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CRISIS ALIMENTARIA YA ES UNA REALIDAD, GOES DEBE ENTERARSE

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

Con ilustración de cifras oficiales y estimaciones de entidades no gubernamentales dedicadas al análisis, se ha demostrado que, en nuestro país, la crisis alimentaria es una realidad.

Pero no solo son los datos oficiales ni las estimaciones de analistas sino, sobre todo, la cruda voz de líderes de comunidades y relatos del drama que significa la búsqueda de alimentos para comer en los hogares más pobres, además de las alertas de organismos internacionales. Ante esta realidad se exige al gobierno actuar en consecuencia.

La FAO, ICEFI y, más recientemente, la Mesa de Soberanía Alimentaria integrada desde hace diez años, han puesto en claro la situación que vive la familia en el área rural y urbana.

El seguimiento al incremento de los precios de alimentos y de la canasta básica, el costo de producir y el abandono de políticas que favorezcan la agricultura, indican que cada vez son más las familias que carecen de medios para alimentarse.

La canasta básica aumentó a 249 dólares en lo urbano y a 187.07 en el campo; esto representa el precio más alto de la historia, mientras los salarios se mantienen estancados y la mayor parte de familias pobres carece de un empleo formal o regular.

El efecto es la afectación a un millón cien mil personas, que entran en niveles diferenciados de crisis o incapacidad de adquirir los alimentos, con consecuencias graves para la salud y el desarrollo.

Se estima que entre marzo y junio del presente año, más de 800 mil personas entrarán en una fase de crisis, lo que representa desnutrición aguda; otras más de 60 mil entrarán en una etapa de emergencia, que requerirá de respuesta humanitaria.

Como podemos ver, nuestro país no es la maravilla que pinta la propaganda gubernamental; detrás de esas ilusiones de los mensajes gubernamentales subyace la realidad cruda y dura de la pobreza y el hambre, frente a lo cual el gobierno carece de políticas para enfrentarla.

El IVA cero a los alimentos sería una tímida respuesta para frenar el alza de precios de los alimentos; pero políticas para ayudar a que los agricultores y agricultoras tengan los insumos para producir, sí ayudaría a ese segmento y a la existencia de productos alimenticios.

Además, las instituciones estatales deberían preocuparse para priorizar el uso de los fondos públicos y dar el lugar que requiere la producción agrícola que asegure soberanía alimentaria.

Lo agricultores pequeños requieren de seguridad en sus tierras en vez de acoso con expropiaciones, requieren crédito, semilla, fertilizantes, técnicas para el combate de plagas, es decir que en vez de gasto militar, debería reforzarse los ministerios que puedan diseñar y ejecutar políticas para dar seguridad alimentaria.

La falta de respuesta del gobierno actual a la crisis representa condenar a muerte a miles, a la desnutrición y enfermedades y al desabastecimiento.

Por eso es importante el acceso a la información por parte de las entidades no estatales que dan seguimiento a esta realidad, y la organización de los sectores que son, en definitiva, los que pueden sacar adelante al país.

Es falso que se pueda exportar la imagen de un país exitoso, con cientos de miles de familias aguantando hambre, o como explica uno de los líderes de la Mesa de Soberanía Alimentaria, desayunando con dos mangos (fruto de temporada), privándose de almorzar o cenar, disminuyendo la cantidad de lo que se come y también la calidad.

El gobierno anuncia con bombo y platillo que renovarán escuelas, pero a esas escuelas renovadas o no, deben asistir niñas, niños y jóvenes que no se duerman por no haber desayunado, deben asistir a pie o pagando buses que los lleven y para eso sus familias necesitan obtener ingresos.

Ni la explicación de que vivimos en pandemia, o que hay una guerra, o que existe crisis bancaria, llenan el estomago de los más pobres; sacarlos de la pobreza debería ser objetivo de gobierno, evitar que sufran hambre debería ser acción de gobierno, pues lo que provoca la falta de oportunidades es el tipo de políticas públicas neoliberales y el afán de buscar popularidad para mantenerse en el gobierno.

La crisis ya está aquí, afecta a salvadoreños de todas las edades en los segmentos más desfavorecidos y pobres, el gobierno debe actuar para revertirla y para evitar que se haga más grave, es su obligación y es deber de la ciudadanía exigírselo.

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