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Pro Búsqueda, la Comisión Nacional de Búsqueda, la Maestría de Derechos Humanos y educación para la paz, con la Secretaría de Arte y Cultura de la Universidad de El Salvador, esperan conocer a los victimarios de la “Guinda de Mayo”. Foto Diario Co Latino / Ludwin Vanegas

“Ahora el turno es para las víctimas”: Eduardo García

@GloriaCoLatino

Magdalena Emperatriz Meléndez, de 34 años de edad, consideró  que un gran recuerdo de su  infancia fue  conocer a su familia 13  años después de haber sido separada de ella. Desde  su nacimiento, entre los cerros de Arcatao, Chalatenango  participó sin quererlo de  la “Guinda de Mayo”, que le marcó para siempre.

Con voz trémula y lágrimas que humedecen sus grandes ojos negros relató : “mi madre  me dio a luz en medio del conflicto armado, cuando huían de los militares que los iban acorralando, mi pobre madre no podía amamantarme porque no había comido en días. Estábamos en el cerro de Nueva Trinidad -yo con 5 ó 6 días de nacida- en brazos de mi madre, junto a otras tías que corrieron pero las capturaron; solo una de ellas pudo huir cuando se lanzó a un barranco, donde  una pila de muertos amortiguó su caída, desde ese día ella aún no puede hablar … solo llora cuando lo recuerda”, narró.

Magdalena Meléndez participó junto a Eduardo García, Director de Pro Búsqueda de Niños y Niñas del Conflicto Armado (Pro-Búsqueda) en el Foro Debate “Antecedentes Históricos, Avances y Desafíos en relación a la Investigación de Casos de Desaparición Forzada de la Guinda de Mayo”, organizada por la Maestría en Derechos Humanos y Educación para la Paz y la Secretaría de Arte y Cultura de la Universidad de El Salvador (UES).

En el evento se abordaron los antecedentes de la “Guinda de Mayo” como la llamaron los sobrevivientes, que era un operativo militar de gran alcance que involucró a distintas guarniciones del ejército denominada  “Operación Limpieza” en el norponiente del departamento de Chalatenango, que inició el  27 de mayo y culminó cerca del 9 de junio de 1982.

Eduardo García afirmó que esta táctica de guerra conocida como “Tierra Arrasada” consistía en la destrucción generalizada de las casas, cultivos y animales de crianza y la población que residiera en dichos lugares, donde presumían había presencia guerrillera.

“Con  la firma de los Acuerdos de Paz (1992) se demostró  que en el contexto de ese operativo, además de los asesinatos de la población campesina, el ejército se llevó una cantidad no determinada de niños y niñas. Solo de este operativo Pro Búsqueda ha registrado de 54 casos de desaparición forzada, de las cuales se han resuelto 22,  tenemos 16 reencontrados con su familia,  5 más que fueron identificados ya  fallecidos, y tenemos un caso pendiente que ya fue localizado”, manifestó.

García reiteró  el llamado de  Pro-búsqueda,  luego de 36 años  de dicho operativo, a no  seguir denegando el acceso a la información oficial de estos hechos, para lograr resarcir a los familiares de las víctimas y sobrevivientes  que han brindado testimonios suficientes y claves para conocer la verdad.

“Ahora el turno es para las víctimas y las vamos a acompañar,  las sentencias vienen del año  2005, han pasado 11 años de la sentencia de obligado cumplimiento (Corte IDH) estas  siguen en un estado de estancamiento en la investigación – entendemos- que el órgano Judicial no ha emprendido ninguna investigación seria, contundente para dar con el paradero de las niñas (Serrano Cruz) y judicializar el delito y sus responsables. El Estado salvadoreño está a punto de cometer el mismo error por el cual se le sentenció la primera vez, por denegación de justicia y no tutelar los derechos de ambas niñas”, subrayó.

Para Magdalena Emperatriz Meléndez que vivió 13 años en las Aldeas SOS, sin su familia, opinó que  la pérdida de su madre y familia en su formación infantil es un aspecto de gran impacto  en el área emocional y psicológica que afectar a cualquier ser humano.

“Ahora que soy madre entiendo cuánto te quitan de tu vida, me cuentan que lloraba mucho y otras niñas que eran más grandecitas  me chineaban y ahí crecimos hasta 1992,  con la firma de los Acuerdos de Paz y  la ayuda del Padre Jon (Cortina) se hicieron los primeros reencuentros, unas señoras me vieron (en Aldeas SOS) y le avisaron a mi padre -porque dijeron que era idéntica a él-  luego hicieron los exámenes de ADN que dieron positivo y fue así que pude conocer a mi familia esto ha sido muy doloroso porque nunca pude volver a estar con mi madre”, declaró.

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