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ORGANIZACIONES SOCIALES CRITICAN OPOSICIÓN Diversas organizaciones sociales critican a la oposición por la evaluación poco objetiva que han realizado al Presidente Salvador Sánchez Cerén. De izquierda a derecha, Leonel Herrera, de ARPAS; Pablo Benitez, Colectivo Oveja Negra; Luis Armando González, Analista; César Villalona, Economista, y Juan Carlos Sánchez, Movimiento Cinco Más. Foto Diario Co Latino

El pensamiento sociológico crítico de Segundo Montes (1933-1989) *

Luis Armando González**

*Texto de la charla dada por el autor en el marco del Primer Coloquio Académico de Verano realizado en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente, Universidad de El Salvador, 6 de diciembre de 2025. El autor agradece a Alejandra Cañas por la lectura y revisión del texto.

** Profesor universitario. Docente en las maestrías “Métodos y técnicas de investigación social”, de “Derechos humanos y educación para la paz” y “Ciencia política y gestión pública” en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente y en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador.

“El Salvador… tiene un

proyecto de nación, elaborado e impuesto por

una minoría, que a su vez es dependiente de los

grandes poderes foráneos. Este proyecto configura

una estructura concreta, que privilegia a

una minoría a costa de la explotación y opresión

de las grandes mayorías del país”

Segundo Montes

I

El 16 de noviembre de 1989 –hace 36 años— murió asesinado el P.  Segundo Montes, junto con cinco de sus compañeros jesuitas, además de sus dos colaboradoras, Elba y Celina Ramos. No veo mejor manera de rendirle homenaje a su memoria que reflexionar sobre su legado sociológico, destacando aquellos aspectos –ideas fuerza, núcleos conceptuales y contribuciones teóricas y empíricas— que hacen parte del aporte sociológico de Segundo Montes a la cultura académica no sólo salvadoreña, sino latinoamericana.

No me cabe la menor duda de que su obra investigativa –y las publicaciones en las que ella se plasmó— constituye un patrimonio cultural invaluable del cual, los universitarios, no sólo deberíamos sentirnos orgullosos, sino que deberíamos conocer y usar como parte del andamiaje en el que nos apoyemos para continuar la interminable tarea de comprender y explicar los dinamismos sociales, culturales, políticos y económicos que atraviesan a la estructura social salvadoreña.

Dicho lo anterior, mis reflexiones sobre el legado sociológico del P. Segundo Montes se centran en tres aspectos: en primer lugar, haré una caracterización somera del pensamiento crítico tal como se fraguó desde la Ilustración, en el siglo XVIII; en segundo lugar, daré mi visión sobre cómo la sociología que él cultivó estuvo enmarcada en el pensamiento crítico; aquí mencionaré algunas de sus contribuciones investigativas; y terminaré, en tercer lugar, con un comentario conclusivo.

Fuente de la imagen: https://uca.edu.sv/mdt/blog/una-preocupacion-siempre-actual-la-mirada-del-p-segundo-montes/

Antes de pasar a la exposición de los puntos señalados debo decir que el P. Montes no sólo fue un científico social que se dedicó exclusivamente a la investigación; fue también un extraordinario profesor universitario, un defensor inclaudicable de los derechos humanos y un párroco querido por su comunidad en la Colonia Quezalpec, en Santa Tecla.  Creo que el científico social estuvo presente en esas otras actividades y que esas otras actividades fortalecieron al científico social.

II

Caracterización somera del pensamiento crítico. En otras oportunidades he escrito de forma más detenida sobre el pensamiento crítico[1] y aquí, por razones de tiempo, sólo apuntaré algunas ideas que, desde mi punto de vista, merecen ser tenidas en cuenta. Y la primera es que, pese al aire de novedad que se pretende dar al “pensamiento crítico”, éste tiene muy poco de nuevo: en realidad la visión de éste se fraguó en el contexto de la Ilustración, en el siglo XVIII, de la mano de filósofos como Voltaire, Kant, Diderot, Adam Smith y David Hume. En los siglos XIX y XX el pensamiento crítico alcanzó mayores bríos gracias a autores como Marx, Nietzsche, Gramsci, Adorno, Horkheimer, Habermas, Otto Apel y Ernst Bloch.

No hay a dónde perderse acerca de lo que significa este pensamiento, siempre y cuando uno se tome la molestia de leer unos cuantos libros serios. Dicho de la manera más concisa posible tiene dos dimensiones: una cognitiva y la otra política.

