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Entender la importancia que tiene la educación para impulsar el progreso socio económico, cultural, político de la nación, convirtió el desarrollo de esa esfera en una prioridad de las políticas públicas implementadas por el presidente Salvador Sánchez Cerén durante su mandato, y aún antes, cuando ocupó la vicepresidencia de la República y la cartera ad honorem del Ministerio de Educación, con el primer gobierno del FMLN.
La creación del Programa Nacional de Alfabetización, en 2009 fue un hito en el esfuerzo gubernamental de responder a la necesidad de mejorar la calidad de vida de la población a través de la educación, y desde entonces centenares de miles de salvadoreños accedieron por primera vez al mundo de las letras y los números.
De acuerdo con la Dirección General de Estadísticas y Censos, en 2007 el índice de analfabetismo en nuestro país afectaba al 17.17 por ciento de la población, principalmente a mujeres y a las zonas rurales, por lo que la implementación de una campaña nacional para revertir esa situación se convirtió en un imperativo para este gobierno. La nobleza y humanismo de este empeño educativo sumó desde el principio miles de voluntades, principalmente de jóvenes que se incorporaron masivamente a la tarea de alfabetizar, así como a representantes del sector privado, iglesias, centros educativos, alcaldías, organizaciones sociales y no gubernamentales, en articulación con varias instituciones del Estado, bajo la coordinación del ministerio de educación.
Este gran acuerdo de nación demostró las potencialidades del país para enfrentar, unido, retos de tal envergadura, y permitió que hasta enero de este año 133 municipios y dos departamentos de El Salvador, Cuscatlán y La Paz, se declararan libres de analfabetismo, lo cual redujo la tasa de iletrados al 7 por ciento, de acuerdo con estadísticas del ministerio de educación.
El 8 de septiembre de 2018, Día Internacional de la Alfabetización, San Salvador se convirtió en la tercera capital de Centroamérica en alcanzar ese éxito educativo, después de Managua, Nicaragua, y San José, Costa Rica.
En estos resultados fue determinante la implementación, adecuada a las necesidades e idiosincrasia de El Salvador, del método de alfabetización cubano: Yo sí Puedo, galardonado con el premio Rey Senjong de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y aplicado con éxito en más de 40 países de todas las latitudes, entre ellos varios de Centroamérica, como Nicaragua, Guatemala y Honduras.
La asesoría y acompañamiento en el terreno de especialistas de esa isla caribeña desde el comienzo, facilitó la puesta en práctica de este sencillo método que combina números y letras para el aprendizaje y en pocas semanas permite a las personas alfabetizarse.
El Programa Nacional de Alfabetización tiene en cuenta a personas con discapacidad auditiva, visual e intelectual sensorial y benefició además a más de 600 privados de libertad, como parte del programa: Yo Cambio, para su reinserción a la sociedad una vez cumplan sus sentencias.
Estos avances situaron a nuestra nación en la vanguardia de los esfuerzos internacionales, y especialmente de los países en desarrollo, por promover el crecimiento económico y social, motivo por el cual la Fundación Mundial para la Alfabetización (World Literacy Foundation) entregó en 2018 un reconocimiento a El Salvador.
La meta es reducir hasta el 4 por ciento el índice de analfabetismo, cifra establecida por Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, para declarar a una nación libre de esa condición social. De ahí el llamado del Presidente Sánchez Cerén a “continuar trabajando con energía y entusiasmo, consagrados a esta labor humanista y solidaria, que contribuye a cumplir la meta de tener un El Salvador más educado y con más altos niveles de desarrollo”.
