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El sacerdote Miguel Hernández realiza la santa misa en el segundo domingo de Adviento, en la cripta de Catedral Metropolitana, donde descansan los restos de San Romero. Foto Diario Co Latino/Jorge Rivera.

Iglesia Católica invita a vivir el Adviento con alegría y esperanza

Alma Vilches
@AlmaCoLatino

En la eucaristía dominical celebrada en la cripta de Catedral Metropolitana, el sacerdote Miguel Hernández enfatizó que la Iglesia Católica exhorta a vivir este tiempo del Adviento con expectativa y esperanza, una actitud de conversión sincera, pero también unido al gozo y la alegría de Dios.

El religioso recalcó que el tiempo litúrgico de Adviento es un momento propicio de preparación, que lleva a celebrar el misterio de amor, donde Jesús se hace presente en la humanidad, al nacer en un pesebre.

“En este tiempo estamos llamados a corregirnos para preparar esa venida de Jesús, a corregirnos de nuestra frialdad e indiferencias. El Adviento es el tiempo de expectativa y esperanza, luego del sufrimiento siempre viene la calma, por eso estamos llamados a limar las asperezas del orgullo, la soberbia y cambio de actitudes”, afirmó el padre Hernández.

El Adviento es una oportunidad para reconstituir la fe, es un tiempo especial para reflexionar e interiorizar en el verdadero significado de Jesús, dejando en un segundo plano el comercio de la época, cenas lujosas y enfocándose en acciones a favor de los desfavorecidos.

Recuerdan El Mozote

Durante la misa se recordó a las más de 1 mil víctimas de la masacre El Mozote, al norte del departamento de Morazán, quienes perecieron a manos de los soldados del batallón Atlacatl.

Al momento de la procesión de ofrendas se presentó un afiche alusivo a esta masacre, que simboliza la no repetición de esos crímenes que han quedado incrustados en el doloroso recuerdo de sus familiares y del pueblo salvadoreño que espera justicia.

La conocida como la masacre de El Mozote se dio del 10 al 12 de diciembre de 1981, cuando los militares exigieron a toda la población abandonar inmediatamente sus viviendas de varios caseríos y los concentró en la plaza, divididos entre hombres, mujeres y niños y encerrados por separado en la iglesia, en un sitio conocido como “el convento” y en distintas casas, ahí fueron interrogados mediante torturas sobre las actividades de la guerrilla en la zona y posteriormente asesinados.

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