La primera atañe fundamentalmente a los procesos mentales involucrados en el pensar crítico: el razonamiento lógico, el análisis, la síntesis, la comparación, la búsqueda de relaciones causales, la formulación de hipótesis y la atención a los datos ofrecidos por la realidad para cotejar con ellos las ideas que se tienen sobre cómo funciona la sociedad, la cultura, la economía, la cultura o la política. El pensar crítico es lo opuesto al pensar ilusorio, contradictorio, ilógico, no razonable y que da la espalda a los datos que ofrece la realidad.

En su dimensión cognitiva –es decir, epistemológica— el pensamiento crítico prepara a las personas para hacerse cargo de la realidad tal como esta es, las prepara que crear una concepción de la realidad lo menos distorsionada posible, ajustándola a los datos que le realidad va mostrando a veces de manera opaca.  En fin, el pensar crítico prepara a las personas para identificar las relaciones que tejen a los fenómenos y hechos de la realidad, o sea, para explicar de qué manera se suceden los acontecimientos, qué es lo que los provoca o causa, sin recurrir a la magia, a mitos, a fantasías o a divinidades.

En su dimensión política, este pensamiento –siempre partiendo del uso de la razón, la lógica y el análisis— no sólo ayuda a las personas a entender y explicar los usos y abusos del poder político (o de cualquier poder), sino a resistirse a cualquier forma de opresión, sumisión, pérdida de libertad o aceptación pasiva (no se diga alegre) de un ejercicio de autoridad que anule la libertad de decidir o pensar como uno decida.  No se puede profesar el pensamiento crítico y a la vez ser sumiso o servil con el poder político, sobre todo si este es opresor, manipulador o generador de injusticias.  El pensar crítico de entrada desconfía del dominio político (o empresarial). Y cuando este poder se ejerce abusivamente, arbitrariamente, el pensar crítico se convierte en un acicate para la rebeldía, para la resistencia, para denunciar y oponerse a esos abusos y arbitrariedades.

En fin, el pensar crítico es propio de personas autónomas, adultas, que han alcanzado la mayoría de edad, que no quieren que otros decidan por ellas o les anulen su libertad de elegir y de pensar, su libertad para ser como quieran ser, siempre y cuando la razón, la lógica, el análisis y los datos de la realidad sean su marco de referencia y su guía. Una persona embebida de pensamiento crítico no acepta ejercicios de poder que apelan a la magia o a presuntos designios divinos; no acepta pasiva, ingenua o alegremente decisiones emanadas del poder (político o empresarial) sino que las somete a un escrutinio que le permita entender lo que está detrás de esas decisiones, su relación con otras, su lógica y sus costos económicos, sociales, ambientales, culturales y políticos. O sea, una persona que ha hecho suyo el pensamiento crítico es una molestia para quienes tiene poder, especialmente si lo ejercen abusivamente.

III

La sociología cultivada por Segundo Montes. Desde mi punto de vista –y al meditar sobre el conjunto de libros y artículos del P. Montes que he leído a lo largo de mi carrera— su visión sociológica estuvo marcada por preocupaciones estructurales sobre la realidad social salvadoreña. Y por ello, en su visión los asuntos a ser abordados por la investigación sociológica debían tener una dimensión estructural, es decir, ser determinantes en la configuración de la sociedad salvadoreña. Fue a la luz de este criterio que se fueron definiendo sus intereses sociológicos y, a partir de ellos, sus investigaciones concretas que se concentraron en los ejes fundamentales en la estructuración de la sociedad salvadoreña en el siglo XX: la cultura religiosa, la estratificación social, las dinámicas agrícolas y la tenencia de la tierra, los movimientos sociales, las migraciones, los conflictos y los actores sociales, la guerra civil y los derechos humanos.

En el abordaje de estos grandes temas tuvo tres preocupaciones que son patentes en sus libros, ensayo y artículos: a) la búsqueda de las mejores categorías conceptuales para afinar la mirada sobre la realidad; b) el cuido por el rigor metodológico para respaldar empíricamente sus investigaciones; y c) la preocupación por la incidencia de su quehacer académico en la promoción de la justicia para los sectores mayoritarios de El Salvador, en especial para quienes eran víctimas de abusos, violencia y exclusiones brutales.

En cuanto a lo primero, en la obra escrita de Segundo Montes siempre está presente un componente teórico explícito, nutrido de nociones y conceptos tomados de las corrientes intelectuales críticas de los siglos XIX y XX, como por ejemplo Marx y Gramsci, que él usó –junto con referentes clásicos del estructuralismo sociológico—para guiarse en la construcción de los problemas de investigación que le interesaba abordar. En cuanto a lo segundo, fue un hacedor de sociología en el terreno, con una capacidad extraordinaria para el trabajo de campo, en donde buscaba la evidencia empírica que diera sostén a sus análisis y conclusiones.

