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Ecuador: Lenin vs Lenin

Isaac Bigio*

LENIN MORENO PARECE QUE CONSTANTEMENTE SE CONTRADICE. EL PRIMER GOBERNANTE DEL MUNDO TOCAYO DEL LÍDER DE LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE ROMPIÓ CON SU PASADO DE DIRIGENTE DEL MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA Y DE SIMPATIZANTE DE LENIN.

A

los trece días de haber ordenado el alza del petróleo y la reducción de sueldos y vacaciones laborales para muchos trabajadores, el gobierno ecuatoriano se vio obligado a derogar el decreto 883 en el que estipulaba esas duras medidas de ajuste económico.

El domingo 13 Lenín Moreno anunció ello tras haber sido jaqueado por una ola de protestas, que condujeron a que decenas de miles tomasen las calles de Quito, dónde también llegaron multitudes de indígenas y a que el país hubiese estado casi paralizado.

A pesar de haber impuesto el estado de emergencia, el toque de queda y la militarización, de los cientos de detenidos y siete muertos, la protesta social parecía imparable y estaba a punto de extenderse a la costa y a Guayaquil, donde el presidente se había refugiado.

Para las izquierdas lo acontecido es interpretado como una victoria y como una muestra de lo que las masas movilizadas son capaces de hacer. Estas conciben que el retroceso de Moreno se da de la mano con la derrota del fujimorismo peruano o la que se viene de Macri en Argentina.

Sin embargo, la resolución de la crisis ecuatoriana no es clara y puede que no sea de corte permanente. Las negociaciones mediadas por el clero católico y las Naciones Unidas condujeron igualmente, a que la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), también suspenda su marcha sobre la capital y diversas acciones y paralizaciones callejeras.

Se supone que el Gobierno ahora buscará aplicar otras medidas de ajuste pero “graduales” y “consensuadas”, lo cual ha de implicar que se busque un tipo de cooptación de dirigentes sociales al plan de Moreno, el cual requiere de una serie de recortes como condición para recibir miles de millones de préstamos del FMI.    

LEVANTAMIENTO EN ECUADOR

El 8 de octubre Ecuador se convirtió en el único país americano en mudar la sede de su Gobierno. El presidente Lenin Moreno y su gabinete se trasladaron de Quito a Guayaquil el 8 de octubre, en la víspera de que esta ciudad, la más poblada del país celebre su aniversario.

Guayaquil se apresta a conmemorar el bicentenario de haber sido el 9 de octubre de 1820 la primera República independiente, en lo que hoy es el Ecuador y antes fuera el virreinato del Perú. Uno podría pensar que tal decisión tiene como objetivo celebrar ello.

Sin embargo, las razones de tal mudanza no tienen nada que ver con conmemorar a la “Perla del Pacífico” y al mayor puerto de los Andes. Estas se deben exclusivamente a la descomunal crisis que ha azota a la ciudad de Atahualpa. En una entrevista a la BBC Moreno reconoce que tuvo que adoptar tal mudanza debido a que los miles de indígenas que llegaron a protestar y pernoctar en las calles de Quito, y las multitudes que a diario marchan sobre esta capital “venían por mí”.

La muchedumbre llegó a ocupar la Asamblea Nacional (el parlamento unicameral ecuatoriano). Diversos choques con las “fuerzas del orden” han ocasionado incendios, incluyendo la de vehículos y oficinas policiales.   

Las protestas se han dado como reacción a que el primero de octubre Moreno anunció un paquete de medidas que incluyen cancelar los subsidios a los hidrocarburos produciendo el alza del 120 % del precio de la gasolina, algo que encarece el transporte y el precio de todos los productos. Además, disminuye las vacaciones anuales de los trabajadores estatales de 30 a 15 días y permite que los trabajadores temporales solamente pudiesen renovar sus contratos ganando un 20 % menos de su sueldo anterior.

Moreno ha denunciado al expresidente Rafael Correa y al presidente venezolano Nicolás Maduro de estar detrás de movimientos que buscan sacarlo, en tanto que todos los  presidentes pro-EEUU de Colombia, Brasil, Perú, Chile, Argentina y Paraguay han salido en su total defensa.

