Redacción Suplemento Cultural Tres Mil
Any Ábrego: poeta, nació en El Salvador. Estudió la carrera de Letras y un postgrado en la especialidad de Lenguaje y Literatura. Como poeta ha participado en recitales dentro y fuera del país. También forma parte de las siguientes antologías: Pasos encontrados, Cien poetas por la Paz, Caja de música, Cielo de madera.
En 2016 publica su primer libro de poesía titulado: “Al vuelo del adiós” y en 2019 su segundo libro de poesía “Con el deseo en la piel” ambos publicados por La Fragua Ediciones.
Introducción
Algunos libros parecen salvados del diluvio, permanecen quietos como estrellas visibles en las penumbras, pero ese limbo no es eterno, conocemos la historia del niño salvado de las aguas llamado Moisés y otro Elian González … ¿pero un libro?
El destino de los libros es muy extraño, viven de un sitio a otro, de mano en mano, algunos aparecen en circunstancias insospechadas como hoteles en la mesas de noche, otros son quemados en hogueras públicas (la noche de los cuchillos largos), algunos fueron ejecutados en plaza pública por verdugos coloniales (las cartas de unión insurgente noviembre de 1811 de Manuel José Arce), pero pocos tienen encuentros felices: Roque Dalton publicado después de 25 años de censura o la resurrección del libro El mundo de mi jardín de José Enrique Ávila publicado en 1927 y ahora recién relanzado en 2025; en este momento dos de esos libros de Any Ábrego: “A vuelo de tu adiós” y “Con el deseo en la piel” han estado refugiados en un pequeño bunker anti diluvios y rayos solares, expuestos a múltiples cambios de temperatura, pero ahí un día esperaron mi visita, que tampoco fue espontánea, sucedió como una deuda de lectura, no podía dejarlos más en ese subterráneo hermético así atendí el llamado de los abnegados documentos, sobrevivieron a tormentas torrenciales -sin exagerar- diluvios, no cualquier libro tiene esa suerte, en consecuencia es su turno de comulgar en la poesía, salvada de su destino solitario.
En el libro Al vuelo de tu adiós
Palabras
Porque a pesar del olvido
hay palabras
que se han negado a extinguirse,
palabras viejas
que han pronunciado tantos labios,
que han escrito tantas manos.
Hay palabras
que nunca se marcharán
porque las pronunciaste, tu
y se niegan a morir lejos
de la Patria de tus ojos…
Ya no espero nada
He tirado la mirada
en el trasmallo de la tarde,
he recogido el trigo del sentimiento
en el delantal de la conciencia,
Ya no espero nada, amor…
Ya no espero esos momentos
tiritando de emoción
ni las mariposas aleteando
en un rincón de mi cuerpo
ni los cañaverales encendidos
ni tus manos retozando
en la organza de la noche.
Ya no espero nada
ni siquiera que recuerdes mi nombre
en el estallido de la sombra
ni en el galope de tu respiración
cuando se colgaba de mi oído
mientras el silencio se hacía dueño
de nuestros cuerpos.
Ya no espero nada
porque hace tiempo
te dejé dormido
en el mármol del silencio.

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