La supuesta amistad que el presidente Nayib Bukele dice tener con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, no le garantiza estar fuera de la mira de la justicia de la gran nación del norte, que se hunde en una crisis política interna producto, primero, por la guerra arancelaria y, segundo, por la narrativa de odio que está generando la administración Trump contra sus adversarios, los demócratas y la migración extranjera. De esto último hablaremos en un próximo editorial.
La semana que recién pasó se conocieron dos importantes noticias que a Bukele le llevará tiempo explicar a sus cercanos, y, por su puesto, a su fanatizada, que lamentablemente en El Salvador sigue siendo un alto porcentaje, quizá más del 65%, si le damos validez a una reciente encuesta que afirma que la popularidad del mandatario ha disminuido unos 30 puntos, desde la medición de hace un año.
La caída nacional, aunque baja aún, se debe a que Bukele no ha pasado de enarbolar su logro en los resultados que el régimen de excepción le ha dado en la disminución de los homicidios generados por las pandillas. Internamente, a la gente, seguidora o no de Bukele, no le importa cómo ha llevado casi a cero la delincuencia pandilleril, con tal de sentir tranquilidad en las colonias, sobre todo en las más populares, donde poca o nula presencia tienen esos grupos delincuenciales. Y, en alguna medida, es razonable o comprensible por parte de la ciudadanía.
En el exterior, sí le dan importancia a la forma.
Primero, porque la reducción de los hechos pandilleriles se debió, según publicaciones periodísticas de algunos medios, como El Faro, a un pacto entre el gobierno de Bukele y los grupos criminales, llámense MS-13 o Barrio 18. Y, segundo, porque ese pacto fue, según las noticias, producto del dinero, y el Departamento de Justicia de los Estados Unidos sospechan que hasta se utilizó dinero de USAID para entregarlo a esos grupos.
La sospecha fue tal, que se inició una investigación que abarcó al propio presidente Bukele, así lo establece una investigación periodística de ProPublica, basada en documentos del departamento de Justicia, y que Diario Co Latino reprodujo en una nota.
ProPublica señala que “investigaciones federales sospechaban que algunos políticos salvadoreños, entre ellos Nayib Bukele, estuvieron involucrados en el supuesto desvío de cooperación de Estados Unidos para la Mara Salvatrucha (MS-13). Esta información tiene su raíz en los datos obtenidos por ProPublica basados en una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos, liderada por la Fuerza de Tarea Conjunta Vulcano”.
“En 2021, agentes estadounidenses prepararon una solicitud para revisar las cuentas bancarias en EEUU de figuras políticas salvadoreñas en busca de pruebas de lavado de dinero relacionadas con el sospechado desvío de fondos estadounidenses. La lista de nombres creada por los agentes incluyó a Bukele y a otros 14 funcionarios de alto rango y parientes”, añadió ProPublica.
La otra noticia relacionada contra Bukele es la propuesta que hicieron, también la semana pasada, tres senadores demócratas de los Estados Unidos, para que el congreso aprueba sanciones a funcionarios salvadoreños, incluido el presidente Bukele y el vicepresidente Félix Ulloa, por haber violado las leyes de los Estados Unidos, al apoyar al presidente Donald Trump, al enviar a migrantes deportados de Estados Unidos, violando la Constitución de aquel país.
Los senadores demócratas Chris Van Hollen, Tim Kaine y Alex Padilla, de Maryland, Virginia y California, respectivamente, solicitaron sanciones a funcionarios salvadoreños y otras personas que hayan participado en violaciones internacionales de derechos humanos o hayan trabajado para privar a personas que residen en Estados Unidos de sus derechos resguardados por la Constitución de Estados Unidos.
Esta propuesta, que a lo mejor no procederá en estos momentos por el control mayoritario que tienen los republicanos en las dos cámaras en Estados Unidos, pero deja claro que los demócratas tienen en la mira a Bukele y a su gabinete, y en noviembre del próximo año habrá elecciones intermedias, y la conformación de las dos cámaras puede cambiar.
Bukele, en El Salvador, violó la Constitución de la República, pero con el tema de los deportados y el CECOT, violó leyes de los Esados Unidos, y estos, tarde o temprano, le pasarán la factura. La impunidad de Bukele, incluso, puede peligrar hasta con Trump, si este se ve acorralado por la crisis interna en los Estados Unidos.
A lo anterior agreguemos el impacto que están generando la gran prensa en Europa, como The Economist, del Reino Unido, y que le ha dedicado sendas portadas a Bukele por su autoritarismo, la persecución contra los derechos humanos y con la prensa que no es genuflexa a Casa Presidencial.
Y, por último, la famosa Ley de Agentes Extranjeros, que ha obligado a la Unión Europea a opinar en contra, y la respuesta poco diplomática ha sido llamar a la UE “Un bloque envejecido, sobreregulado, dependiente de la energía, rezagado tecnológicamente y liderado por burócratas no electos todavía insista en dar sermones al resto del mundo”.
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