Esto llama la atención pues hace doce años Moreno llegó al poder como vicepresidente de Correa, y durante más de una década fue un incondicional de sus mentores Correa y Moreno. Hoy, en cambio, reniega de todos sus antiguos aliados de izquierda y se sostiene en base al apoyo de la antigua oposición de derecha y de todos los gobiernos anti-socialistas de la región.

Analizaremos cómo y por qué se ha producido tal giro.    

CUANDO MORENO ERA CHAVISTA

Cuando en 2017 se celebraba el centenario de la revolución soviética que llevó al poder a Lenin, en el Ecuador se acaba de posesionar en la presidencia otro Lenin, el primer tocayo del líder bolchevique que llegaba a gobernar un país.

El actual mandatario ecuatoriano vino al mundo catorce días después que falleciera José Stalin el 5 de marzo de 1953. Su padre era tan ferviente partidario del comunismo que bautizó a su hijo con el nombre del fundador de la primera exitosa “dictadura proletaria”. Por una extraña coincidencia su apellido es el mismo que el seudónimo de quien para cuando él nacía ya se estaba convirtiendo en el principal dirigente histórico del trotskismo argentino y latinoamericano: Nahuel Moreno.

Cuando joven Lenin Moreno se integró al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el cual propiciaba una lucha armada al estilo guevarista para “derrocar a la oligarquía y al imperialismo”. Luego sus antiguos camaradas miristas lograron que el Movimiento Alianza País le colocó como el candidato a la vicepresidencia de Rafael Correa. En el 2006 la plancha Correa-Moreno ganó las presidenciales, y luego en el 2009 este mismo binomio fue reelecto en primera vuelta y con un 52 % de los votos.

Esto último mostraba la alta popularidad de dicho movimiento en un país donde usualmente los gobernantes solo llegaban a palacio en una segunda vuelta y por no mucho tiempo. En los nueve años que discurren entre agosto 1996 y abril 2005 Ecuador tuvo diez gobiernos con nueve presidentes y una junta compuesta por tres personas, además de otros tres gobiernos paralelos (dos compuestos por presidentes y uno por otra “junta de salvación nacional” de tres personas).

Correa y Moreno iniciaron lo que ellos llamaron la “revolución ciudadana” y el “socialismo del siglo XXI”, un concepto similar que compartieron con la “Revolución Bolivariana” de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela.

La dupla Correa-Moreno hizo que Ecuador se sumase a la Alternativa Bolivariana de Nuestra América (ALBA) junto a Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Honduras y cuatro Antillas y a que Quito se convirtiese en la sede de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR), el primer bloque de las doce repúblicas de dicho continente.

En su política exterior Correo-Moreno trabajaban estrechamente junto a los Castro, Evo Morales, Chávez-Maduro y Daniel Ortega para apoyar a los gobiernos del Partido de los Trabajadores en Brasil, del Frente Amplio del Uruguay y del kirchnerismo argentino. Su cancillería, además, se vinculó estrechamente a Rusia e Irán buscando crear un contrapeso a EE.UU.

Buscando mostrar que Ecuador era un líder en la lucha por la libertad de prensa y contra el “imperialismo”, Correa-Moreno permitieron que Julian Assange, el principal revelador de cables secretos norteamericanos del mundo, pudiese asilarse en junio 2012 en su embajada de Londres.

La orientación crítica a Washington iba de la mano con cuestionar lo que ellos denominaron como el modelo neoliberal y privatizador que – según ellos- había conducido a numerosos ajustes económicos y protestas sociales en los años previos a su gobierno.

La dupla Correa-Moreno hizo el planteo de no perforar en bosques amazónicos en búsqueda de petróleo y recursos naturales pidiendo que por ello reciban dineros de países occidentales. Su política económica se centró en buscar promover el mercado interno incrementando el poder adquisitivo y varios derechos de los trabajadores, así como extendiendo subsidios sociales y aumentando el gasto social en educación, salud y vivienda.

Tanto Bolivia como Ecuador habían sido los países más inestables de Sudamérica, aquellos donde más protestas callejeras y huelgas habían generado la caída de algunos presidentes. Sin embargo, estas políticas de inversión social junto a un discurso pro-indígena y “socialista” habían logrado dar cierta estabilidad a ambas repúblicas.

