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Berlín/dpa Josep Guardiola consiguió mucho más que un nuevo título en su último partido al frente del Bayern Múnich. Con su catarsis tras la final de la Copa Alemana la noche del sábado, el técnico español saldó la última deuda que tenía pendiente para quedar en la historia y en el corazón del fútbol alemán: mostrarse humano. Su emoción tras la tanda de penales que dio la Copa al Bayern en una dramática final con el Borussia Dortmund sorprendió a todos. Llorando sobre el hombro de Jérôme Boateng, sonriendo relajado al levantar la Copa o diviertiéndose al ser lanzado al aire por sus jugadores, Guardiola cambió por completo la imagen que tenía en Alemania. “Antes estaba haciendo su trabajo. Ahora pudo ser un ser humano”, respondió Thomas Müller cuando le preguntaron por la nueva cara del entrenador. El lúcido comentario resume tres años de una relación no siempre fluida entre Guardiola y la opinión pública alemana. Desde su llegada a Múnich en 2013, el técnico se vio rodeado de un halo de genio distante. Fue “admirado pero no querido”, según definió un comentarista de la revista “Der Spiegel”. Ni sus siete títulos ni su genio futbolístico parecían bastar para instalarlo en el corazón de hinchas y medios. Varios factores contribuyeron a esa distancia: su rechazo a generar relaciones personales con periodistas, su negativa a ofrecer entrevistas, su forma de procesar el fútbol de un modo más intelectual que pasional, el gesto tenso y cansado con el que afrontó diversas crisis internas y hasta las limitaciones de su alemán. Entonces llegó el inesperado llanto el sábado, una réplica de las lágrimas que se le escaparon cuando consiguió el “sextuplete” con el Barcelona al ganar el Mundial de Clubes en 2009. Y la escena robó protagonismo a la conquista de la Copa en sí. “Cuando todo terminó y uno ya casi se había hecho a la idea de que Pep Guardiola era esa especie de máquina que camina constantemente por la línea, pero sin duda no un ser humano, la cara se le llenó de lágrimas”, escribió el semanario “Die Zeit” en un comentario titulado: “Mira: un ser humano”. El diario muniqués “Süddeutsche Zeitung” tituló su crónica del partido con un elocuente: “Las dulces lágrimas de Pep”. También Philipp Lahm buscó razones para lo ocurrido. “Creo que volvió a tomar consciencia de lo que tuvo aquí en Múnich y con sus jugadores”, especuló. El capitán del Bayern tuvo un gesto inusual y quiso que fuese Guardiola, y no él, el primero en levantar la Copa durante la celebración en el estadio Olímpico de Berlín. La emoción del técnico centró la rueda de prensa posterior al partido. “Los últimos meses no fueron fáciles”, explicó Guardiola más relajado y cercano que nunca. “Lo que la gente decía antes de que me fuera al Manchester City fue muy diferente de lo que dijeron después de mi decisión”. A pesar de todo, el técnico hizo un balance más que positivo de sus tres años en el Bayern. “Fue un honor enorme estar aquí. No sólo en el Bayern, sino en Alemania”, dijo en su última rueda de prensa en alemán. “Fue una decisión correcta venir. Le deseo lo mejor al Bayern los próximos años. Con estos jugadores, están en buenas manos”. Guardiola calificó de “muy bueno” su balance. “No sólo por los títulos, sino por mi vida en Alemania. La Bundesliga es un gran torneo, los estadios están siempre llenos, los hinchas se respetan, los árbitros... todo es muy bueno”, enumeró. Desde la noche del pasado sábado, también lo será su lugar en la memoria emocional del Bayern.

¡Es humano!: Guardiola conquista el corazón de los alemanes

Berlín/dpa

Josep Guardiola consiguió mucho más que un nuevo título en su último partido al frente del Bayern Múnich.
Con su catarsis tras la final de la Copa Alemana la noche del sábado, medical el técnico español saldó la última deuda que tenía pendiente para quedar en la historia y en el corazón del fútbol alemán: mostrarse humano.
Su emoción tras la tanda de penales que dio la Copa al Bayern en una dramática final con el Borussia Dortmund sorprendió a todos.
Llorando sobre el hombro de Jérôme Boateng, shop sonriendo relajado al levantar la Copa o diviertiéndose al ser lanzado al aire por sus jugadores, online Guardiola cambió por completo la imagen que tenía en Alemania.
“Antes estaba haciendo su trabajo. Ahora pudo ser un ser humano”, respondió Thomas Müller cuando le preguntaron por la nueva cara del entrenador.
El lúcido comentario resume tres años de una relación no siempre fluida entre Guardiola y la opinión pública alemana.
Desde su llegada a Múnich en 2013, el técnico se vio rodeado de un halo de genio distante. Fue “admirado pero no querido”, según definió un comentarista de la revista “Der Spiegel”.
Ni sus siete títulos ni su genio futbolístico parecían bastar para instalarlo en el corazón de hinchas y medios.
Varios factores contribuyeron a esa distancia: su rechazo a generar relaciones personales con periodistas, su negativa a ofrecer entrevistas, su forma de procesar el fútbol de un modo más intelectual que pasional, el gesto tenso y cansado con el que afrontó diversas crisis internas y hasta las limitaciones de su alemán.
Entonces llegó el inesperado llanto el sábado, una réplica de las lágrimas que se le escaparon cuando consiguió el “sextuplete” con el Barcelona al ganar el Mundial de Clubes en 2009.
Y la escena robó protagonismo a la conquista de la Copa en sí.
“Cuando todo terminó y uno ya casi se había hecho a la idea de que Pep Guardiola era esa especie de máquina que camina constantemente por la línea, pero sin duda no un ser humano, la cara se le llenó de lágrimas”, escribió el semanario “Die Zeit” en un comentario titulado: “Mira: un ser humano”.
El diario muniqués “Süddeutsche Zeitung” tituló su crónica del partido con un elocuente: “Las dulces lágrimas de Pep”.
También Philipp Lahm buscó razones para lo ocurrido. “Creo que volvió a tomar consciencia de lo que tuvo aquí en Múnich y con sus jugadores”, especuló.
El capitán del Bayern tuvo un gesto inusual y quiso que fuese Guardiola, y no él, el primero en levantar la Copa durante la celebración en el estadio Olímpico de Berlín.
La emoción del técnico centró la rueda de prensa posterior al partido. “Los últimos meses no fueron fáciles”, explicó Guardiola más relajado y cercano que nunca.
“Lo que la gente decía antes de que me fuera al Manchester City fue muy diferente de lo que dijeron después de mi decisión”.
A pesar de todo, el técnico hizo un balance más que positivo de sus tres años en el Bayern.
“Fue un honor enorme estar aquí. No sólo en el Bayern, sino en Alemania”, dijo en su última rueda de prensa en alemán. “Fue una decisión correcta venir. Le deseo lo mejor al Bayern los próximos años. Con estos jugadores, están en buenas manos”.
Guardiola calificó de “muy bueno” su balance. “No sólo por los títulos, sino por mi vida en Alemania. La Bundesliga es un gran torneo, los estadios están siempre llenos, los hinchas se respetan, los árbitros… todo es muy bueno”, enumeró.
Desde la noche del pasado sábado, también lo será su lugar en la memoria emocional del Bayern.

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