Día de baño

Rhency Giovanni Calò

Escritor joven

A

veces tenía la impresión de estar dormido la mayor parte del tiempo, stuff como si algo me cubriera de la realidad, remedy o mejor dicho como si algo cubriera la realidad y me dejara únicamente ver lo que por consecuencia la cubría, pills pero entonces qué sabía yo de la vida, qué sabía de mi realidad y que sabía de las cosas, pasaba a ser inmediatamente un completo extraño en ese pedazo de madera al que se sujetaban todos como si de la nada fuera a volverse una isla y dejara de ser un pedazo de barco al que aferrarse, para mi hace mucho que había naufragado, hace mucho que la vida había dejado de ser esperar ver tierra y dejar de sentirme mojado, salado o sediento, para mí la vida olía distinto, ya no olía a puerto, ya no olía a sol, ya no olía a distancia, tenía todo lo que necesitaba o por lo menos lo que yo pensaba que necesitaba, y siempre podía sentarme a ver desde afuera como dentro me fumaba un cigarrillo. Eran tardes en las que salir de casa significaba una proeza, el silencio mismo me pesaba tanto que apenas podía mover la cabeza para ver como el reloj sobre la mesa de noche me decía que ya no era de noche, que mas bien era tarde, que debía de salir siquiera un rato y quedarme ahí lo suficiente como para que el pudiera decirme al regresar que había tardado mucho, que ahora ya era tarde y que era mejor volver a salir, en días como esos encontraba un cálido refugio en la brasa de un cigarrillo, en la colilla quemando mis labios, en la llama pequeña e insignificante que de nuevo encendía otro cigarrillo, en días como esos la ropa despertaba con una humedad que nada tenía que envidiarle a la humedad de la calle, y yo me sentaba desnudo a ver como llovía tras la ventana, como llovía tras mis ojos que se reflejaban en la ventana, y me ponía triste, tengo que admitirlo, porque así es la tristeza o la admites o tarde o temprano ella admite que te tiene a ti y entonces ya no puedes abrir los labios y decir, estoy triste, y de repente sientes que estas mal, que los días pasan más lento, que la vida tiene un olor distinto, como a monotonía, y sientes como si algo faltara pero todo parece estar completo, menos tu claro, y cuando llueve, te sientas desnudo a mirar como llueve tras la ventana, a mirar como llueve tras tus ojos que se reflejan en la ventana, y sin tener conciencia de lo que dices o a quien se lo dices, porque la mayoría de veces te encuentras solo, aun así, abres los labios y admites que estas triste.

Me senté justo al borde de mi cama, y vi la inmensidad de la habitación en la que me encontraba, no hablo de una inmensidad que se pueda medir en metros cuadrados, sino esa inmensidad que se mide con el pecho, como cuando despiertas y aun está oscuro y miras a tu alrededor y no ves absolutamente nada y te sentís pequeño, y mantienes los ojos abiertos como queriendo adecuarlos a la oscuridad y aun así no conseguís ver nada, y entonces te sube un frío por la espalda y un sudor helado te recorre la frente y tratas de poner los pies en el suelo y justo antes de lograrlo algo te detiene, y miras hacia abajo aún sabiendo que eres incapaz de conseguir ver algo, y sientes que estas solo.

Algo de mí se quedo con ella, eso lo sé.

Los días pasan rápidos, y los niños disfrutan en las calles paseándose en bicicleta, los perros se cagan frente a las puertas y las personas salen y se llenan de mierda las suelas y todo parece estar bien, y yo la recuerdo sonreír y los días pasan, podría decir que no la extraño, claro que podría, podría decir que mi vida es aburrida, que no todo tiene sentido y que jamás tuvo porque tenerlo, podría decir incluso que me gusta mi trabajo y que disfruto de mi casa, que me agrada despertar a mitad de la noche y fumarme un cigarrillo mientras un escalofrío me recorre el cuerpo y un silencio se me hunde justo a la mitad del pecho, podría decir que hasta eso me gusta, claro que podría, pero es que en realidad podría decir casi cualquier cosa y no por eso tiene que ser cierto.

Son las tres de la madrugada, sé que estoy despierto, sé que miro el techo a pesar de no poder ver absolutamente nada, sé que ya no podré volver a dormirme así que creo que sería bueno fumarme un par de cigarrillos, sé que pasaran por lo menos cuarenta minutos hasta que por fin me levante y busque en el bolsillo derecho del pantalón que me quite anoche una cajetilla con apenas nueve cigarrillos, no sé porque siempre tiendo a despertar a mitad de la noche, a veces pienso en ello y creo que es la costumbre, el cuerpo se acostumbra dicen, y el mío se paso la mitad de la vida despierto, se paso la mitad de la vida fumando, bebiendo, metiéndose mierda y media para ver mierda y media que le hicieran sentir mierda y media que realmente era la misma mierda y media que le hacían sentir las otras mierdas y medias que se metió.

Odio rasurarme, dios santo en serio lo detesto.

A veces pienso que si simplemente mirara a los ojos a mis compañeros de trabajo y muy bajito les susurrara que tengo una idea genial para matar a nuestro jefe, que la he planeado durante dos años seguidos, que es un plan infalible, que nada puede salir mal, que nadie nunca sabrá lo que le paso, y que si lo hacen simplemente todo encajara de manera perfecta según mi plan y no sabrán nunca quien lo hizo, probablemente ellos me dirían que porque diablos quiero matar a nuestro jefe, que es la mejor persona del mundo, que jamás, ni siquiera en un universo que fuera una copia exacta de este tendríamos un jefe tan bueno y tan justo y tan todos son una porquería, malditos lame botas, solo era una broma estúpidos, acaso no puede hacer uno una broma pesada.

En ocasiones, sueño con ella, otras veces, la mayoría realmente, tengo sueños que no entiendo, cosas que quizá recuerdo estando dormido o simplemente nada, en ocasiones despierto asustado y sudando, teniendo la sensación de que soñaba con algo horrible, pero al despertar no recuerdo absolutamente nada de ello, en ocasiones quisiera grabarme su rostro y poder traerlo conmigo cuando despierto, quisiera poder grabarme el sonido de su voz, el aroma de su pelo, cualquier cosa que me ayudara a recordarle no como un nombre simplemente.

Maldita sea, siempre tiene que ser domingo en este estúpido pueblo.

Me pregunto qué será lo que hace dios allá arriba en los cielos, el también tendrá tiempo para mirar por la ventana, me pregunto si a él también le entran ganas de fumarse un cigarrillo mientras mira por la ventana, mientras mira como llueve y siente que su ropa esta húmeda, que la silla en la que se sienta esta húmeda, que el mismo esta húmedo, y entonces camina desnudo y se soba la barbilla y mira por la ventana y cuenta seis paraguas, dos tipos con un periódico en la cabeza, un sujeto bajo el alero de una casa, dos mujeres con impermeables, un perro al que no parece molestarle la lluvia y unos cuantos coches que deambulan sin sentido mientras el agua corre llevándoselo todo, me pregunto si dios también se lo piensa dos veces, eso de ponerse la ropa húmeda, eso de fumar mientras se pone la ropa y mirar por la ventana, me pregunto si él también se detiene justo antes de abrir la puerta y piensa que afuera la humedad será real, que afuera estará al otro lado de la ventana, junto con los paraguas y los impermeables y los coches y el sujeto del alero, me pregunto si dios al igual que yo caminara como el perro al que no parece molestarle la lluvia mientras el agua corre llevándoselo todo.

Esta noche al regresar a casa compraré una botella de ron.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.