César Ramírez
@caralvasalvador
El título debe interpretarse como un Acuerdo Paz que garantiza la democracia, concordia y respeto a la Constitución en la República de El Salvador…
No era una ecuación entre dos actores, era un proyecto de constitución de una nación estable que garantizaba la nueva legalidad, además con la estabilidad que propicia la democracia, con bases fundamentales en Reformas Constitucionales de pluralismo, alternancia política, movilidad social etc.
Los objetivos generales del Acuerdo de Paz de 1992 eran: Fuerza Armada, Policía Nacional Civil, Sistema Judicial, Sistema electoral, temas económicos y social, participación política etc.… cada uno de estos descriptores son los capítulos firmados en ese documento histórico.
Es sorprendente que capítulo por capítulo en la realidad política de 2025 se encuentre en la antípoda de esas iniciativas, parece que el objetivo es borrar de la Historia ese “Acuerdo” convirtiéndolo en un “Desacuerdo de paz entre el Gobierno de El Salvador y los ciudadanos”; observemos el siguiente párrafo:
“Capítulo I Fuerza Armada. 1. Principios doctrinarios de la Fuerza Armada. La doctrina para la Fuerza Armada, a partir de la Reforma constitucional acordada en abril de 1991, definida por ley, se conformará a los principios que se anuncian a continuación, en los que en adelante basarán, de manera exclusiva, su régimen institucional y su sistema educativo; y su actuación estará circunscrita a la estricta observancia de los mismos. A. La fuerza Armada tiene por misión la defensa de la soberanía del Estado y de la integridad del territorio, en los términos del régimen definido para ella por la Constitución y las leyes. El Cumplimiento de la misma es inseparable de los valores democráticos y del estricto respeto a la Constitución en todas sus partes”. Acuerdo de El Salvador… pág. 48-49
¿Se cumple este mandato?
La respuesta es negativa, puesto que la Constitución que permitió el Acuerdo de paz ya no existe.
Y los Acuerdo de Paz están muertos, pero sin funeral oficial.
Vivimos otra realidad bajo una nueva legalidad que vulnera los derechos humanos, la institucionalidad y la aplicación de las leyes, es poco lo que podemos hacer desde la individualidad ciudadana, es la misma postración de aquellas generaciones del siglo pasado bajo el martinato y el autoritarismo, esa férrea opresión con peligro de desaparecer un día como en los años ochenta, es una exposición mortal.
Al menos denunciar esta realidad sirve para anotar cada semana el error de creer que la Constitución era una barrera insuperable, el máximo baluarte de la República, el bastión supremo de las leyes; pero la Constitución se convirtió en un pequeño libro sin valor, un documento al servicio del poder político donde todo es posible.
Es triste nuestro destino, porque no hay nada en qué creer, excepto la pequeña luz de la libertad sin dictadura, a pesar de todo.
Bibliografía
Acuerdo de El Salvador: en el camino de la paz /Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas – s.l.: DPI1208-92615, July 1992. 159 p.
Nota: espero que ese libro no esté censurado, cuidado al leerlo ilustra el presente desde el pasado.
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