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¿Donald Trump el gran elector de Latinoamérica?

A pesar de que el presidente Donald Trump no incidió en las recientes elecciones locales en Estados Unidos, sí lo ha logrado en dos países Latinoamericanos, que el imperio lo considera su “patio trasero”.

A principios de noviembre del presente año, hubo elecciones en varios Estados y los candidatos del Partido Demócrata las ganó todas. El presidente Trump lo justificó porque se debió a que “no iba su nombre en la papeleta” y por el “cierre del gobierno federal”. Lo segundo podría, en efecto, ser una razón, pero el voto no responsabilizó a la oposición, sino a Trump, y castigó a su partido.

Los demócratas ganaron Virginia, Nueva Jersey, la alcaldía de Nueva York, la pérdida más significativa de Trump, pues hizo campaña directa contra el ahora alcalde demócrata Zohran Mamdani, quien se proclamó durante la campaña “socialista”.

Independientemente del peso que puedan tener eses triunfo de los demócratas en las elecciones locales, si podemos afirmar que fue un buen golpe para Trump, que en su narrativa pone como exitosa los destrozos que está ocasionado a la sociedad norteamericana, no solo en términos económicos, sino social y hasta moral.

Donde Trump sí se ha convertido en el gran ganador electoral fueron en las elecciones legislativas en Argentina, celebradas el 26 de octubre, y en las que el oficialismo fue el gran ganador, pese a que Argentina se hunde en una profunda crisis económica social, debido a las políticas económicas de extrema derecha y locuras del presidente Javier Milei.

Milei ganó gracias a la intervención del presidente Trump, y así lo admite el mandatario estadounidense: “Fue una gran victoria en Argentina. Quiero felicitar al vencedor, que fue un gran vencedor y contó con mucha ayuda por nuestra parte. Le di un respaldo, muy fuerte”.

Trump se refería al ofrecimiento que hizo a Argentina días antes de las elecciones, de otorgar un rescate por 20 mil millones de dólares en forma de canje de divisas para evitar el colapso financiero de Argentina, pero a cambio, los argentinos tenían que votar por el partido de Milei, los candidatos de Milei.

Hasta este día, por cierto, se sabe que Estados Unidos solo ha canjeado cinco mil millones de dólares, y al parecer, solo eso le dará al gobierno de Milei.

En las elecciones argentinas podríamos afirmar que Trump si fue “el gran elector”.

Lo mismo ha ocurrido recientemente en Honduras. Trump, en tres intervenciones en sus redes sociales, dijo a los hondureños que Nary Asfura, el candidato del que la vox pópuli considera un “narcopartido”, es decir, el Partido Nacional (PNH), era su candidato y que con él “todo iría mejor”.

Trump, además, acusó a los otros candidatos de ser comunistas, y descalificó con nombre y apellido al candidato de derecha Salvador Nasralla, y a la candidata oficialista Rixi Moncada.

Pero lo más inaudito del intervencionismo de Trump, fue el anuncio de indultar al expresidente narco Juan Orlando Hernández (JOH), quien cumplía 45 años de prisión en Estados Unidos, luego de ser extraditado por la DEA en abril de 2022. JOH fue condenado por introducir 500 toneladas de droga a Estados Unidos.

La gran pregunta es si las elecciones de Argentina y de Honduras tienen legalidad, pues, legitimidad está claro que no, por la intervención estadounidense.

La intervención abierta bajo amenazas y chantajes de un mandatario de los Estados Unidos debería ser tema de análisis de los tanques de pensamiento mundial, para decidir si se reconocen los resultados electorales en países tercermundista o “bananeros” como también se les llama.

También debería ser punto de reflexión el silencio cómplice de la Organización de Estados Americanos y de las Naciones Unidas. ¿Se está muriendo la democracia? ¿Es el turno del Gran Electoral? ¿Hacia dónde vamos?

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