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Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios
El domingo 4 de febrero de 2024 serán las elecciones para la presidencia de la República y para diputaciones a la Asamblea Legislativa. En ellas se podrá votar en el exterior pero, a 6 meses de los comicios, es un enigma el cómo se hará.
El voto en el exterior podrá ejercerse para la elección presidencial y para las diputaciones del departamento San Salvador. Esto último es aberrante, pero es “ley”, pues hace que la proporción requerida para un escaño en el departamento San Salvador tenga un peso mayor, desproporcionado, en comparación al resto de departamentos del país.
La ley aprobada por el oficialismo para el voto en el exterior es vaga, genera dudas sobre por qué tantos vacíos y tanta desigualdad.
Esa ley establece que el procedimiento para el voto en el exterior sea desarrollado por una empresa contratada por el Tribunal Supremo Electoral (TSE); que se podrá votar con DUI que tenga domicilio en el exterior durante un mes, y en los consulados presencialmente el día de la elección, con pasaporte (ambos documentos pueden estar vencidos, pero son validados para votar).
El TSE contrató con retraso a una empresa española para desarrollar el voto en el exterior y, a esta fecha, no existe información de cómo operará.
¿Cómo votarán en los consulados? ¿Cómo será el procedimiento para votar con DUI? ¿Qué personas pueden votar usando pasaporte en los consulados? ¿Cómo se definirá que esas personas no hayan votado o vayan a votar con DUI en el exterior o en el territorio salvadoreño? ¿Cuándo se conocerá al menos la estadística de los pasaportes con los cuales se podrá ejercer el sufragio?
Se conoce ya que habrá candidaturas para la presidencia de la República y para diputaciones de salvadoreños radicados en el exterior; en el pasado también lo hubo, pero lo particular en esta ocasión es la puerta abierta y sin control de los posibles votantes, que ojalá sean personas reales y no inescrupulosos que roban identidades para votar sin tener derecho; es decir, que no sea, pues, una operación de fraude.
Esta posibilidad es la que más dudas genera, pues tanta indefinición, vaguedad, retrasos, dan para pensar que la transparencia les importa poco, en un proceso que está llamado a ser limpio y seguro.
La información en redes y medios nacionales, sin ser desmentida por el partido oficial, indica que en la votación electrónica que ese partido utilizó para definir las candidaturas a cargos de elección, se hizo fraude; que se engañó a personas sencillas afiliadas a ese partido y, con mentiras y ofrecimientos de refrigerios, algunos activistas se apropiaron de la contraseña de los Documentos de Identidad. ¿Para qué? Para votar por alguien seguramente.
Si esto ocurre en un universo menor, como el padrón de un partido político (el oficial), ¿qué no puede pasar si se usa ese mismo procedimiento con nuestros compatriotas en el exterior?
Sería muy malo, el fraude allí o en cualquier parte, por la modalidad que sea, constituye un irrespeto al soberano pueblo. Y son muchas las voces que afirman tener temor de que las elecciones y en particular el voto en el exterior, se preste para el fraude.
Por eso importa saber cómo se realizará el voto en el exterior, son más de 800 mil DUIS, y el tiempo para votar es largo (30 días).
El personal de los consulados, los empleados de confianza política de los actuales gobernantes, serán los integrantes de las Juntas Receptoras de Votos en los consulados, y la ley no estableció la vigilancia, aunque esta es un derecho de todos los partidos políticos que sean contendientes en una elección.
Saber cuántos somos los salvadoreños con derecho al sufragio es uno de los presupuestos fundamentales para que una elección sea limpia, justa, transparente.
Y esto aún no lo conocemos, porque tampoco sabemos los criterios que utilizarán para que se pueda votar identificándose con el pasaporte.
Es de esperar que se dé información, pero también los partidos políticos deben hacer su labor informativa, que permita a los salvadoreños en el exterior estar vigilantes y no permitir que se les instrumentalice para una operación de fraude y, más bien, estar a la espera que se defina cómo será posible ejercer el sufragio en las próximas elecciones.
