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DIA DEL SINDICALISTA SALVADOREÑO: 31 DE OCTUBRE

Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios

El 4 de octubre de 1990, la Asamblea Legislativa aprobó el Decreto 589, en el que se establece que cada 31 de octubre será “Día del Sindicalista Salvadoreño”. El decreto se publicó el 15 de octubre y ocho días después entró en vigencia.

Había pasado un año de la horrible matanza de sindicalistas en la sede de la FENASTRAS, detrás del mercado ex cuartel. Febe Elizabeth Velázquez y ocho personas más murieron en ese acto provocado por una bomba colocada por escuadrones de la muerte.

El Día del Sindicalista Salvadoreño encierra la memoria de la lucha sindical, del martirio de verdaderos líderes de los trabajadores con conciencia del poder de la organización de las y los trabajadores, única forma de ganar y hacer valer derechos que dignifican el aporte de su labor en la creación de riqueza.

En ese 31 de octubre Además de la reconocida dirigente de la federación e integrante de la UNTS, Febe Elizabet Velázquez, mueren víctimas del atentado, Ricardo Humberto Céstoni, Rosa Hilda Saravia de Elías, Julia Aguirre, Vicente Salvador Melgar, José Daniel López, Luis Edgardo Vázquez Márquez, María Magdalena Rosales, Carmen Hernández y Juan Tejada. Eran todos de distintos sectores de la actividad económica.

Han pasado 34 años de aquella masacre que fue simultanea a otro atentado ese mismo día a la sede del Comité de madres  y familiares de presos, desaparecidos  y asesinados políticos (COMADRES), hechos que marcaron la conciencia nacional e internacional del régimen de dictadura que vivía nuestro pueblo.

Han pasado 33 años de haberse decretado el 31 de octubre como Día del Sindicalista Salvadoreño.

Que la Asamblea Legislativa, en un contexto de conflicto, haya emitido el decreto citado, expresa de alguna manera una respuesta a la conmoción generada por ese horrible acontecimiento  del cual la justicia salvadoreña ignoró, como tantos otros.

Ahora la lucha sindical tiene otro contenido, pero la esencia es la misma, defender al trabajador y trabajadora de las injusticias, procurar mejora para su vida y la de su familia.

En 2009, se ratificó la reforma constitucional que reconoce el derecho de los trabajadores del sector publico a organizarse en sindicatos, esto, sin embargo, con la llegada del gobierno en turno el 1 de junio de 2019, no evitó que se violaran las leyes que protegen derechos laborales a la hora de despedir por miles a trabajadores del sector público, del ejecutivo, legislativo, de las alcaldías y de la misma Corte Suprema de Justicia, que incluso dejó sin trabajo a muchos jueces.

Según organizaciones como el BRP, los despedidos en estos más de 4 años suman más de 21 mil personas, a las que en su mayoría se les violentaron derechos a un debido proceso, a una indemnización o a restitución en sus cargos cuando hubo  sentencia judicial.

Pero una de las más recientes denuncias de sindicalistas que llama a preocupación, es la realizada por sindicalistas del Instituto del Seguro Social, pues además de despidos y la negativa de las autoridades a negociar el contrato colectivo, éstos señalan que la motivación para esa conducta es la existencia de planes privatizadores.

Ya en otro momento estos afanes privatizadores existieron y fueron frenados por la lucha de los propios trabajadores, de la solidaridad de otros sindicatos y trabajadores no organizados y del acompañamiento de diputados de oposición (FMLN fundamentalmente).

Los maestros y los trabajadores del sector salud, sectores que cuentan con leyes que establecen derechos a mejoras salariales (escalafón), les ha sido negado en el año que está finalizando y, según análisis del proyecto de presupuesto presentado, se seguirán negando e incluso se prevé que se den despidos, a juzgar por la reducción presupuestaria para remuneraciones, como ha sido denunciado.

Esta realidad plantea al trabajador y trabajadora, tanto del sector privado como del sector publico y municipal, la urgencia de organización para enfrentar amenazas que se vislumbran.

Es importante, por eso, reconocer que todo trabajador y trabajadora tiene el derecho a organizarse, a hacer uso de derechos conquistados aún en tiempos de mayor dificultad, como fue aquél en que ocurrió la perdida de vidas valiosas de sindicalistas, en 1989.

Se ha vuelto común escuchar que se calla por temor a que a cualquier protesta se le califique de terrorismo y que las autoridades amenacen con aplicar el régimen de excepción, pero el temor es superable cuando se conoce la unidad, la claridad sobre los derechos.

El mejor homenaje a los mártires de FENASTRAS y otros que sufrieron antes y después, es hacer valer la herramienta de lucha de las y los trabajadores, como es la organización, y la organización en sindicatos.

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