Trabajó junto con Paulo Freire
Iván Escobar
Colaborador
Artistas y escritores debatían recientemente en una mesa de trabajo del IV Encuentro Morazanista “Relámpago que Siembra”, en un hotel de la capital hondureña. Un hombre de piel blanca, mirada seria, y expresiones constantes entre el grupo llamaba la atención. Con su boina y un pequeño bolso, se entremezclaba entre los asistentes a este foro Latinoamericano, en el cual se debatía sobre el arte y la cultura, inspirados en el pensamiento del prócer centroamericano, Francisco Morazán.
En cada actividad estaba presente, y participando constantemente, opinando, dejando en claro su interés por conocer más de quienes estaban al frente del encuentro. En ningún momento dejó su interés de poner en práctica sus métodos de investigación, y excelsas frases o comentarios se mezclaban entre las risas de los demás.
Algunos lo conocían de tiempo, otros era la primera ocasión que estaban frente a él, y algunos ni se imaginaban la eminencia académica que les acompañaba.
Sin pretensiones ni egocentrismos, Sergio Guimaraes estaba entre nosotros, tal y cual, con un afán de aprender y conocer más. A sus 74 años de edad, dice que recibió la invitación para asistir a este encuentro a través de una nota. “Nunca había oído hablar de este encuentro, el cuarto encuentro fue el primero, yo soy muy amigo de Rubén Dario Salgado, desde los primeros tiempos de la resistencia nos conocimos”, comenta al ser consultado cómo es que llegó a este espacio de participación colectiva.

Sergio fue representante de la UNICEF en Honduras de 2005 a 2011, como miembro del equipo de Naciones Unidas, dirigió por más de cuatro meses la operación humanitaria conocida como “Tortilla Brasileña” (del 21 de septiembre de 2009 al 27 de enero de 2010), cuando ingresó de forma sorpresiva el presidente constitucional Mel Zelaya, derrocado por un golpe de estado por parte de las fuerzas militares hondureñas el 28 de junio de 2009.
El trabajo ejecutado por Sergio “…garantizó el acceso de agua potable, comida, medicamentos y ropa, inicialmente a más de 300 personas” que se refugiaron con Zelaya en la embajada de Brasil, en Tegucigalpa. Frente a una represión militar tanto para el pueblo, como contra el mandatario derrocado.
Con este antecedente, nos damos cuenta que Sergio es conocido en el ámbito político, social y cultural hondureño. Además, es una persona que ha investigado mucho en torno al Golpe de Estado contra Zelaya, violación de derechos que frenó al gobierno constitucional de ese entonces, y presenciado, 12 años después la llegada de Xiomara Castro, a la presidencia.
Comentó que escribió las experiencias de ese período diplomático con el entonces gobierno derrocado, y escribió un libro, sobre el Rol de Brasil en esa época que formó parte de todo el proceso de resistencia que a la vuelta de 12 años, llevó a Castro a ganar la presidencia, y en una medida retomar las políticas que se frenaron durante lo que los hondureños denominan “la narco-dictadura”.
Sergio añade que su presencia en el encuentro está vinculada al trabajo de ese libro, que por cierto, fue compartido a los participantes de este IV Encuentro. Anteriormente, Guimaraes había publicado en línea el libro, pero el gobierno de Xiomara Castro ofreció una edición impresa, por lo cual él decidió ampliar la investigación, y dejarle el nombre de: “Un día domingo antes de las seis. Voces sobre el 28 de junio en Honduras, el rol de Brasil, y la vuelta de tortilla”, actualizando así la edición hasta el actual período presidencial.
Su trabajo junto con Paulo Freire
Entre su relación amistosa y de trabajo en favor de la educación o entender los comportamientos educativos, junto con Paulo Freire, Sergio trabajó como docente de los niveles educativos de primaria y superiores.
Trabajó en la UNESCO, de 1978 a 1980, en un proyecto de Educación financiado por la UNICEF, en Angola. En este último organismo de Naciones Unidades, laboró por 24 años, hasta su jubilación a los 60 años.
Posteriormente, sacó un doctorado en Psicología, en Buenos Aires, Argentina, por ahora, reside en su tierra natal, Brasil, con su familia.
Pero entre todo esta gama de experiencias y proyectos, comenzó a desarrollar un tema propio que le interesó, el psicodrama, “algo que muchas no saben qué es, pero que me toma bastante tiempo”, dice con sinceridad. Comenzó con este tema, en la década de los 80´s.
“A partir de 1977 nos hicimos amigos, él estaba todavía en el exilio, en Ginebra, y yo estaba dando clases en una universidad sobre la educación en Brasil. Querían saber y leer sus libros, que comenzaban a publicarse en Francia”, recuerda de sus inicios junto al pedagogo, educador y filósofo brasileño Paulo Freire.
Freire es considerado uno de los pensadores más notables en la historia de la pedagogía a escala mundial, un referente hasta estos tiempos para entender el desarrollo de los sistemas educativos, y cómo entender muchas cosas que a pesar de conocerse se siguen manteniendo, sin avances para los sistemas de educación.
“Empezamos una relación que dura hasta hoy, pero cuando él muere el 2 de mayo de 1997, todo lo que habíamos producido se comenzó a publicar, sobre todo, en Brasil”, recordó.