Correa fue elegido tres veces consecutivas a la presidencia ecuatoriana, la cual la ejerció durante diez años y cuatro meses desde enero 2007 a mayo 2017. Luego en ese mes Correa logra que Moreno sea electo presidente como portavoz de su partido Alianza País mientras que Jorge Glas, quien fue su último vicepresidente, pasase a ser el compañero de la fórmula electa de Moreno.

Los “socialistas” latinoamericanos han sido cuestionados por los antiguos partidos que gobernaron a sus respectivos países, por tener una agenda que afecta la “libre inversión” y las buenas relaciones con Washington, así como por izquierdistas que les cuestionan por no estatizar todas las grandes empresas y cancelar la deuda externa.

Sin embargo, Moreno se ha convertido en el primero que proviene de esta corriente que abiertamente se pasa al campo de la derecha tradicional.

LENIN VS LENIN

Moreno cuando llega a la presidencia se convierte junto al cubano Miguel Díaz-Canel y al venezolano Nicolás Maduro en uno de los tres nuevos gobernantes del “socialismo latinoamericano”, que sustituyen en su cargo a famosos predecesores izquierdistas que fueron sus mentores.

Mientras que Cuba y Venezuela ha continuado esencialmente la misma orientación del castrismo y chavismo, en Ecuador Moreno decidió romper radicalmente con su maestro Correa.

Cuando Jorge Glas -quien fue su vicepresidente electo en su plancha presidencial- empezaba a cuestionar su acercamiento a Donald Trump y a la oposición de derecha, Moreno decidió suspenderlo de su cargo y permitir que sea sentenciado a seis años de cárcel por haber sido acusado de recibir $US 13,5 millones de sobornos de Odebrecht.

Moreno convocó a un referendo en febrero 2018 buscando una serie de reformas, incluyendo una que imposibilita que Correa pueda volverse a postular. Tras vencer en ello se lanzó a pedir la extradición de Correa.

Moreno, quien respaldó incondicionalmente a Maduro en sus primeros cuatro años en la presidencia, acabó recibiendo en su despacho a Juan Guaidó, a quien ha reconocido como el presidente legítimo venezolano. Mientras Trump ha aplicado draconianas sanciones e intentos violentos para derrocar al seguidor de Chávez, a Moreno le brinda total apoyo y hace que el FMI le entregue miles de millones de dólares en préstamos. Estos últimos los condiciona a que Moreno aplique políticas de ajuste como las que han producido esta nueva revuelta popular.

Moreno ha sacado a su país del ALBA y la UNASUR. Hasta la liberal revista “The Economist” se ha sorprendido de por qué él llegó al extremo de echar a la UNASUR de su sede central en Quito, algo impensable con la Unión Europea.

Moreno ha abierto las Galápagos a aviones militares estadounidenses, decidió repentinamente quitar la ciudadanía ecuatoriana a Assange y permitir que la Scotland Yard le saque de su embajada en Londres hacia la cárcel en la cual se encuentra. Moreno no es el primer exponente del “antiimperialismo” latinoamericano que acaba convirtiéndose en un aliado de Washington. Ya antes eso ha pasado con el PRI mexicano, el peronismo argentino, el MNR boliviano o el APRA peruano. Sin embargo, en todos esos casos la evolución pasó por largos procesos o interregnos. También se han dado casos como los de los militares Lucio Gutiérrez u Ollanta Humala quienes, tras inicialmente haber dado golpes tipo Chávez, acabaron llegando a la presidencia para aplicar el modelo del FMI. En todas esas experiencias el giro se da debido a la dificultad de estructurar una economía de mercado autónoma ante EE.UU.

La novedad de Moreno es que él es el primero en que luego de haber sido un protagonista directo del nuevo modelo nacionalista y sin haber nunca salido del poder decide destruir su propia criatura. Si bien Moreno pensaba que su giro pro-Trump le iba a generar réditos, es posible que ello le salga como un tiro a la culata. No se puede descartar que él vuelva a tener la misma suerte de los numerosos gobernantes que antes tuvo Quito, los cuales acababan cayendo bajo la protesta popular.

Por el momento Moreno parece haber logrado desviar el huracán social, pero su gobierno ha quedado mal parado y muy debilitado.

*Politólogo economista e historiador quien enseñó gobierno y administración pública latinoamericana en la London School of Economics.

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