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Un inmenso mural en el que dos mujeres indígenas sostienen la imagen de la Virgen de Guadalupe. patrona de México, despide al papa que sale en su papamóvil de San Cristóbal de las Casas. (Foto Diario Co Latino/Mario Vásquez/AFP)

El papa Francisco tiende la mano a indígenas y pide perdón por su exclusión

Por Yemeli Ortega/Jean-Louis de la Vaissiere/Sofia Miselem/Morelia/San Cristóbal de las Casas/AFP

El papa Francisco lamentó la exclusión de las poblaciones indígenas y llamó a pedirles perdón, en una misa ante millares de fieles en el empobrecido sur de México, donde autorizó el uso de lenguas autóctonas en los rituales católicos.

«Muchas veces, de modo sistemático y estructural, sus pueblos (indígenas) han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones (…) ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!», manifestó el lunes el pontífice de 79 años en San Cristóbal de las Casas.

La homilía en la pintoresca localidad montañosa fue oficiada en lenguas autóctonas tzeltal, tzotzil y chol y marcó la admisión de los idiomas autóctonos para oficiar misas católicas.

La misa, que se celebró ante una multitud envuelta en los típicos abrigos coloridos de la región, tuvo un momento de gran emoción cuando un sacerdote indígena lloró al orar por el papa en lengua tzotzil.

«Queremos escuchar a Dios y hablarle en nuestro propio idioma», agradeció un representante indígena al papa, al que ellos llaman «jTatik».

Para Rosa García, una mujer tzeltal de 25 años, «no importa en qué lengua se rece a Dios, Él siempre nos entiende. La diferencia es que ahora, en nuestra lengua, sentiremos a Dios más cerca de nuestro corazón y nuestra sangre».

Es importante la apertura de la iglesia a las lenguas autóctonas, dijo a la AFP Bernardo Barranco, un especialista mexicano en religión. «En lugar de que los indígenas tengan que adoptar a la iglesia, la iglesia adopta la cultura indígena», agregó.

Cerca de 30% de la población de Chiapas habla únicamente lenguas autóctonas.

Familias de indígenas tojolabales y zoques entregaron las ofrendas de pan y vino, mientras otros mostraron al pontífice el dinero recaudado para construir dos albergues para migrantes.

El estado de Chiapas, donde está San Cristóbal de las Casas, es el menos católico de México.

La admisión de las lenguas autóctonas es «de tremendo significado porque son los indígenas de Chiapas los que más han abandonado el catolicismo en México», explicó Andrew Chesnut, profesor de estudios religiosos de la Universidad de Virginia Commonwealth.

Crisis ambiental

Al final de la misa, Francisco recibió Biblias en lenguas tzotzil y tzeltal y un Nuevo Testamento en lengua tzotzil de Huixtán.

«¡Tenemos a un papa al lado de los pobres!», gritaban los asistentes al terminar la misa, entre notas de guitarras y trompetas típicas de la música mariachi.

En su mensaje, Jorge Mario Bergoglio también alertó que el mundo no puede seguir ignorando la más grave crisis ambiental de su historia.

«El desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos impactan a todos y nos interpelan. Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia», expresó Francisco.

Y agregó que «la violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo», agregó el pontífice.

En los primeros días de su visita a México, Francisco denunció el narcotráfico y la corrupción en mensajes dirigidos a la clase política y a los obispos.

Encuentro con enfermos

En horas de la tarde, el papa hizo una breve visita a la catedral de San Cristóbal de las Casas para un encuentro con enfermos.

«Vamos a rezar por nuestros enfermos, ellos están ayudando a Jesús a llevar la cruz. Vamos a rezar para que Jesús les dé fuerzas», expresó Francisco, a quien le esperaba una multitud de fieles fuera del templo.

Antes de entrar a la catedral, el papa visitó la tumba de Samuel Ruiz, un legendario obispo que fue mediador entre el gobierno y la guerrilla Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que en 1994 se levantó en armas para defender los derechos indígenas.

Posteriormente, en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas, escuchó cuatro testimonios de vida en un masivo encuentro con familias, entre ellos una madre soltera y una pareja de divorciados que se volvieron a casar.

En su respuesta a las historias, el papa dijo que vivir en familia no siempre es fácil, pero «prefiero una familia herida que todos los días intenta conjugar el amor, a una sociedad enferma por el temor a amar».

Sin embargo, advirtió: «Bajo la pretensión de modernidad, se propicia cada vez más un modelo basado en el aislamiento y se van inoculando en nuestras sociedades (…) colonizaciones ideológicas» que destruyen a la familia.

Tras la ceremonia, el papa abordó un avión de regreso a la capital mexicana, donde llegó para pernoctar en la Nunciatura.

El martes, la cuarta jornada de su visita a México, el papa visitará la ciudad de Morelia en el conflictivo estado de Michoacán.

