Motivación del texto:
El presente poema nace como una reflexión crítica ante el reciente otorgamiento del Premio Nobel de la Paz 2025 a la líder opositora venezolana María Corina Machado, decisión que ha generado intensas reacciones en América Latina y el mundo.
El Comité Noruego justificó el galardón por su “incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano” y su lucha por una “transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”1.
Sin embargo, diversos sectores han cuestionado la legitimidad de este reconocimiento, señalando que la paz no puede confundirse con estrategias de presión política ni con llamados a intervenciones extranjeras.
Este poema no busca imponer una visión, sino dejar constancia ética de que la paz, como la entendía Alfred Nobel, es desarme, reconciliación y fraternidad entre las naciones, no una herramienta de coyuntura ni de polarización.
EL PREMIO NOBEL (Versión Poética)
No dejó Alfred Nobel su tesoro
para premiar la guerra ni el estruendo,
sino la paz, el diálogo sincero,
el desarme, la unión, el entendimiento.
Hoy su nombre, con peso y con historia,
se invoca para legitimar presiones,
militarismo con ropaje de gloria,
transición que oculta mil traiciones.
Yo no escribo para convencer al mundo,
sino para dejar constancia viva:
la paz no es táctica ni juego profundo,
es ética que resiste y no se esquiva.
Me preguntan si exagero, si decir “traición”
es dura mi palabra una acusación crítica.
Si desbordo mi pasión política
Si exclamo manipulando la verdad
Y yo respondo, ¡No!
Mi palabra honra la justiciaNo, es verbo que desgarra,
para dañar, si no alimentar.
Si la paz ha mutado,
si el testamento es letra
que se acomoda al viento
de la coyuntura incierta.
Pero yo, que leí a Nobel de niño,
en pasquines humildes, con cariño,
que escuché su historia en aulas sencillas
y la enseñé con ternura a mis educandos…
¡No puedo callar ahora!
¡No debo callar ahora!
Ante esta impostura que deshonra su memoria,
al premiar por mero cálculo político
a quien clama furiosa por ruptura,
a quien pide a gritos invasión extranjera
Como vía de cambio en la estructura.
Es pedir la guerra del invasor
Sin importar las vidas humanas
y asumir el Poder su ambición malsana
No se honra a Alfred Nobel,
se distorsiona con cinismo su figura.
Me dicen que soy parcial,
que mi pluma es acusadora.
Y no lo niego: soy parcial a la justicia,
no a la imposición que devora.
No impongo mi visión,
solo muestro lo que incomoda.
Y si mi palabra molesta,
es porque toca la hora
de decir que la paz no se compracomo carne o legumbre en la alcoba.
Yo no soy crítico del poder,
soy testigo de la palabra.
Y si mis versos se convierten
en eco que nunca se apaga,
Es porque el periodismo serio
no se vende ni se embriaga.
La polarización política
es fuego que todo arrasa,
Pero el periodismo es testimonio,
no amenaza ni se disfraza.
Se alza entre el ruido del activismo,
y enciende su lámpara con idealismo
Para iluminar la conciencia
de los pueblos sin artificio.
para que salven su democracia
sin sangrar ni sumarse a la desgracia
Por eso escribí.
Por eso respondí
Por eso leo para instruirme
y decir lo que otros callan,
Lo que muchos no se atreven a admitir.
Porque la paz no es estrategia de ocasión,
es ética profunda, reconciliación,
es desarme, es ternura,
es la esencia de la felicidad futura.
Y si alguien duda de ello,
y de mi palabra escrita,
que escuche este canto sincero
que a los pueblos se invita
.¡Alfred Nobel no dejó su fortuna!
Para premiar luchas internas,
sino para honrar a quienes siembran
la fraternidad entre las naciones,
el desarme, la paz, la diplomacia eterna.
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