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Alberto Romero de Urbiztondo
Twitter: @aromero0568
El domingo 27 de octubre se dieron elecciones presidenciales y legislativas en Uruguay y Argentina, dos democracias consolidadas. Hubo un resultado reñido entre candidatos más conservadores y aquellos que incorporaban en sus programas acciones de cierto contenido social. Sin embargo, la tradicional confrontación entre derecha e izquierda, cada vez más difusa, encubría la presencia de fuerzas políticas que están incursionado de forma organizada y beligerante en los procesos electorales de acceso a espacios de poder. Conformados principalmente por sectores evangélicos neopentecostales y católicos ultraconservadores, se alían con exmilitares y grupos de extrema derecha, articulados alrededor de una agenda de rechazo a los derechos de las mujeres, de la población LGTBIQ y de los derechos sexuales y los derechos reproductivos. Defienden un discurso compartido que llaman “provida y profamilia”, atacan y se oponen al reconocimiento y garantía de derechos que en los últimos decenios se han ido reconociendo a nivel internacional y local, calificando estas demandas como producto de lo que llaman “ideología de género”, término acuñado por el Vaticano en los años 90s.
Están presentes en casi todas las listas electorales de Argentina y Uruguay, mezclados con candidatos conservadores y progresistas. Los partidos les dan espacio valorando que les atraerán votos de sectores marginalizados, fuertemente influidos por el pensamiento religioso. Por su parte tal como expresaba uno de estos lideres “nosotros no apoyamos partidos, sino valores (…) nosotros estamos con nosotros. Ellos nos usaron a nosotros y nosotros los estamos usando. Les vamos a meter gente en el parlamento con cualquier partido”. Se estima que en el Congreso argentino lograran meter un 33 % de diputados y en el Parlamento uruguayo un 16 %, pudiendo condicionar votaciones clave para el país, imponiendo sus concepciones y normas morales.
En El Salvador ante la crisis interna que atraviesan los partidos tradicionales y la falta de referentes programáticos definidos y claros, es muy fácil que en las próximas elecciones 2021, entren candidato con agendas fundamentalmente religiosas, que puedan llegar a controlar la Asamblea Legislativa imponiendo sus creencias y códigos morales a toda la sociedad.