El papa visita estado mexicano azotado por la violencia de cártel pseudoreligioso

El papa Francisco llega este martes al convulso estado de Michoacán, al oeste de México, donde el cártel pseudoreligioso de Los Caballeros Templarios y su mesiánico líder aterrorizaron por años a la población hasta que grupos de autodefensas se levantaron en armas contra ellos.

Bajo una fuerte vigilancia policial, en el majestuoso centro colonial de la capital, Morelia, miembros de distintas órdenes religiosas esperan con júbilo la misa que el pontífice ofrecerá a la comunidad eclesiástica esta mañana, en su cuarto día de visita al país.

Con amenazas que incluso han acabado con la muerte, Michoacán es uno de los estados más peligrosos para los curas mexicanos, que no han escapado de la violencia de los cárteles de la droga. De hecho, al iniciar su recorrido por México, el papa pidió a las autoridades mexicanas que brinden «seguridad efectiva» a sus ciudadanos.

Y, aunque Morelia queda lejos de la denominada Tierra Caliente, en 2008 fue víctima de la violencia del crimen organizado con un atentado sin parangón: dos granadas estallaron en su abarrotada plaza principal en los festejos de la Independencia dejando ocho muertos.

La catedral del s. XVII que visitará el papa en la tarde está a escasos pasos de ahí.

«Entre los cárteles, las autodefensas y el ‘granadazo’ de 2008, Michoacán se hizo de muy mala fama. Antes todo mundo nos visitaba. Esperamos que con la visita de Francisco se recupere la confianza en nuestro estado», comenta a la AFP Víctor García, un comerciante de 52 años del centro de Morelia.

«Justicia divina»

En septiembre de 2006, Michoacán fue noticia cuando cinco cabezas humanas aparecieron rodando en un bar de Uruapan, en la subregión de Tierra Caliente, con un mensaje: «Esto es justicia divina».

Lo firmaba el cártel de La Familia Michoacana, uno de los varios que han irrumpido en este estado tradicionalmente fuerte para el narcotráfico y cuyo líder, Nazario Moreno «El Chayo», aseguraba estar protegiendo a los michoacanos del sanguinario cártel Los Zetas.

La Familia creó una «biblia» mezcla de «denuncia social, autoayuda y pinceladas cristianas» donde se establecía que sus miembros, por ejemplo, no podían tomar alcohol ni drogas, recuerda Jaime Rivera, catedrático de la Universidad Michoacana.

Cuando el gobierno de Felipe Calderón dio erróneamente por muerto a «El Chayo» a finales de 2010, el cártel se reinventó y pasó a llamarse Los Caballeros Templarios, siguiendo su misticismo y usando como símbolo la cruz roja de las Cruzadas católicas de la época medieval.

Los Templarios empezaron a construir altares y figuritas dedicadas al supuesto difunto capo, «San Nazario» (que acabó abatido en 2014), a quien veneraban con oraciones. «Defensor de los enfermos, San Nazario santo nuestro, siempre en ti yo me encomiendo», decía uno de los rezos.

Pero, más allá de su discurso pseudoreligioso, Los Caballeros Templarios extorsionaban, violaban, secuestraban y mataban a tantos vecinos de la productiva zona de Tierra Caliente, que centenares de campesinos se alzaron en armas en su contra a inicios de 2013.

Estos grupos de autodefensas, que acabaron siendo acusados de ser infiltrados por criminales, fueron desarmados por el gobierno y parte de ellos fueron reconvertidos en fuerzas rurales, que ahora deberán depurarse e integrarse al mando único policial.

«Ojalá el gobierno haga bien su trabajo, que no tengamos que tomar las armas otra vez. Pero es difícil, hay autodefensas llenas de infiltrados de lo que queda de los Caballeros y no entendemos por qué el gobierno no los desarma», comenta a la AFP Hipolito Mora, exlíder de una autodefensa rural.

Curas bajo fuego

Los curas también sufrieron el conflicto entre las autodefensas y Los Templarios en la capital de Tierra Caliente, Apatzingán.

El obispo de la ciudad, Miguel Patiño, tuvo que ser resguardado por las autoridades ante un supuesto ataque inminente del crimen organizado y el vicario y defensor de las milicias, el padre Gregorio López «Goyo», daba misa con chaleco antibalas.

En México, 36 sacerdotes han sido asesinados desde el 2005 y Michoacán es uno de los estados más afectados, según el Centro Católico Multimedial.

«Espero que el papa nos deje algo bonito, que con su visita se calmen las cosas tan feas que están pasando», pide Ana María Campos, moreliana de 58 años que ha sido blanco de un secuestro express y ahora compra unas banderitas del papa con su hijo.

Después de su visita a Morelia, el papa pondrá punto y final el miércoles a su gira de cinco días por México en la fronteriza Ciudad Juárez (norte).

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