Reiteró que “teníamos una amistad muy grande y sincera, muy dialógica…debate y crítica. La percepción que tengo cuando uno empieza a tener la visión que tenía Paulo Freire en educación como práctica de la liberación, digamos, como construcción de la pedagogía crítica, de una consciencia que sabe cada vez más de la curiosidad y se hacía una conciencia crítica”.
Lamenta que hoy en día se mantienen status quo que afectan el desarrollo de los sistemas educativos. “Uno se da cuenta que los sistemas educativos que llevan a una visión más crítica y a cuestionar más directamente la realidad, entonces…veo Brasil por ejemplo…él comenzó a trabajar en el noreste del país, una de las regiones con más problemas sociales…está la situación de la educación, ni el nivel analfabetismo hemos logrado superar, sin hablar de los analfabetas funcionales (aquellos que saben leer, pero no entienden contenido de un texto sencillo)”, considera.
A esto se suma otro elemento, que “…el 100% de los estudiantes que entran a la escuela primaria, al llegar a la enseñanza media, la mayor se queda fuera, y el tipo de educación que se sigue dando es lo que él (Paulo) llamaba EDUCACIÓN BANCARIA, que es insistir en el rol de un profesor o profesora que transmite los contenidos a la gente sin ninguna atención…no se llega a una educación crítica”.
Al referirse a Brasil, Sergio es consciente que no hay aplicación de los postulados de Paulo Freire, descargando además mucha responsabilidad sobre el maestro, a quien no se le reconoce su trabajo, ni se le conceden las prestaciones idóneas. Es decir, cree que hay más desafíos que metas alcanzadas, pero no considera que esto sea un círculo vicioso en el desarrollo de los sistemas educativos.
“Pienso que hay que tener en cuenta otros factores”, respecto a lo que provoca la crisis que vive actualmente la población en este siglo XXI, manifestó. Y añade que “…eso de decir que la educación transforma y todo, es una visión idealista de la educación…” puntualizó.
Y explica, por ejemplo, que quien educa debe tener claro que la educación a impartir dependerá de qué hace la persona que está educando, no solo el rol de enseñar, sino también de valorar, aprender de lo que el estudiante trae, “o sea, que el proceso educativo es algo más complejo que solamente la transmisión”, precisó.
En tanto, recomienda que todos estos elementos deben ser tomados en cuenta para educar, él lo hizo en sus proyectos ejecutados con UNICEF, asegura, y los aplicó desde la visión de entender a los niños desde el entorno del embarazo de su madre, porque esos factores primarios son fundamentales para entender realidades.
Mientras no se entienda este trabajo así, considera que es difícil cumplir ciertos compromisos o metas, hay que comenzar observando esos derechos de sobrevivencia, como él define, el entender de dónde vienen las realidades de cada persona, es decir, desde que está embarazada su madre, reitera.
Por ahora, considera que la realidad es otra, y “es más agradable seguir con un tipo de educación que sigue manteniendo a la gente con una visión ingenua de la realidad…una visión no crítica, porque así son más fácilmente manipulables”, dice.

Sergio no se atreve por ahora a valorar qué desafíos hay en América Latina, por ejemplo, en torno a esto, lo que sí es claro, es que debe entenderse el sistema desde el momento que la persona existe hasta el final de su vida. “Creo que vale más no tomar educación, solamente en un sentido institucional, académico, sino tomar todas las acciones de la vida con un sentido de educarse, de transformarse”.
En términos propios de los planteamientos por Freire, es aprender a leer la realidad, el mundo para poder leer la palabra, leer los comportamientos, eso de manera crítica no solamente tratando de descifrar lo que dicen las palabras, lo que dicen los signos, sino que también ver críticamente que hay por detrás de eso, cuáles son las implicaciones de eso”, acotó.
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