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China merece crédito por proteger derechos humanos en lucha antiepidémica

BEIJING/Xinhua

La vida y la salud se encuentran entre los derechos humanos fundamentales. China no ha escatimado esfuerzos para salvar las vidas del impacto de la neumonía COVID-19, demostrando su firme compromiso con la protección de estos derechos.    

Proteger y salvar vidas es la principal responsabilidad de cualquier gobierno y la mejor manifestación de la protección de los derechos humanos.

China ha hecho todo lo posible para salvaguardar la vida y la salud de su gente y ha tomado las medidas más estrictas para frenar la propagación de la epidemia.    

El país no ha tomado riesgos al enfrentarse a un virus del que la humanidad todavía sabe muy poco.    

El 23 de enero, las autoridades chinas pusieron en aislamiento a Wuhan, una metrópoli de más de 10 millones de personas, en una medida drástica que algunos políticos occidentales calificaron de “violación de los derechos humanos”.    

Sin embargo, ha quedado demostrado que esta fue una de las decisiones más importantes en la lucha global contra la enfermedad. China ha tratado de curar a tantos pacientes como ha sido posible y ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para reducir la tasa de mortalidad, movilizando las fuerzas de todo el país para contener la enfermedad, corriendo contra reloj las 24 horas para construir dos nuevos grandes hospitales en poco más de dos semanas en Wuhan y atendiendo a todos y cada uno de los pacientes a cualquier costo. El país está haciendo todo lo posible para protegerse e incluso gestionar los nuevos casos esporádicos. En las sesiones anuales en curso de la legislatura nacional y el máximo órgano asesor político, se debate sobre el establecimiento de una “red de protección” para la salud pública.    

Mientras todo esto ocurre, algunos políticos estadounidenses amenazan con proyectos de ley, investigaciones o juicios absurdos contra China como si ellos valoraran más la vida que otros. La verdad es que tienen miedo de hacerse responsables por las fallas en la protección de su propia gente o simplemente quieren arrojar lodo a los demás.

Si Estados Unidos hubiera comenzado a cerrar ciudades y limitado el contacto social el 1 de marzo, dos semanas antes de la fecha en que la mayoría de los estadounidenses comenzaron a quedarse en casa, se habrían evitado alrededor del 83 por ciento de sus muertes, según las estimaciones de los modelos de la Universidad de Columbia. Hasta ahora, los casos confirmados del nuevo coronavirus en Estados Unidos exceden los 1,6 millones y el número de muertos está en camino de los 100.000. El deslumbrante contraste entre los dos países hace que las personas se pregunten quién defiende más los derechos humanos.    

Al tiempo que previene y controla la epidemia de forma regular, China ha reanudado gradualmente los negocios y la producción para garantizar el derecho de las personas a trabajar y desarrollarse. Asimismo, ha convertido la estabilización de los empleos en una prioridad y ha reducido los impuestos y las tarifas para aliviar las cargas de los empleadores.    

El Gobierno chino ha estado proporcionando información epidémica de manera abierta, transparente y veraz de conformidad con la ley. El derecho a conocer está garantizado sin violar la privacidad de nadie. Bajo el principio de no dejar a nadie desatendido, la amplia protección de China cubre a todos los hombres y mujeres, niños, ancianos, discapacitados y pobres. También se trata a los ciudadanos extranjeros de la misma manera. En la provincia de Hubei, más de 3.600 pacientes de COVID-19 mayores de 80 años han sido curados. En Wuhan, siete personas mayores de 100 años se han recuperado de la enfermedad.    

A nivel mundial, la operación humanitaria más grande llevada a cabo por China para ayudar a otros países busca un solo propósito: salvar vidas.    

Al poner a las personas y la vida primero, China ha garantizado efectivamente los derechos humanos durante una crisis global. Como tal, merece un crédito en la historia del desarrollo de los derechos humanos.

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