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ANTE LA ILEGAL REELECCION PRESIDENCIAL CONTINUA, ¿SE DEBE O NO COMPETIR?

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

Desde que en 2010 la Sala de lo Constitucional inició la interpretación de la Constitución más allá de su texto, el sistema político se viene afectando hasta ignorar las prohibiciones para la reelección presidencial continua.

Pero la Constitución sigue vigente, irrespetada, y a la espera de que en un tiempo por venir se cumpla su mandato de respetar la literalidad.

¿Quién tiene la responsabilidad de esa resolución no pedida de permitir que el presidente pueda presentarse como candidato? ¿La Sala nombrada por la “nueva Asamblea oficialista, o quienes se lo ordenaron?

La respuesta a esa interrogante es de las verdades que se ocultan por los autores y se ven por quien las quiere ver.

Pero el hecho de que fuera anunciado por el presidente de la República que se presentará como candidato para las elecciones presidenciales de 2024, genera todo tipo de discusión y cada quien expone sus argumentos.

Muchos recuerdan que la reelección continua está prohibida en varios artículos de la Carta Magna, y es cierto, como cierto es que para aspirar a la representación del pueblo en el gobierno se debe hacer a través de un partido político y, en 2010, la Sala de lo Constitucional de entonces, abrió la puerta a quienes lo quisieran hacer sin pasar por un partido político.

Otros recuerdan que, si eso llegara a pasar y el presidente se presenta, el pueblo está obligado a la insurrección y la Asamblea Legislativa está obligada a deponerlo de su cargo.

Todo esto es parte del ordenamiento constitucional existente, vigente e ignorado.

De esto deducen, algunos, que participar en las elecciones presidenciales, desde una candidatura diferente, sería legitimar el resultado que estaría a favor del actual presidente, que se vale del poder para mantenerse en el poder, según dicen.

A ese respecto se citan y repiten alegatos del propio presidente y de su padre QEPD, donde enfáticamente se situaban en favor del orden constitucional vigente y contrarios a la reelección continua.

La vida del pueblo salvadoreño ha sido sometida a un verdadero calvario, con la violación a normas constitucionales en varios aspectos, no solo en el electoral, siendo el más brutal el de anular la democracia, sus reglas, sus límites definidos en norma suprema.

Lo más dramático es para quienes se les ha violentado el derecho al debido proceso, a la presunción de inocencia, el derecho a la defensa técnica; lo atestiguan quienes sufren los efectos de la arbitrariedad de funcionarios, que tienen mandatos de proteger al ciudadano y que han dejado de hacerlo y se han transformado en órganos de persecución, represión y odio.

Si algún sitio queda para empezar a recuperar el respeto a la Carta Magna, es  que surja una legislatura con ciudadanos y ciudadanos dignos, que se respeten a sí mismos y que dejen de ser simple pasa papeles y aprieta botones; es decir, se requieren diputadas y diputados valientes y claros de la lealtad al texto de la Constitución, cualesquiera que sean las órdenes que recibieran.

Esto sitúa la elección de diputaciones como la más importante tarea de la población interesada en recuperar el orden constitucional.

Incluso, para cambiar aspectos de la misma Constitución siguiendo las normas que ella misma establece, como se pudo hacer en tiempos del conflicto armado.

Pero deducir que, si es esta la prioridad, no se debería presentar nadie a la elección presidencial desde la oposición real, como algunos afirman, con todo respeto, me parece equivocado.

Debe haber participación en la oposición para la presidencia de la República, mejor si fuera una formula única y unitaria de todos los que aspiramos recuperar al país.

En todo caso, lo importante es que las fuerzas políticas presenten a la ciudadanía inconforme con la violación a la Constitución, una opción distinta que permita expresar el rechazo a la pretendida reelección continua.

El temor que somete, el temor que inmoviliza, que mueve a dejar pasar y a esperar que venga por sí solo un nuevo tiempo, es mal consejero, hay que superarlo como se debe superar la soberbia.

Para los sectores progresistas, que no son pocos, para la izquierda, este es un momento de prueba. Ojalá se comprenda que, en los procesos políticos complejos, ni creerse superiores ni el sálvese quien pueda dará un mejor resultado.

Dialogar, pensar juntos y actuar concertadamente es mejor camino, porque, al fin, por inacción podemos ser co-responsables de la consolidación de un régimen autoritario que ya mostró lo que es capaz de hacer.

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