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Espacio público y política

JOSÉ GUILLERMO MÁRTIR HIDALGO

El filósofo español, Maximiliano Figueroa1 considera que su colega alemana, Hannah Arendt, se adhiere a la idea del lituano Emmanuel Levinas: la filosofía tiene que ser social si quiere seguir siendo pura. Su interés por la política surge del incendio del Reichstag y las detenciones ilegales que se produjeron a continuación. Ante las dinámicas de atropello humano, Arendt no pudo mantenerse indiferente. Incitará su vida, el afán de comprender lo sucedido para “entender el totalitarismo”.

Ella pone el acento en la afirmación de la política, como dique de contención frente a las posibilidades totalitarias. Dice que el poder surge cuando los hombres se reúnen con el propósito de realizar algo común. Su fuerza vinculante son las promesas mutuas. Por tanto, el poder descansa sobre las convicciones a las que define como intimaciones no coactivas con que se imponen las ideas. Los recursos irrenunciables de la  política son el debate y la tarea de convencer. Precisamente la tarea y sentido del poder es, generar y mantener el espacio público. Territorio que tiene un individuo para expresar su pensamiento y su palabra, para persuadir a otros a fin de que compartan su punto de vista. Por lo que hay que tener una vigilancia activa del espacio público, para evitar la entrada de discursos absolutos. Esto en referencia a discursos que ofrecen una perspectiva única y exigen adhesión incondicional, prescindir del debate y renunciar a la revisión crítica. Los regímenes totalitarios emergieron de sociedades que tenían debilitada su esfera política y sus capacidades humanas.

ANTISEMITISMO, IMPERIALISMO Y TOTALITARISMO

“Los orígenes del totalitarismo” fue publicado en inglés en 19512 . El antisemitismo y el imperialismo constituyen las raíces del totalitarismo. Bajo las condiciones de dispersión, desde finales del Imperio Romano, los judíos sufrieron persecuciones, expulsiones y matanzas desde la Edad Media hasta nuestros días. Esto debido a su comportamiento de “secta” que les impide asimilar a otras culturas. En el siglo decimonónico, la Nación-Estado otorgó a los judíos igualdad de derechos. Los judíos tenían una posición exclusiva dentro de las finanzas públicas, ya que durante siglos, trabajaron al servicio del Estado Monárquico.

Pero el imperialismo minó los cimientos de la Nación-Estado. La decadencia del Estado Monárquico produjo la disolución de las cerradas filas de la judería. Los judíos perdieron sus funciones públicas y su influencia, quedándose solo con su riqueza. Los intereses judíos desafiaron a las clases importantes de la sociedad, como la burguesía liberal, surgiendo la ideología del antisemitismo que organizo, posteriormente, partidos antisemitas supranacionales.

Los judíos fueron considerados como grupos al margen de la sociedad. Tenían riqueza pero no poder y políticamente se encontraban aislados. A los ojos del populacho, grupo representado por residuos de todas las clases y siempre a favor del “hombre fuerte”, los judíos eran símbolos de todas las cosas que detestaban. La única respuesta que los judíos hallaron frente al antisemitismo fue, el nacimiento del movimiento sionista.

El imperialismo nació cuando la burguesía, emancipada políticamente, se alzó contra las limitaciones nacionales a su expansión económica. El imperialismo hace referencia a las posesiones coloniales europeas entre 1884 y 1914. Había una convicción en la nación conquistadora, que estaban imponiendo a los bárbaros una ley superior. El resultado de esa experiencia fue, la explotación brutal de las posesiones de ultramar al servicio de la nación europea. Los medios políticos de dominación imperialista fueron el racismo y la burocracia que “administraba matanzas” para mantener la colonia dentro del imperio.

Las naciones de Europa  Central y Oriental carecían de posesiones coloniales, por lo que decidieron que tenían derecho a expandirse a nivel continental. El Pan Eslavismo (Rusia Zarista) y el Pan Germanismo (Austria-Hungría), proporcionó un fanatismo al populacho que desencadenó el comienzo del fin de la judería europea. Los Pan Movimientos estaban cargados de una ideología antisemita.

La Primera Guerra mundial hizo estallar la comunidad europea de naciones. En los países derrotados, tras la liquidación de la monarquía, la atmósfera de desintegración era más evidente. Minorías y grupos apátridas eran golpes a las Naciones Estados, ya que eran imposible desembarazarse de ellos. La solución hitleriana fue su liquidación.

