subida de impuestos, diciendo que frenará la economía. Exigir que el dinero recogido vaya a parar a la gente y al desarrollo de sus capacidades en vez de quedarse en los dispendios de una burocracia creciente es una posición correcta. Pero oponerse sistemáticamente a nuevos impuestos es simple y sencillamente apostarle al crecimiento desigual de El Salvador, al aumento de sus contradicciones internas y a la permanencia  en el subdesarrollo.

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