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Dos horas para abrir paso a la dictadura

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

En un video vi a una empleada de la Alcaldía municipal de San Salvador llorando. Ella había sido despedida por el alcalde Mario Durán, de Nuevas Ideas.

La empleada reclama el injusto despido de ella y de otros empleados que laboraban en una oficina creada por Nayib Bukele, cuando fue alcalde de San Salvador; ese llanto es reflejo de lo que está pasando a miles de trabajadores despedidos, sin esperanza de amparo por el golpe de Estado dado por Bukele y sus diputados el 1 de mayo.

El golpe de Estado que dieron ese día contra los magistrados de la Sala de lo Constitucional y contra el fiscal general, y que ha sido condenado por muchos nacional e internacionalmente, significa que de un atropello sufrido ya no se puede dar aviso a la fiscalía para que defienda a la sociedad, porque el fiscal impuesto ilegalmente solo actuará si el presidente Bukele le ordena; tampoco esa empleada encontraría apoyo en un recurso de amparo en la Sala de lo Constitucional, pues ya fue destituida ilegalmente y los que ocupan el espacio físico de esa autoridad son impuestos ilegal e ilegítimamente y responden a la dictadura en que se convierte nuestra institucionalidad.

Tampoco encontraría defensa nadie ante una captura ilegal, el habeas corpus se acabó, cualquier solicitud quedará guardada entre papeles y la policía o los militares, si actúan violando derechos humanos como lo hicieron en tiempos de la dictadura militar, estará protegida por el sistema de justicia al servicio del dictador.

El caso de la empleada de la alcaldía de San Salvador, contratada en tiempos de Bukele, respetada en su puesto por un alcalde de ARENA y despedida por un alcalde de Nuevas Ideas (partido de Bukele), debe ser un aviso para los fanáticos del presidente; es decir, que ni ellos pueden saber cuándo les llega una afectación de manos de los funcionarios a quienes aplaudían y respaldaron con su voto.

El país ha retrocedido, más aceleradamente de lo que algunos intuían. Y se coloca en el vértice de la  disputa de potencias económicas; ese parece ser el juego del Gobierno al aparentar que puede prescindir de los apoyos que el país puede tener en EE. UU.

Desde fuera, se ha mostrado preocupación por unos y se ha condenado por otros el golpe de estado; pero el menosprecio que muestra el presidente Bukele a la opinión de esos gobiernos, comunidades o instituciones, les manda un mensaje similar al que le dio a los partidos de oposición al decirles en cadena nacional: “ustedes son irrelevantes”.

Así, para el presidente, las opiniones de terceros son irrelevante si tiene de la mano de sus caprichos a 64 diputados en la asamblea legislativa.

Esta crisis institucional, que se desata con el descabezamiento de la Corte Suprema de Justicia (con su Sala de lo Constitucional) y que es grave por sus consecuencias para el pueblo, no es percibida por todos en su real magnitud, por ahora; se irá develando a más ojos y más mentes con los siguientes hechos, como los nuevos despidos ilegales que quedarán sin protección de las entidades creadas para proteger a las personas.

Otros sectores, que verán pronto cómo se configura ese poder autoritario, dictadura pues, son los que creen que como empresarios pueden competir por compras que el Estado realice, ya vino la primera muestra en la segunda plenaria de la actual asamblea legislativa, en la que se aprobó una ley que legaliza la corrupción cometida por los funcionarios del actual Gobierno durante la pandemia, que estaba siendo investigada.

La Sala Constitucional declaró inconstitucional la destitución. Esa resolución no admite recurso, pero fue desobedecida por la Asamblea, y los funcionarios que la emitieron, se sabe, fueron amenazados, renunciaron y dejan el vacío. Esa renuncia a sus cargos afecta, pudieron no hacerlo y no lo han hecho todos.

Dos horas bastaron para mostrar que los votos del 3 de febrero de 2019 y del 28 de marzo de 2021, se interpretan como carta para borrar conceptos de democracia, constitución y leyes que el pueblo fue construyendo con sacrificio de vidas a lo largo de décadas. La dictadura se consuma, con cinismo y gran pompa.

Un día vendrá en que muchas personas que en esas horas estaban en el culto, disfrutaban de un par de pupusas,  conversaban con su familia, comentaban sobre las marchas de la mañana, comprendan que lo que en el salón azul hacían los diputados electos con sus votos, sí afecta sus vidas, que la dictadura no es mejor que la democracia.

Quienes lo vimos y entendemos, tenemos el deber de ayudar a que la gente se revele contra la dictadura y luche.

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