Los regímenes totalitarios gobiernan y se afirman con el apoyo de las masas. La masa, personas que por su número, indiferencia o por ambos motivos, no pueden ser integrados en ningún partido basado en el interés común. Los movimientos totalitarios organizan a las masas en nombre de la raza o de la clase. Siguen las leyes de la naturaleza (sobrevivencia del más apto) o de la historia (lucha de clases). Estos se sitúan al margen y en contra del sistema de partidos, aunque, usan y abusan de las libertades democráticas con el fin de abolirla.

El objetivo del fascismo es apoderarse del poder e instalar una élite fascista como dominadora del país. En los países totalitarios, la propaganda y el terror son dos caras de la misma moneda. La propaganda se dirige a segmentos de la población sin suficiente adoctrinamiento y a países extranjeros no totalitarios. Propaganda es adoctrinamiento y va aparejada con el terror, es decir, horror sobre una población completamente sometida. Arendt afirma que el terror es la verdadera esencia de su forma de gobierno.

El verdadero objetivo de la propaganda totalitaria es la organización: poder absoluto de mando de arriba a abajo y absoluta obediencia de abajo a arriba. El dictador practica el arte totalitario de mentir y considera las riquezas de cada país como botín y medio para el siguiente paso.

Su núcleo de poder descansa en la policía secreta y su servicio de espionaje. Primero liquidan la resistencia abierta y luego cazan los “enemigos objetivos” definidos por el gobierno. Los campos de concentración fueron su verdadero secreto. En ellos se asesinaba a la persona moralmente, luego, se aniquilaba la persona jurídica para así destruir, finalmente, su individualidad. Quedando marionetas con rostros humanos que se comportaban como el perro de Pavlov.

Ideología es la lógica de una idea. La idea es una premisa. Pero la ideología totalitaria reivindica una explicación total. La idea explica todo el desarrollo de la premisa y ninguna experiencia puede enseñar nada. Por lo que una vez en el poder, el totalitarismo modifica la realidad conforme a sus afirmaciones ideológicas.

El aislamiento y la impotencia de los hombres, es el comienzo del terror. El hombre aislado e impotente ha perdido su lugar en el terreno político de la acción. Las dos formas de dominación totalitaria fueron la dictadura del nacional socialismo y la del bolchevismo.

ACCIÓN, DISCURSO Y ESPACIO PÚBLICO

La filósofa argentina Anabella Di Pego considera que para Arendt, la acción es la única actividad que puede introducir novedad en el mundo3. Y la pluralidad es la condición básica de toda acción. A través del discurso y la acción, que acaecen en el espacio público, los hombres manifiestan ser opuestos y heterogéneos. El poder se da en el espacio público y depende del acuerdo temporal entre un grupo de personas. La política, por tanto, remite a la experiencia de la diversidad, surge cuando las personas se reúnen para actuar y dialogar en concierto. Sin poder, el discurso y la acción en el espacio público desaparecerían rápidamente. Estos pierden su cualidad reveladora, cuando nos relacionamos etnocéntricamente con  otros (nosotros -a favor- contra ellos -en contra-). Arendt nos advierte que en la sociedad de masas, la política se encuentra en vías de desaparición. Por lo que no está exenta de la amenaza del totalitarismo.

El discurso absolutista del actual gobierno salvadoreño, niega el establecimiento de compromisos con otros (la oposición). Y la realidad va siendo modificada conforme a la visión ideológica de la camarilla gobernante. El adoctrinamiento que ejercen los troles en las redes sociales despierta peligrosos fanatismos, ejercitándose una censura implícita y explícita a toda resistencia. Todo esto despierta las alarmas que el fascismo se esté estableciendo en el país. Por eso hay que cuidar el espacio público y reafirmar a la política, a manera de integración, como forma de contener la unidimensionalidad (tiranía).


  1.Figueroa, Maximiliano. Hannah Arendt y el sentido de lo político. PP 124-148. En: Poder Y ciudadanía: estudio sobre Hobbes, Foucault, Habermas y Arendt. Editor: Maximiliano Figueroa (2014). Santiago de Chile: RIL Editores. URL: laasociación.files. wordpress.com/2016/08/poder-y-ciudadnia-estudios-sobre-hobbes-foucault-habermas-y-arendt-figueroa-maximiliano.pdf

  2.Arendt, Hannah (1998). Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Grupo Santillana de Ediciones. En: xosea.files.wordpress.com/2014/04/arendt-los-origenes-de-totalitarismo.pdf

  3.Di Pego, Anabella. Hannah Arendt y la política en la época moderna: entre el totalitarismo y la sociedad de masas. PP 35-60. En: Los filósofos y los días: escritos sobre conocimiento, arte y sociedad. Compilador: Moran, Julio Cesar (2010). La Plata: De La Campana. URL: memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.598/pm.598.pdf

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