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De izquierda a derecha Gregorio López Bernal, autor del libro Gerardo Barrios; de Miguel Chinchilla de la obra Recogiendo Cadáveres, y el escritor Erick Trabanino del libro Luz Encapuchad. Foto Diario Co Latino/Alma Vilches.

Conversatorio literario pretende rescatar la cultura salvadoreña

Alma Vilches

@AlmaCoLatino

El primer conversatorio literario organizado por el Club de los “Sin cuenta” del espacio Encuentro con Julio Villagrán, tiene por objetivo rescatar las raíces de la cultura salvadoreña. En la actividad se presentaron los libros Gerardo Barrios, del autor Gregorio López Bernal; Recogiendo Cadáveres, de Miguel Chinchilla, y Luz Encapuchada, del escritor Erick Trabanino.

“La idea es que las personas se abran camino en la literatura. Asimismo, se da por iniciado el espacio Peñas Culturas. Desde el otro mes, todos los sábados nos reuniremos para hablar sobre literatura nacional, la idea es conformar un buen grupo interesadas que desean conocer más de los escritores nacionales”, indicó Julio Villagrán.

En el libro “Gerardo Barrios entre el mito y la historia: El Salvador siglo XIX y XX”, López Bernal desafía las narrativas tradicionales que han catapultado a Barrios como un héroe nacional, a la vez, invita a los lectores a una reflexión más matizada y profunda sobre uno de los personajes más emblemáticos de la historia salvadoreña.

El autor presenta a un Gerardo Barrios verosímil, egocéntrico, con luces y sombras, anclado en la historia y no por encima de ella, desmiente falsedades y cuestiona mitos, revelando cómo las élites han manipulado relatos históricos en su favor.

En el primer conversatorio literario organizado por el Club de los “Sin cuenta”, se pretende que las personas conozcan más sobre escritores nacionales. Al frente Marvin Aguilar, moderador. Foto Diario Co Latino/Alma Vilches.

El libro destaca como desde finales del siglo XIX, diversas publicaciones y biografías han perpetuado un discurso con una visión idealizada y acrítica de Barrios, omitiendo un análisis profundo de su vida y contexto.

“En el país se tiene una obsesión con el culto presidencial, Gerardo Barrios tenía popularidad y se le idolatraba en el siglo XIX, Barrios francamente expresó su deseo del poder supremo”, afirmó el autor.

Consideró que cuando se hace una revisión de la historia, hay una constante donde todo gobierno autoritario o dictadura como es llamada hoy en día, por muy fuerte que sea, en algún momento se debilita y cae.

“Este ciclo en algún momento entrará en crisis, eso es inevitable, todos los gobernantes siempre tienen una cierta tendencia a dejar huella y caer”, reiteró López.

Mientras tanto, el escritor de la novela “Luz Encapuchada”, Erick Trabanino, señaló que la raíz madre de la estructura actual de la economía, las condiciones sociales, políticas, culturales y ambientales en El Salvador están integradas 500 años atrás, después de haber sometido a las comunidades nativas los invasores europeos, surgieron los señores centrales, los hacendados, patronos, oligarcas, pero también los desposeídos, los sirvientes, la mano de obra barata, la pobrería.

A criterio de Trabanino, Luz Encapuchada es la llave para que una sociedad como la salvadoreña y todos los pueblos de América Latina deberían indignarse por los muchos que están sin tierra y los pocos con casi todo,

“Con toda la intención se le ha ocultado al pueblo todo lo atroz y genocidio cometido por las generaciones descendientes de criollos sucedidas en la historia de esta Cuscatla, porque en mi novela así se llama El Salvador; han logrado el enterramiento de la gran cultura ancestral”, sostuvo.

El autor de Luz Encapuchada manifestó que en la novela la población marginada y desposeída en los años 80 y 90 alcanzó la sabiduría y valentía necesaria para impulsar una lucha de liberación, de tanta injusticia y subdesarrollo humano. En esos años ocurrió la más grande entrega de amor y sacrificio por el país a lo largo de su historia.

A la vez, enfatizó que en la novela se habla del gran aporte humanitario de la cultura ancestral, la agricultura cuidadosa y respetuosa de la naturaleza, la cual acaricia la tierra para producir alimentos sin maltratarla, pero también se aborda la ruptura de los suelos salvadoreños, destruyendo la biodiversidad, generando un mar de enfermos renales, grandes ganancias de dólares para la gran industria agroquímica que es capaz de todo con tal de vender sus venenos.

Miguel Ángel Chinchilla, autor del  libro “Recogiendo Cadáveres”, hace un trabajo cronológico desde 1943 hasta 1992, contrasta las vidas de Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Roberto D’Aubuisson, ambos son el eje central de la obra y transporta al lector a los acontecimientos trágicos del conflicto armado en El Salvador.

Miguel Ángel Chinchilla, en el libro “Recogiendo Cadáveres”, contrasta las vidas de Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Roberto D’Aubuisson. Foto Diario Co Latino/Alma Vilches.

Chinchilla deja claro estos caminos paralelos, el escabroso del militar anticomunista y desarmado junto al del buen pastor y profeta, quien se convirtió en mártir para luego llegar a los altares.

Recogiendo Cadáveres es una narración mezclada de realidad e imaginación, en la cual de entrada su autor se ubica en agosto de 1943, cuando el buen pastor (Monseñor Romero) inició el largo viaje de vuelta a su país, en compañía de Rafael Valladares y Arturo Romero, el primero estricto y reservado, el segundo alegre y llevadero, ambos mejores amigos entre sí, que en algunos momentos de sus vidas fueron obispos auxiliares de la arquidiócesis de San Salvador.

Chinchilla comentó que también en agosto de 1943, el 23 nació en Santa Tecla Roberto D’Aubuisson Arrieta, el mayor escuadronero salvadoreño, como su víctima más connotada, este no cambió, siempre fue un hombre malo, desde su infancia hasta su muerte.

“A sus 26 años, Romero comenzaba su sacerdocio e iniciaba el camino hacia el cielo y la santidad, el mayor, desde su niñez, emprendió su ruta hacia la perversidad y el infierno, en adelante se recuerda el trayecto que ambos transitaron y cómo se llegaron a juntar, no personalmente, pero sí en la historia nacional de la que fueron personajes decisivos”, aseguró.

Explicó que el “mayor escuadronero” anduvo esparciendo cadáveres y el santo patrono de los derechos humanos los anduvo recogiendo en la represión oficial y durante el conflicto bélico, lo siguió abrazando desde su inmortalidad en la violenta posguerra, los seguirá recogiendo y abrazando con su santidad en el marco de una dictadura anunciada.

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