Y en cuanto a lo tercero no le interesaban los problemas de investigación neutrales, sino aquellos que afectaban a sectores significativos de la población. Al investigar y publicar sobre problemas como las relaciones sociales de sumisión, la pobreza estructural, los movimientos sociales, la tenencia de la tierra o las migraciones, el P. Montes buscaba no sólo explicar por qué o cómo sucedían esas cosas, sino también denunciar a los actores responsables y, asimismo, trabajar en el diseño de mecanismos de solución de esas problemáticas.

En los tres ejes reseñados estuvo presente el cultivo de un pensamiento sociológico crítico, es decir, un quehacer intelectual no sólo basado en la razón, la lógica, el análisis, la comprensión relacional de los fenómenos sociales y anclado en la realidad social, sino comprometido con la justicia y reacio a cualquier forma de explotación y abuso de poder. Esto que recién acabo decir se puede encontrar –para quienes quieran buscarlo— en las grandes obras de investigación del P. Segundo Montes (El compadrazgo: una estructura de poder en El Salvador (1979), Estudio sobre estratificación social en El Salvador (1979), El agro salvadoreño (1973-1980) (1980), El Salvador: las fuerzas sociales en la presente coyuntura (enero 1980 a diciembre 1983) (1984) y los informes de investigación sobre refugiados y desplazados en el contexto de la guerra civil)— y en sus artículos académicos publicados principalmente en la Revista ECA y en el Boletín de Ciencias Económicas y Sociales de la UCA.

En resumen, su obra expresa un pensamiento sociológico crítico vital, creativo, éticamente comprometido y siempre en búsqueda un mejor conocimiento de la sociedad salvadoreña. Ni por asomo está presente en sus trabajos académicos el debate que actualmente ahoga los escasos esfuerzos investigativos en el país, esto es, el debate acerca de lo “cuali cuanti”, la investigación “inductiva cualitativa” (que es un sinsentido), las normas APA, lo que dice Sampieri o las mil minucias formales que tienen muy poco que ver con procesos investigativos reales y productivos.

IV

Comentario conclusivo. No quiero cerrar estas reflexiones sin dejar de decir que en los años ochenta, por ser un estudiante de filosofía y no de sociología, no pude aprender del P. Montes todo lo que yo hubiese querido.  Sí leí con dedicación y esmero sus libros y artículos, pero sus destrezas investigativas en el terreno me fueron ajenas. Fue después de mis estudios de postgrado, en 1994, que comencé a dejar campo de la filosofía y me sumergí en el campo de las ciencias sociales, pero él ya no estaba con nosotros. Eso es algo que lamento, pues estoy seguro de que me hubiera sumado a su equipo de investigadores y habría aprendido, con su ejemplo, a hacer investigación social real en El Salvador.

Sin embargo, a mi regreso de México, fui de nuevo a su obra, esta vez con especial interés en su ejercicio investigativo. Y traté de aprender lo que pude de este gran sociólogo hispano salvadoreño. Sigo aprendiendo de él, lo cual no quiere decir que viva anclado en el pasado. Pero en el plano de la cultura académica, investigativa, el presente no puede desconectarse del pasado, pues si eso sucede no sólo se rompe la continuidad intelectual, sino que se pierde el patrimonio cognitivo, teórico, explicativo, forjado por quienes nos precedieron.

Por último, en el caso de la sociología crítica forjada por Segundo Montes si quienes nos movemos en las ciencias sociales no la reconocemos como un patrimonio intelectual valioso, estaremos caminando a ciegas, creyendo que lo poco que vemos y entendemos nunca nadie jamás lo ha visto y entendido. Así que nada mejor que ir a esta obra y convertirla en nuestro propio capital intelectual. Su asesinato, el 16 de noviembre de 1989, junto con sus cinco compañeros jesuitas, no sólo fue un crimen de lesa humanidad, sino un crimen lesa cultura del cual el país sólo se repondrá cuando nuevas generaciones de científicos sociales cultiven un verdadero pensamiento crítico de la manera en que lo hizo Segundo Montes.

San Salvador, 4 de diciembre de 2025

 

 

 

[1] “Pensamiento crítico y ciudadanía integral (I)”. https://www.diariocolatino.com/pensamiento-critico-y-ciudadania-integral-i/; “Pensamiento crítico: una expresión devaluada”. https://insurgenciamagisterial.com/pensamiento-critico-una-expresion-devaluada/

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